lunes, 22 de agosto de 2011

Reseña: Criopolis

Criopolis.
Una aventura de Miles Vorkosigan.

Lois McMaster Bujold.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2011. Título original: Cryoburn. Traducción: Rafael Marín. 392 páginas.

Ocho años después de publicada su anterior aventura la autora retoma las peripecias de su personaje más afamado, Miles Vorkosigan. Y lo hace [¡Gracias! ¡Gracias!] apartándose de la deriva tirando a «romanticona» de sus últimas entregas y enviando al pequeño Auditor Imperial a una nueva misión al servicio de su majestad imperial Gregor que, por supuesto, llevará mucho más allá de los parámetros iniciales de la misma. En una nueva huida hacia delante, una investigación que no debiera comportar demasiadas complicaciones se verá salpicada por unas revelaciones que «obligarán» a Miles a profundizar más y más en un turbio asunto que, como siempre, le pondrá en el centro de la acción.

Bujold decide saltarse los antecedentes y comienza la novela con Miles metido ya en faena, perdido, desorientado y en problemas. Como parte de un trabajo encubierto el protagonista se ha desplazado al planeta Kibou-daini —o Nueva Esperanza II— para asistir a una conferencia sobre criología. El planeta es, precisamente, famoso por sus empresas criónicas de animación suspendida, donde muchas personas, enfermas o simplemente de avanzada edad, son congeladas a la espera de que sus dolencias tengan solución en el futuro y puedan entonces ser descongeladas. Una de estas empresas tiene la intención de instalar una sucursal en Komarr y Miles recibe la misión de averiguar si se trata de un negocio lícito o si hay alguna razón oculta detrás de la decisión.

Pero a los cinco días de llegar al planeta ya ha conseguido ser secuestrado por un grupo radical que lo ha drogado produciendo una virulenta reacción en su organismo, que ha  facilitado sin embargo su fuga. Al comenzar la novela, aturdido, sufriendo desquiciantes visiones  causadas por la droga, sin orientación, vaga por las inmensas y laberínticas catacumbas donde se guardan los cuerpos congelados en el subsuelo del planeta. Acogido in extremis por un joven desarraigado, Jin Sato, que vive en un complejo ilegal de criogenia, deberá esperar hasta que su mente se despeje del pernicioso efecto de las drogas. Cuando lo logre y empiece a conocer la historia del entorno en que las circunstancias le han colocado, pronto pasará de la sospecha a la certeza de que algo huele a podrido en Kibou-daini, y no son precisamente los yacientes, sino los «vivos» quienes apestan.

Miles Vorkosigan es un personaje que ha ido creciendo entrega tras entrega de la serie y aunque, lamentablemente, las circunstancias de su vida han hecho que sus aventuras se alejen cada vez más de la frenética space opera bélica de sus inicios con los mercenarios Dendarii, lo cierto es que, en general, el sustituto de acciones encubiertas en un ambiente de alta política, sin alcanzar las cotas de brillantez de aquellas, es altamente satisfactorio. En Criopolis el lector encuentra a un Miles que se ha hecho mayor, ha madurado, es quizá algo más sabio y algo —poco— más reflexivo. Sin embargo, sigue teniendo una maravillosa habilidad para meterse en líos, destapar conspiraciones y poner patas arriba la vida de todos aquellos que se cruzan en su camino, ya sean amigos o enemigos. En esta ocasión la inclusión en la trama de Jin Sato y su hermana, y el zoo que les rodea, le sirve a la autora para, además de dar el pistoletazo de salida a la nueva investigación no del todo autorizada de Miles, ofrecer un contrapunto humanizador a la presencia de personajes más duros como su «hermano», lord Mark, o su Hombre de Armas, Roic.

En esta ocasión, McMaster Bujold, se ha dedicado a explorar las formas en que los adelantos tecnológicos del futuro pueden afectar a las vidas de las personas, en este caso buscando una salida a la muerte, intentando vencer a las enfermedades y a la vejez haciendo «dormir» a los individuos con la esperanza de que más adelante puedan ser despertados con una solución a sus males. Pero como todas las grandes ideas de la Humanidad, en principio perfectamente benéficas para los implicados, siempre hay maneras de manipularlas y mancharlas de corrupción en busca de obtener poder y riquezas a costa de los implicados —en este caso, el tema de los votos de los patrones, las personas congeladas, se demuestra de gran importancia en el devenir político y financiero del planeta—.

Sin embargo es de remarcar que a la autora no le interesa tanto la tecnología implicada, dotar a la historia de auténtico contenido científico en que apoyar los adelantos, sino más bien mostrar los efectos que esa posibilidad causaría en una sociedad basada principalmente en ella. No es en absoluto una ciencia ficción hard, sino una entretenida aventura especulativa basada en una algo ácida extrapolación social, en cómo los adelantos afectan a las personas, a sus esperanzas y sueños, cuando tanto depende de esa tecnología.

En un tono aparentemente ligero, ingenioso, con diversas muestras de humor que acercan puntualmente el libro a la comedia de enredo, con personajes y un buen número de animales —de compañía o no— entrando y saliendo de la escena, con un ritmo acelerado marcado siempre por la inmediatez con la que Miles debe hacerse con la siguiente pieza del puzzle antes de que desaparezca, la trama se hace curiosamente etérea, algo intrascendente, hasta que de repente la autora decide ponerse seria y darle un mazazo al lector en una operación de criorresurrección que no va a dejar a nadie indiferente. A partir de ahí es cuestión de reconfigurar los parámetros con los que se estaba siguiendo la aventura, viendo que la comedia ligera se ha convertido en algo muy serio con, muchas, vidas en juego. Es el momento en que el lector se da cuenta de que Criopolis también es una reflexión sobre la muerte, sobre su inevitabilidad, sobre los intentos de los individuos de vencerla, de perpetuar la vida, de cómo envejecer dignamente y del miedo que suscita hacerlo, de las diferentes formas de verla y de enfrentarse a ella según la edad..., y de cómo siempre hay alguien dispuesto a aprovecharse de los miedos ajenos para sacar beneficio personal, ya sea económico o político o ambos. Todo ello envuelto en una frenética aventura, con diversos giros y revueltas que hacen que el lector no pierda el interés en momento alguno.

Y cuando todo parece cerrado, cuando llega el momento de las despedidas con un  toque agridulce porque nadie parece haber obtenido realmente lo que quería, McMaster Bujold lanza el último puñetazo, tan solo tres palabras, directamente al estómago de su protagonista y de sus lectores. Un final demoledor, con cinco emotivas «consecuencias» a modo de epílogo que solo pueden hacer suspirar porque la autora no tarde otros ocho años en recuperar al personaje y mostrar cómo evoluciona en la nueva situación creada.

Criopolis, como todas las novelas de la serie, es un libro de lectura perfectamente independiente. No obstante la aparición de ciertos personajes como el propio hermano de Miles o referencias a hechos acaecidos con anterioridad en otros planetas —como todas las alusiones a los sucesos de Jackson’s Whole— o directamente a sucesos del pasado del protagonista, y que tienen su importancia aquí, hacen recomendable, aunque ciertamente no imprescindible, la lectura de los anteriores libros, si es que es posible encontrarlos ya que creo que hay unos cuantos “no disponibles”.

Es esta una novela que quizá no alcanza las alturas de los mejores títulos de la serie, pero que sin duda eleva el vuelo sobre las más recientes entregas. No sé si se le puede llamar estrictamente space opera, ya que todo se desarrolla básicamente en un único planeta, pero se trata sin duda de una ciencia ficción aventurera, entretenida, ágil, emocionante y de calado, un inteligente thriller de intriga en una avanzada sociedad futura que atrapa desde el primer momento y se lee casi del tirón. Se perdona el tiempo pasado desde la última aventura ya que ha servido para recuperar una parte del mejor Miles Vorkosigan al que los lectores estábamos acostumbrados. La espera ha merecido la pena.


2 comentarios:

Teje errante dijo...

a mi me ha gustado bastante, si bien es un poco menos "frenetico" que los anteriores, me gusta mucho la forma en que la autora plantea los problemas politicos y sociales, de que la gente "duerma" durante siglos. Y me encanta la "venganza" de Miles en relacion a esto. Miles sigue siendo uno de los mejores personajes que se ha escrito nuncay su evolucion a traves de los libros es muy interesante y divertida, al tiempo que creible.

como tu dices, lo mejor de todo, el puñetazo final. Esto deseando mas :)

Santiago dijo...

Esperemos, en efecto, que la autora no tarde demasiado en darnos una nueva ración de Miles. Aunque prefiero que tarde antes de que la calidad se resienta.

Eso sí, las nuevas posibilidades que se le abren a la serie prometen y mucho.