domingo, 8 de mayo de 2016

Reseña: Elantris

Elantris.
(Edición X aniversario).

Brandon Anderson.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2016. Título original: Elantris. Tenth Anniversary Author's Definitive Edition. Traducción: Rafael Marín / Manuel de los Reyes. 795 páginas.

En 2005 Elantris fue la primera novela publicada —no la primera escrita, pero sí la primera en llegar al público— de un autor que bullía de ideas para «renovar» el género de la fantasía tradicional, ampliando sus límites por derroteros poco explorados hasta el momento. Poco después, en 2006 se traduciría y editaría en España. Diez años, un buen número de novelas y un universo propio en proceso —el Cosmere— después, era hora de echar la mirada atrás y recuperar esta obra, soplándole un poco el polvo de encima, añadiéndole unos remozados mapas, un prefacio a cargo de Dan Wells —primer lector del manuscrito original—, un nuevo Ars Arcanum, unas escenas extras descartadas de los borradores iniciales, adecuando algunos detalles al universo compartido con Mistborn o El archivo de las Tormentas, y cerrándolo con un epílogo que lo uniese con el resto de obras del Cosmere. Chapa y pintura para dejarlo como nuevo para los lectores que se han ido sumando a su legión de seguidores y que quizá todavía no habían disfrutado de la novela original. Para el libro que nos ocupa, además, Miquel Barceló ha reescrito la Presentación que incluyera en la edición de Nova de 2006, reflexionando sobre la novela en sí y lo que ha significado para la literatura fantástica actual.


Diez años atrás se produjo un cataclismo, el Reod, y la brillante ciudad de Elantris cayó en desgracia, mientras sus habitantes, auténticos semidioses capaces de hacer magia, la AonDor, simplemente dibujando ciertos símbolos en el aire con sus manos, se veían malditos y convertidos en  pordioseros. Sus radiantes edificios se cubrieron de podredumbre, sus calles de viscosa mugre. La Shaod, la Transformación que antes «elegía» a cualquier ciudadano de Arelon para convertirlo en un privilegiado elantrino se ha transformado ahora en una maldición, pues, si antes convertía a individuos de cualquier extracción social en inmortales de grandes poderes, ahora los transforma en auténticos cadáveres andantes: su cabello se cae, su piel se torna grisácea y se cubre de manchas oscuras, mientras son víctimas de un hambre perpetua que no pueden saciar y sus cuerpos sufren un dolor imperecedero debido a que sus heridas nunca se curan. Un cúmulo de circunstancias que les lleva inevitablemente a la locura. Pocos duras más allá de unos escasos meses antes de tornarse en meras masas dolientes, perdida la cordura, pero aún así incapaces de terminar de morir.

De la noche a la mañana el príncipe Raoden, heredero del trono de Arelon, es golpeado por la Shaod y arrojado a las sucias calles de Elantris, mientras que en su entorno se hace  correr la noticia de que ha muerto. Casi al mismo tiempo, llega a la capital, Kae, su prometida, Sarene de Teod, ligada a un acuerdo político que una los destinos de Arelon y Teod frente a las políticas expansionistas del teocrático imperio de Fjorden. A pesar de no poder celebrarse la boda, ya que el novio está oficialmente muerto, una de las cláusulas del acuerdo hace que la unión se considere legalmente válida y Sarene se verá convertida en viuda sin siquiera haberse casado, con el agravante de no poder aspirar a ningún otro matrimonio. Decidida a cumplir con su obligación para su antigua patria y su nuevo reino, la princesa se enfrentará en un duelo de ingenios con el gyorn Hrathel, uno de los más importantes cargos del sacerdocio de la religión derethi, procedente del imperio con la misión de convertir Arelon en el plazo de tres meses, bajo la amenaza de que si no lo consigue se producirá una sangrienta campaña de conquista. Empieza así una carrera contra el calendario disputada en varios frentes donde destaca el papel de Sarene, muy posiblemente el mejor personaje de la novela, que deberá utilizar todas sus armas de mujer, en una sociedad que se presenta dominada por los hombres, en una lucha de ingenios que la llevará a liderar una inesperada conspiración.

La novela mantiene una estructura de «triadas» de capítulos con unidad temporal y diferente protagonista, el príncipe Raoden, la princesa Sarene y el clérigo Hrathen respectivamente. Sanderson hace una gran labor de caracterización psicológica de cada uno de los protagonistas. Raoden es la figura del buen príncipe, amable y querido por el pueblo —en contraposición a su tiránico y paranoico padre—; Sarene es una fuerza de la naturaleza, llena de decisión y voluntad, un animal político; Hrathen es frío y lógico, capaz de cualquier cosa por el triunfo de su fe, aunque tenga que actuar en decidida oposición a la misma para lograr sus propósitos. Y todos ellos tienen sus resquicios, como pueda ser el orgullo, las dudas o el exceso de confianza.

Si en los capítulos dedicados al primero de los protagonistas el relato se centra en la sociedad que se ha creado dentro de los muros de la otrora bella y ahora decadente Elantris, y sus intentos de mejorar la vida de sus malditos habitantes, al tiempo que intenta desentrañar el misterio de lo que acaeciera diez años atrás y que acabó con la magia de los aones —los símbolos mediante los que los elantrinos hacían su magia—; los de Sarene y Hrathen están más íntimamente relacionados —con habituales incursiones de un personaje en los del otro— centrándose en los duelo políticos que se establecen entre la princesa y el clérigo. Un juego de inteligencias, con la inestable corona del rey Iadon, padre de Raoden, colocada en la balanza. El autor presenta unos reinos en estado de subterránea pero bullente agitación, de tensa espera. El Reod tuvo como consecuencia un profundo cambio social y político, pero el resultado, un sistema feudal basado en la riqueza de sus nobles —casi todos ellos mercaderes anteriormente—, se presenta altamente inestable. Como parte vital de la trama, en la lucha o confrontación religiosa, que no es sino reflejo del enfrentamiento y ambiciones políticas de unos y otros, cobra gran importancia la beligerancia del Shu-Dereth contra el Shu-Korath, dos ramas derivadas de un mismo tronco, el Shu-Keseg, pero con un mensaje totalmente enfrentado, una llamando al dominio y a la violencia, y otra a la unidad y la paz.

Como es habitual en el autor la construcción del mundo y la caracterización de los personajes es primordial sobre la propia acción, de modo que al relato le cuesta un cierto tiempo coger velocidad de crucero. El inicio es pausado y minucioso —no lento, ni desapasionado, ni falto de interés en absoluto—, mientras Sanderson se toma con calma y puntillismo el presentar la localización, las circunstancias y los actores que van a tomar parte en el drama, construyendo un entramado complejo y completo, pleno de detalles, dotado de multitud de capas de historia, magia, política, folklore, religión o cultura. La primera mitad del libro se centra sobre todo en los tejemanejes «cortesanos», reflejando, por un lado, el nuevo modelo que se implantó tras la total destrucción de la estructura política y social existente previamente; y los deseos del imperio de Fjorden, por otro, de hacerse de una vez con el país. En paralelo, pero un tanto independiente, a través del seguimiento de Raoden dentro de Elantris, el autor va dando pinceladas de cómo fueron antaño las cosas y de lo mal que están ahora dentro de sus murallas. De la lectura en conjunto, matizando lo visto en uno lo sucedido en otro capítulo, va surgiendo un rico trasfondo, un escenario en ebullición inmerso en una inminente guerra de religión, en un conflicto económico que implica cierto grado de lucha de clases y en una maldición que la mayoría de la población sólo desea ignorar.

En la segunda y tercera parte —que sumadas ocupan algo menos que la primera— se recogen las consecuencias de todo lo anterior, empiezan a despejarse incógnitas de forma harto sorprendente, y la intriga y tensión dan paso a una acción que se precipita en el último cuarto de la novela, donde Sanderson prescinde de la triada de capítulos para, a través de una sucesión de escenas frenéticas —también de tres en tres, pero ya seguidas— dar final a la aventura.

Sanderson es especialista en dar otra vuelta de tuerca al relato —bordeando en ocasiones peligrosamente el deus ex machina— y se guarda más de un as bajo la manga para deleite, o mosqueo, de los lectores. Experto en la creación de inusuales sistemas mágicos, Elantris no había de ser una excepción, y no defrauda en absoluto, siendo tan fácil de aprehender mediante la propia lectura, encontrándose perfectamente integrado sin estridencia alguna en la trama, como difícil de sintetizar o explicarlo en pocas palabras. Se basa en el dibujo de «aones», un proto lenguaje escrito que combinados en manos de los transformados por la Shaod producían gran cantidad de maravillas, desde curación a transporte instantáneo, pasando por iluminación o la capacidad de transmutación de la materia. Tras el cataclísmico Reod todo cambió, el dibujo de los aones dejó de causar ningún efecto y los antes benditos por sus dones cayeron en la maldición de estar muertos —no respiran, no sangran, el corazón no les late...—, pero seguir siendo de alguna manera inmortales. Por supuesto, como en todos los sistemas mágicos compartidos del Cosmere, hay mucho más detrás, pero lo mejor es ir descubriéndolo por uno mismo.

Para esta magnífica edición X aniversario en español, con bellas sobrecubierta sobre cartoné en cuyo interior se han reproducido los nuevos mapas, se ha mantenido —debidamente corregida— la traducción de Rafael Marín, quien, en un momento en que nadie había oído hablar del Cosmere y, por tanto, era muy difícil «coordinarlo» al no poder sospechar siquiera por dónde iban a ir sus derroteros o que iban a existir ciertas figuras recurrentes, hizo, como siempre, una estupenda labor de traslación. Su traducción viene acompañada de la labor del nuevo traductor oficial de todo el Cosmere, Manuel de los Reyes, quien se aplica con su habitual eficacia en las partes «nuevas» y unifica los términos, con ayuda de los especialistas Marina Vidal y Dídac de Prades, para mantener la concordancia entre todas las obras relacionadas.

Elantris es una historia independiente y autoconclusiva, aunque el autor ya ha manifestado su intención de escribir más historias situadas en este mundo —además de la novela corta ya publicada El alma del emperador—. Es evidente que a lo largo de los años Sanderson ha ido puliendo su escritura y mejorando sus recursos, pero cabe decir que esta novela conserva todo su encanto original, toda la frescura y la maravilla que ya despertara su primera lectura. Volver a recorrer las calles de Elantris y de Kae es un renovado placer.

2 comentarios:

Mangrii dijo...

Hola :) Te había dejado un tocho de comentario pero hoy blogger anda algo tonto (ya me ha costado publicar) y no sé si lo guardo o no. Para mi Elantris es especial al ser la primera novela de Sanderson que leí y me fascino, por como revoluciono a lo que yo estaba habituado, esa magia tan lógica y explicada hasta el mínimo detalle pudo conmigo. Estamos de enhorabuena con las ediciones de Nova, son un verdadero gozo con ese Ars Arcanum que creo será importante en futuras entregas de la trilogía y los MAPAS <3 Un abrazo^^

Santiago dijo...

La mires por donde la mires es una gran novela, y la "unificación" en torno al Cosmere que está haciendo Sanderson promete mucho (y Nova ha estado muy al tanto para ofrecer las nuevas y preciosas ediciones en cartoné de todas las novelas relacionadas.

Yo tengo todos los libros que se han ido publicando hasta ahora, pero me estoy pensando muy seriamente hacerme de nuevo con todos ellos conforme salgan las nuevas ediciones :-)

Saludos.