lunes, 27 de febrero de 2012

Reseña: Recuerdos de la vieja Tierra

Recuerdos de la Vieja Tierra.

José Manuel González.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Grupo AJEC. Col. Arrakis ficción # 7. Granada, 2011. 369 páginas.

El premio Alberto Magno, convocado desde 1989 por la Facultad de Ciencias de la Universidad del País Vasco (UPV), es un galardón que premia relatos que, adscritos a la llamada Literatura Fantástica, contengan un relevante componente científico y estén escritos en español o en euskera. El presente volumen recoge siete obras del autor que fueron en su momento presentadas, y algunas de ellas premiadas, al certamen y que navegan entre el relato largo y la novela corta. Utilizando todos los resortes, los recursos y las orientaciones que el género permite, primando ese componente de avances tecnológicos futuros en todas sus variantes —aunque en ocasiones tan solo sea la excusa que sirve como motor del resto del relato— es de remarcar la enorme variedad de las narraciones, tanto en lo temático como en lo estilístico, con toques de space opera, de exploraciones espaciales y de planetas remotos, de primer contacto con inteligencias alienígenas verdaderamente extrañas, de viajes en el tiempo, de maquinarias sorprendentes, de catástrofes de escala planetaria, de ecosistemas alienígenas...

Se trata de relatos en cierta medida constreñidos, y limitados, por el formato que viene marcado por las bases del certamen; la extensión de las historias marcan sin duda su desarrollo, obligando en ocasiones a alargar ciertas tramas e impidiendo en otros su total desarrollo, matizando la caracterización de los personajes y forzando a eliminar elementos supérfluos.

Echando mano de un amplio bagaje de temas clásicos dentro de la ciencia ficción, sobre todo anglosajona, todas las narraciones, de alguna manera, versan sobre la superación ante circunstancias adversas, teniendo siempre los protagonistas que enfrentarse a lo desconocido en imaginativas localizaciones, lugares inhóspitos poblados por fauna peligrosa que potencian las situaciones inesperadas. Relatos que priman la aventura, la exploración de nuevas fronteras, sobre otras consideraciones, y que cumplen más que a la perfección su papel de entretenimiento.

Abre el volumen El desastre de Enfer (segundo premio del Alberto Magno en 2000). Una tensa narración sobre el difícil rescate de una investigadora en un planeta de exhuberante flora y fauna, relatado en forma de la transcripción de los diálogos entre los implicados, sin prosa descriptiva de lo que los mismos están haciendo en cada momento, aunque sí con el apoyo de unas notas intercaladas con fragmentos de la investigación previa sobre las distintas especies de animales e insectos que los rescatadores van a encontrar en su misión convirtiéndola en una arriesgada tarea. Interesante, emocionante y, hasta cierto punto, arriesgado, consigue que el volumen empiece en un punto álgido.

El segundo relato es El dios de Seed (finalista del premio Alberto Magno en 2001), una historia que echa mano de uno de los temas clásicos de la ciencia ficción: la nave-arca perdida que ha fundado una colonia en un planeta lejano y que mucho más tarde es «redescubierta» por la Humanidad. González plantea una sociedad modelada por las condiciones y el entorno en que ha tenido que subsistir, situada en una especie de «oasis» en medio de un desértico e inhóspito planeta en el cual un dios oculto pero presente parece tener en sus manos los destinos de todos los habitantes del lugar. Una explotación minera venida de fuera del planeta choca con los designios del dios, comunicados a través de su sacerdote único, llevando a los mineros a cuestionarse todo el sistema con unas razonables dudas que deberán ser confrontadas por un enviado especial que medie entre los interesados. El choque de culturas es inevitable y la reflexión sobre la codicia y la facilidad para romper tratados del ser humano es remarcable.

Otro tema ya literariamente explotado, pero no por ello menos intrigante, es el núcleo de Las tribus de la noche (ganador del premio Alberto Magno en 2002): Un planeta donde la vida diurna es imposible, dado que el sol quema a todo aquel que reciba sus radiaciones de forma directa, y solo durante la larga noche es posible la subsistencia, circunstancia que ha propiciado que los habitantes «desarrollados» del lugar hayan tenido que adaptarse a una existencia itinerante y muy dura. La llegada de un observador ajeno para documentarla le permite al autor describir una forma de vida que se sobrepone y adapta a las circunstancias adversas, a la flora y la fauna salvajes y peligrosas que acechan a cada paso de su tortuoso camino. No se puede parar, y lejos de misericordias inútiles, las diferentes grupos deben seguir avanzando sin mirar quien queda atrás.

Y siguiendo con la exploración, el siguiente relato, Mar de titanes (ganador del premio UPV en 2003), sitúa la acción en un planeta mayoritariamente acuático donde el buque Hespérides parte en una difícil travesía en busca de un continente que nadie ha alcanzado, guiada por unos veleidosos «delfines» autóctonos y con ciertas tensiones presentes ya desde su partida. La singladura se va a ver impedida de diferentes maneras, tanto atmosféricas como «humanas», haciendo surgir las tensiones y planteando interesantes cuestiones sobre la convivencia, los estamentos sociales, el mantenimiento del estatus y los privilegios de los que guardan los conocimientos. Como bien avisa el propio autor el final es más que abrupto, pero en cierta forma se hermana con esos relatos en que la resolución queda a la imaginación de los lectores.

Presentación de la novela en Bilbao.
Foto: Espiral ciencia ficción (http://aroz.izar.net/)
Volviendo su mirada hacia la Tierra, alejándose de exploraciones espaciales, El secreto del César (finalista del premio Alberto Magno en 2005), hace que en medio de una antología dedicada casi monolíticamente a la ciencia ficción «futurista» se cuele «una historia de romanos»; pero es que, en el repaso que el autor hace a todas las variantes del género no podía faltar la del viaje en el tiempo. La aparición de una anacrónica linterna en manos del emperador Marco Aurelio no deja lugar a dudas ante el marco en que se va a desarrollar el relato. Situándose en el género «histórico», con un viaje al lejano desierto situado en el camino de Alejandría a Siria en busca de respuestas al enigmático objeto que parrece ser fuera encontrado por el propio Julio César muchos años antes. Una vez más se analiza la confrontación entre los avances tecnológicos y quienes no los comprenden. Lo cierto es que es uno de los relatos que más usan la ciencia como mera excusa para ofrecer una historia de persecuciones y luchas con armas blancas.

En Las dudas de Job (ganador del premio UPV en 2005) el autor «recupera» al protagonista del primer relato del volumen, El desastre de Enfer, el teniente Ruiz, que una vez más debe afrontar una complicada misión cuando un planeta colonizado por menonitas deja de comunicarse y al enviarse una misión para tratar de recuperar el contacto, sus componentes van a descubrir que anteriores habitantes habían dejado un especial regalo a sus espaldas. Mucha acción, emboscadas y rescates del último segundo, y una curiosa reflexión sobre la implantación y uso o rechazo de la Inteligencia Artificial.

Cierra el volumen el único relato que no obtuvo ningún tipo de mención en el certamen:  Albedo 99 mantiene el objetivo en nuestro planeta y en un futuro no tan lejano, donde la Humanidad se enfrenta a su extinción cuando la aparición de un misterioso fenómeno al que se da el nombre de El Velo empieza a cambiar las condiciones de habitabilidad de la Tierra convirtiendo en muy adversas las condiciones meteorológicas. Con los supervivientes abocados a un terrible final, encerrados en penosas condiciones en aislados búnkeres, el retorno de una misión espacial podría dar nuevas esperanzas de cambiar la situación, descubriendo el origen del fenómeno y desarrollando una forma de combatirlo. Pero nada va a ser fácil en absoluto, y la muerte acecha en las duras condiciones en que se encuentra el planeta. Una vez más en el centro de todo se encuentra el antropocentrismo con el que el ser humano mira el Universo.

A través de los siete relatos que contiene Recuerdos de la vieja Tierra el autor hace gala de muy variados registros, arriesgando en ocasiones para ofrecer estructuras literarias atractivas y novedosas, con temáticas muy clásicas dentro de la ciencia ficción, pero tratadas de forma amena, inteligente y atractiva. Un libro que cumple a la perfección la tarea de entretener al tiempo que plantea ciertas reflexiones de forma algo tibia, tal vez que nunca está de más tener presentes. Entendiendo que en una antología es difícil que todos los contenidos mantengan el mismos nivel de excelencia, en conjunto se trata de un volumen agradable e interesante.

[Un pequeño apunte filológico, deformación profesional de uno, ante el muy recurrente uso que hace el autor en muchos de los relatos de la grafía abordo. De la RAE:

bordo. 1. a bordo. El sustantivo bordo (‘costado de la nave’) forma parte de la locución adverbial a bordo, que significa ‘al o en el interior de una nave o, por extensión, de un medio de transporte’: «El dentista ayudó a subir a bordo el sillón portátil» (Sepúlveda Viejo [Chile 1989]); «La espera en el coche o a bordo de un taxi» (Marías Corazón [Esp. 1992]). Se escribe siempre en dos palabras, incluso cuando, precedida de la preposición de, funciona como locución adjetiva: «No extrañaba la comida de a bordo» (Polimeni Luca [Arg. 1991]); no se admite, pues, la grafía abordo.]

2 comentarios:

Earendilion dijo...

¡Vaya! Me lo apunto. Tu reseña, tan buena como siempre, me ha despertado el interés por este libro.

Santiago dijo...

Me alegro de que te haya gustado la reseña ;-)

El libro, con sus altibajos como ya comento, mantiene buen nivel en general. Podría pecar de poco arriesgado en lo temático, pero los relatos son bastante entretenidos, a pesar de que en alguno se notan demasiado las limitaciones impuestas por el formato obligado por las bases.

Saludos