Chelsea Cain / Kate Niemczyk.
Reseña de: FJ Arcos Serrano.
Astiberri. Col. Sillón orejero. Bilbao, 2021. Título original: Man-eaters, vol. 1. Traducción: Santiago García Fernández. Cartoné. 128 páginas. Color.
¿Qué sucedería si una extraña mutación en la toxoplasmosis provocase que las mujeres con menstruación se convirtieran en salvajes y feroces gatas asesinas? Probablemente, cundiría el pánico. Al fin y al cabo, las chicas menstruantes son fáciles de provocar y extremadamente peligrosas, ¿no? Por ello, cuando los ataques comienzan a sucederse de nuevo en Portland, el pánico se extiende y la paranoia se instala. Ahora, el destino del mundo recae sobre los hombros de una niña de doce años.
Ya tenemos por aquí gracias a Astiberri en su habitual formato en cartoné, este polémico título que ha dado mucho de qué hablar en el otro lado del charco.
En este primer tomo vamos a encontrar una historia con tintes de terror, comedia, feminismo y sangre de todo tipo. Un divertimento que tiene algo que decir (por mucho que ESO pueda incomodar a los de siempre) y que, en ningún momento, se toma demasiado en serio a sí mismo, destilando ironía y mala leche en todas y cada una de sus páginas.
Chelsea Cain utiliza un componente de terror para hablarnos de la pubertad y de los primeros cambios corporales causados por la menstruación, contado desde el punto de vista de una adolescente.
Su historia y cómo la cuenta es muy creíble y humana, y el lector se encariña rápidamente con ella y el mundo que la rodea.
Tener el primer período puede ser aterrador y saber que esto te convierte en una criatura capaz de destrozar a toda tu familia, da lugar a situaciones ingeniosas que provoca una sonrisa en el lector.
El dibujo de Kate Niemczyk destaca por la expresividad de los personajes y una narración muy potente, desenvolviéndose a la perfección tanto en las escenas más cotidianas como en las viñetas más grotescas y gore.
La paleta cromática es, sencillamente, perfecta. Tenemos tonalidades vibrantes y que cambian a colores turbios y salpicados de sangre en una sintonía muy acorde con lo que estamos viendo. Mencionar también el tesoro de los huevos de pascua que se esconden en las viñetas, provocando siempre una sonrisa cómplice en el lector.
Hay que decir que el cuarto número americano incluido en este tomo no es un cómic. Es un número de la revista masculina ficticia Cat Fight, cuyo íntegro contenido es el material de world building del que se nutre la serie. Quizás a algunas personas un número entero de estas características se les haga tremendamente pesado, pero a mí me parece que es un buen complemento de inmersión y que se disfruta muchísimo.
En definitiva: este primer tomo de Man-eaters es una divertida y breve introducción para esta historia de mujeres gatos antripatriarcales que deja con unas ganas inmensas de poder hincarle el diente a su segundo tomo. Es una lectura rápida, excelente a la vista y una manera de volver a visitar el horror de la pubertad desde un prisma particular y muy original.
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