Bajos fondos.
Daniel Polansky.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Minotauro.
Col. Fantasía. Barcelona, 2011. Título original: The Straight Razor
Cure (A.K.A. Low Town). Traducción: Miguel Antón. 338 páginas.
En
la búsqueda de una fantasía que se aleje de los tópicos
tradicionales del género y participando un tanto de esa ola oscura que, sin ser exactamente algo novedoso, sí se ha puesto
en cierta forma de moda en los últimos tiempos, el autor ha elegido para
su debut literario un giro hacia la novela negra ofreciendo una
historia dura y descarnada con tintes detectivescos y mucha suciedad
moral. Si no fuera por la importancia que cobra el elemento mágico en
los crímenes que tienen lugar a lo largo de sus páginas, quizá podría
hablarse de una novela policiaca medieval; tal y como la ha orientado Polansky,
la lectura sumerge al público, lejos de escenarios bucólicos y de
grandes espacios, en los callejones umbríos de una ciudad peligrosa,
sombría, llena de trampas, de bandas y de hombres brutales que llevan la
violencia a flor de piel. Alejándose de las luces de las ciudadelas y
palacios ―aunque alguno haya―, apartándose de caballeros y reyes, la
acción se interna en las sombras de las partes más desfavorecidas de la
sociedad, allí donde la vida no tiene apenas valor y la desaparición de
un niño apenas tiene importancia, salvo para los más cercanos; donde lo
heroico no tiene cabida, donde cada cual debe cuidar de su propio
pellejo y las buenas obras no existen.
Viviendo ―sobreviviendo, más bien― en la parte
El
protagonista ―y narrador de la historia―, antiguo agente de la ley que
ahora se encuentra justo en su lado contrario, traficante de sustancias
estupefacientes ―aliento de hadas, vid del sueño...― adicto a sus
propios productos, no ha sido totalmente vencido por la sociedad y,
falto del necesario cinismo extremo, todavía encuentra en su pecho un
corazón capaz de apiadarse de alguno de sus conciudadanos más
desfavorecidos. Es un hombre al que no le importa mancharse las manos
cuando las circunstancias lo requieren, pero que, muy en el fondo, sigue
siendo un buen tipo, despiadado con sus enemigos, pero
enormemente fiel a sus amigos, incluso a aquellos que ha intentado
apartar de su actual vida para no causarles daño. No es un héroe, en
absoluto, no busca resolver el misterio por ninguna causa altruista,
sino porque se ve obligado al peligrar su propia vida, y no duda en
causar daño e incluso en matar cuando lo considera necesario para
conseguir sus objetivos o sobrevivir él mismo. Frío y calculador, de
vuelta de todo, con la piel endurecida por las malas experiencias,
atesora el recuerdo de los amigos y compañeros perdidos por el camino
como algo que no ha de volver. A pesar de todos sus defectos ciertos
detalles de su personalidad terminan haciéndolo desagradablemente
simpático y dotándolo de cierta posibilidad de redención.
A
través de sus ojos y acciones se va mostrando un retrato del crimen en
la ciudad en unos barrios donde conviven lo peor de la sociedad: una
mezcla de razas y culturas, incluso con su particular "chinatown",
sus capos mafiosos, sus policías corruptos o sin escrúpulos,
mezquinos ricos ―la nobleza― envueltos en negocios turbios para
conservar o aumentar su riqueza, traficantes y proxenetas, prostíbulos y
antros de mala fama, sociedades secretas, angostos callejones por los
que es mejor no adentrarse, depravados matones, mendigos, oprimidos y
desfavorecidos, asesinos, comerciantes, delincuentes de baja estofa,
degenerados... y marcando en todo momento la diferencia la presencia
palpable de la magia a la que el común de los mortales parece rehuir, de
seres ultraterrenos, demoníacos, que causan pavor y traen la desgracia a
quien se cruce con ellos.
Polansky
tiene el acierto de dotar a la historia de un rico trasfondo, de unos
antecedentes que marcan el relato dejando sentir su influencia en gran
parte de lo que está sucediendo y que de alguna manera hermanan la
historia con nuestro propio mundo. A la propia sociedad de Rigus con
tantas reminiscencias cercanas, se unen por un lado la Gran Guerra ―que con sus trincheras y masacres en cargas frontales trae enseguida a la mente la I Guerra Mundial―,
en cuyos combates estuvo muy involucrado como soldado el protagonista; y
por otro la terrible enfermedad, una devastadora plaga ―que, con sus
puertas de casas tapiadas y sus carros acarreando cadáveres putrefactos,
remite inmediatamente a la Peste Negra―
que a punto estuvo de acabar con todos los habitantes de la ciudad y
que a duras penas fue controlada, aunque no erradicada, dejando pender
su amenaza sobre el futuro. Y paralelamente la enigmática historia
personal del Guardián, su pasado como agente de la ley y su presente
caído en desgracia que va emergiendo muy lentamente a través de diversos
flash backs
y recuerdos personales integrados en la trama. En conjunto supone una
dimensión añadida creando la sensación de algo mayor, con una
continuidad que retrotrae a sucesos pasados para poder entender los
hechos actuales y que no se circunscriben a los límites de la ciudad o
sus bajos fondos.
En
este contexto la investigación del protagonista se va a ver pronto
envuelta en violencia, traiciones, pistas falsas, dobles juegos y
engaños, caminos sin salida, cruentos enfrentamientos, duelos de honor, y seres
sobrenaturales que van a desenterrar del pasado del protagonista algunos
recuerdos que hubiera preferido que se mantuvieran en el olvido.
Avanzando a trompicones, contracorriente, enfrentándose a poderosos
enemigos, el Guardián
no deja de recibir palos desde todas direcciones hasta llegar al
desenlace ―que no por que la identidad de la persona que se encuentra
tras los crímenes se vea venir con excesiva anticipación es por ello menos impactante― y
la resolución del misterio tras las desapariciones y asesinatos.
Bajos fondos es una novela negra en un entorno de fantasía medieval,
con una trama de intriga consistentemente construida, una investigación
sombría y violenta que juega al engaño ofreciendo diversas
posibilidades de culpables y motivaciones, con ciertos toques de magia
impredecible, y con un final adecuadamente cerrado que permite su
lectura como novela independiente, a pesar de que ya se haya anunciado
al menos una próxima entrega situada en la misma ambientación y
escenario. Una nueva muestra de esa fantasía pegada a un cierto realismo sucio ―con poca magia, sin razas no humanas, con personajes moralmente
ambiguos...―, que está triunfando actualmente en el género. A pesar de
ciertos defectos en el entramado y en el ritmo de la narración se trata,
sin duda, de un buen debut literario.
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