El diablo viste de Prada.
Lauren Weisberger.
Reseña de: Amandil
Círculo de Lectores / Randmon House Mondadori. 2004. Título original: The Devil Wears Prada. Traducción: Matuca Fernández de Villavicencio. 375 páginas.
Este libro es autobiográfico. Y ahí está, para muchos, la mayor parte de la gracia del mismo.
La protagonista, Andrea Sachs (el alter ego de la autora), es una joven licenciada en literatura de 23 años de edad, proveniente de una familia de clase media acomodada del este de Estados Unidos, cuyo sueño en la vida es ser articulista de la revista New Yorker y, en su futuro más dorado, llegar a ser una escritora de éxito.
Y por eso decide mudarse a Nueva York y probar fortuna enviando cientos de currículos a todas las revistas que se ponen a su alcance. A fin de cuentas sabe que tiene que foguearse antes de poder aspirar a una columna de esa revista.
Es entonces, al poco de llegar, cuando se le presenta su oportunidad. Una oportunidad "por la que darían un ojo de la cara millones de chicas en el mundo". Le ofrecen ser la segunda ayudante de la directora de la revista de moda Runway, la estirada, despótica, maniática e intratable Miranda Priestly. Conseguir agunatar un año en ese puesto le permitirá a Andrea acceder a los puestos de trabajo que tanto ansía en la revista New Yorker ya que todo el mundo sabe que no existe nadie más exigente (ni del que se pueda aprender más) que Miranda.
Pero Miranda es el título del libro. Miranda es, a la postre, el diablo que viste de Prada.
Los doce meses de aprendizaje se convertirán, rápidamente, en una pesadilla sin fin para Andrea. Pese al glamour del mundo de la moda, pese al acceso casi ilimitado y gratuito a cantidades inmorales de prendas y complementos de precios astronómicos, pese al poder que le otorga ser "la segunda ayudante" de una de las mujeres más temidas de América, pese a todo ello, la vida de la protagonista se convierte en una especie de descenso a los infiernos arropada en blusas Oscar de la Renta, pantalones de ante Gucci, zapatos Jimmy Choo y bolsos Leiber.
Y su objetivo "aguantar un año en Runway para ahorrarse tres o cuatro años de ir vagando por revistas de poca monta" termina convirtiéndose en su obsesión, aunque ello implique distanciarse de su novio, de su mejor amiga e incluso de su propia familia hasta límites inimaginables al principio del libro.
Lo cierto es que toda la novela se lee en un suspiro. A una narración ágil y mordaz, con comentarios divertidos y muy sangrantes sobre los entresijos del mundo de la moda, se une el "morbo" por saber cual será la siguiente petición absurda de Miranda. Morbo porque la autora se limita a contar situaciones que se le presentaron a ella misma cuando trabajó, durante un año, como segunda ayudante de la directora de la revista Vogue.
Las excentricidades más inverosímiles dan paso a situaciones que rozan (y sobrepasan) el absurdo más enloquecido. Y lo más interesante de todo, es que al final, siempre hay una solución para todo, aunque implique amenazar, suplicar, mentir o extorsionar a todo tipo de personas.
Pero todo vale para satisfacer a Miranda. Y es cosa del lector decidir cuanto estaría dispuesto a humillarse a cambio de acceder al objetivo que se haya puesto uno mismo en la vida.
Lauren Weisberger.
Reseña de: Amandil
Círculo de Lectores / Randmon House Mondadori. 2004. Título original: The Devil Wears Prada. Traducción: Matuca Fernández de Villavicencio. 375 páginas.
Este libro es autobiográfico. Y ahí está, para muchos, la mayor parte de la gracia del mismo.
La protagonista, Andrea Sachs (el alter ego de la autora), es una joven licenciada en literatura de 23 años de edad, proveniente de una familia de clase media acomodada del este de Estados Unidos, cuyo sueño en la vida es ser articulista de la revista New Yorker y, en su futuro más dorado, llegar a ser una escritora de éxito.
Y por eso decide mudarse a Nueva York y probar fortuna enviando cientos de currículos a todas las revistas que se ponen a su alcance. A fin de cuentas sabe que tiene que foguearse antes de poder aspirar a una columna de esa revista.
Es entonces, al poco de llegar, cuando se le presenta su oportunidad. Una oportunidad "por la que darían un ojo de la cara millones de chicas en el mundo". Le ofrecen ser la segunda ayudante de la directora de la revista de moda Runway, la estirada, despótica, maniática e intratable Miranda Priestly. Conseguir agunatar un año en ese puesto le permitirá a Andrea acceder a los puestos de trabajo que tanto ansía en la revista New Yorker ya que todo el mundo sabe que no existe nadie más exigente (ni del que se pueda aprender más) que Miranda.
Pero Miranda es el título del libro. Miranda es, a la postre, el diablo que viste de Prada.
Los doce meses de aprendizaje se convertirán, rápidamente, en una pesadilla sin fin para Andrea. Pese al glamour del mundo de la moda, pese al acceso casi ilimitado y gratuito a cantidades inmorales de prendas y complementos de precios astronómicos, pese al poder que le otorga ser "la segunda ayudante" de una de las mujeres más temidas de América, pese a todo ello, la vida de la protagonista se convierte en una especie de descenso a los infiernos arropada en blusas Oscar de la Renta, pantalones de ante Gucci, zapatos Jimmy Choo y bolsos Leiber.
Y su objetivo "aguantar un año en Runway para ahorrarse tres o cuatro años de ir vagando por revistas de poca monta" termina convirtiéndose en su obsesión, aunque ello implique distanciarse de su novio, de su mejor amiga e incluso de su propia familia hasta límites inimaginables al principio del libro.
Lo cierto es que toda la novela se lee en un suspiro. A una narración ágil y mordaz, con comentarios divertidos y muy sangrantes sobre los entresijos del mundo de la moda, se une el "morbo" por saber cual será la siguiente petición absurda de Miranda. Morbo porque la autora se limita a contar situaciones que se le presentaron a ella misma cuando trabajó, durante un año, como segunda ayudante de la directora de la revista Vogue.
Las excentricidades más inverosímiles dan paso a situaciones que rozan (y sobrepasan) el absurdo más enloquecido. Y lo más interesante de todo, es que al final, siempre hay una solución para todo, aunque implique amenazar, suplicar, mentir o extorsionar a todo tipo de personas.
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