F. Paul Wilson.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alamut. Serie fantástica. Madrid, 2012. Título original: The Keep. Traducción: Núria Gres. 334 páginas.
Publicada originalmente en 1981, esta novela contó en su momento con una edición en español, con el título de El torreón, a cargo de Grupo Libro ‘88, y fue llevada al cine en 1983 con no demasiada fortuna por el director Michael Mann y al cómic en 2006 con guión del propio autor y dibujos de Matthew Dow Smith. Ahora Alamut ha tenido el acierto de recuperar esta obra de fantasía oscura, una intriga que se podría decir que versa sobre el origen del mito del vampiro, el tema del auténtico rostro del Mal y la naturaleza del monstruo. A pesar del tiempo pasado desde su edición original, la obra no ha perdido «atractivo» ni ha «envejecido» en absoluto, sobre todo dada la localización histórica y geográfica de la acción, situada en plena II Guerra Mundial, en un momento en que el avance anexionista del ejército del Tercer Reich parecía imparable y la creación de campos de exterminio y las barbaridades de ciertos cuerpos especiales —las famosas y temidas SS— cubría de oprobio las tierras conquistadas. En tal contexto, Wilson va a desarrollar una trama de suspense y horror centrada en una misteriosa construcción medieval, a medio camino entre un torreón de homenaje y una fortaleza como tal, que oculta un secreto que debería haber permanecido dormido para siempre.
Imagen de la película. |
En 1941 el Paso de Dinu, enclavado en los Alpes transilvanos de Rumanía, adquiere singular importancia estratégica en el avance imparable del ejército nazi, cuando todo hace temer que los acuerdos firmados entre Hitler y Stalin puedan fácilmente tornarse en papel mojado y el desfiladero convertirse en puerta de entrada del ejército rojo en los territorios invadidos o cercanos al Eje. Una antigua torre medieval que domina el paso será ocupado por un destacamento de la Werhmacht en misión de vigilancia. Sin embargo, ante unas muertes inexplicables, el oficial al mando, el capitán Woermann, solicitará el traslado de la unidad ante «algo» que está asesinando a sus hombres. No obstante, desde Berlín, sin hacer caso de la amenaza al sospechar que se trata tan solo de ataques de partisanos, se enviará al mayor Kaempffer de las SS a investigar y acabar con el suceso y con quien o quienes lo estén causando.
Al mismo tiempo, otros tres personajes se van a ver irremediablemente atraídos por la Fortaleza, cual si de un poderoso imán se tratara: un misterioso hombre pelirrojo, que parece saber lo qué está sucediendo allí, emprenderá un desesperado viaje desde la costa de Portugal intentando llegar cuanto antes al lugar; y desde la más cercana Bucarest, el profesor judío Theodor Cuza, atado a una silla de ruedas por una enfermedad casi terminal, y su hija Magda, estudiante del folklore y la música zíngara, se verán arrastrados allí con la sospecha de que podrían arrojar algo de luz sobre el misterio que recae sobre la construcción del edificio.
La Fortaleza es una novela de «atmósfera», más que de terror puro, creando una tensión creciente que va calando paulatinamente en el lector. Desarrolla una fantasía oscura, de suspense psicológico muy a la «vieja escuela», casi pulp —en un sentido totalmente positivo—, con Wilson situando la acción en un escenario ya de por sí inquietante: un torreón extraño, de paredes y muros plagadas de centenares de cruces de forma insólita, y en cuyo recinto exterior los pájaros no anidan ni están presentes en modo alguno. Mientras los cuerpos de los muertos van acumulándose en un frío sótano, el autor funde a la perfección el horror real de las atrocidades que pueden llegar a causar los seres humanos, los estragos de la guerra, las matanzas indiscriminadas, los campos de exterminio que se van instalando en diversos punto de la Europa ocupada..., con el de un posible ser sobrenatural que siembra la muerte entre los soldados nazis, convertidos por una vez en presas.
El cómic |
Entre ellos, grandes aportes de la novela son el del capitán Woermann, soldado de carrera en el ejército alemán, condecorado en la I Guerra Mundial, que se debate entre el honor de la palabra dada, el deber debido ante el mando y la repulsa que le suscita la actual situación y, en especial, los Einsatzkommandos de las SS y el mayor que los dirige, con quien guarda antiguas rencillas que convierten su relación en algo nada amistoso; y el retrato interior del profesor Cuza, debatiéndose en una crisis de fe que permite a Wilson sacar a colación ciertas cuestiones de cariz religioso. El autor consigue transmitir a la perfección la tormenta psicológica y la confusión mental en que se encuentran inmersos ambos, ante muy diferentes aspectos de su actual situación.
En la ambientación general de la novela tienen una especial relevancia todas las tradiciones de los Cárpatos, principalmente la famosa historia de Vlad Tepes, el Empalador. Todo el folklore del vampirismo se muestra al servicio de la trama; todas las leyendas que han llegado a nuestros días, todas las supersticiones sobre ajos, cruces y demás parafernalia son puestas sobre el tapete para ser cuestionadas y enfrentadas a un giro que ofrece una nueva interpretación para el clásico relato de «ser sobrenatural». El libro contiene, además, un guiño u homenaje a autores como H.P. Lovecraft o Clark Ashton Smith con la presencia en el lugar de ciertos libros malditos, grimorios y antiquísimos manuscritos de magia negra, que podrían ocultar la respuesta al misterio del origen de las terribles muertes que están acaeciendo.
No es, estrictamente, la plasmación de una nueva lucha entre el Bien y el Mal, ni siquiera entre el Caos y el Orden, pues ante un evidente e indiscutible Mal sin conciencia ni remordimientos, se enfrenta una supuesta Bondad cuando menos moralmente reprobable. Y es que incluso los protagonistas «buenos» son enormemente falibles, perfectamente capaces de anteponer sus propios anhelos ante lo que parece correcto, cuando no son, simplemente, amorales.
Lo cierto es que la historia funciona mejor mientras no se concreta la amenaza, mientras la fuerza tras los asesinatos permanece, nunca mejor dicho, en las sombras, antes de la revelación de su identidad y del enfrentamiento final. La tensión y el suspense, el desasosiego ante lo que está sucediendo, el misterio sobre la identidad del atacante, da después paso a una historia más de «acción», de combate y lucha por la mera supervivencia. La crueldad de algunos humanos para con sus congéneres, perfectamente ejemplarizada por el mayor y los comandos de las SS, matiza de alguna manera la presencia del monstruo como generador de dolor y sufrimiento, aunque sea el indudable motor de la narración
Desgraciadamente, lo que más «chirría» dentro de la historia es un romance que parece introducido de una forma un tanto forzada, como parte de una inevitable cuota, y que por fortuna no ocupa gran parte del relato. Es obvio que la relación es necesaria para entender el desenlace, pero se encuentra narrada con muy poca gracia y un exceso de precipitación, rompiendo de alguna manera el ritmo de lo que hasta el momento era un puzzle sin fisuras. Si la inclusión del romance, en efecto, es imprescindible, su plasmación con culmen en una escena de cama se antoja torpe y mal resuelta, sobre todo ante la atmósfera más oscura del resto de la trama. Al mismo tiempo, ciertas acciones —o inacciones, más bien— del pelirrojo cuando llega a Dinu son difícilmente entendibles, aunque tampoco sea algo que influya demasiado en el disfrute de la lectura.
A pesar de ser la primera novela del ciclo de El Adversario, es de remarcar que La Fortaleza es una obra totalmente cerrada, independiente y autoconclusiva, con una estructura clásica de presentación, nudo y desenlace que no deja flecos inexplicados para las continuaciones. Intriga, tensión, toques truculentos y sangrientos, suspense, un misterio larvado en el tiempo, el horror de lo que algunos seres humanos son capaces de hacerles a sus congéneres, seres sobrenaturales, acción, romance y muerte. Una fantasía oscura con buena factura y una satisfactoria historia.
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