Alastair Reynolds.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
La Factoría.
Col. Solaris ficción # 158. Madrid, 2011. Título original: House of
Suns. Traducción: Álvaro Sánchez-Elvira Carrillo. 382 páginas.
Apartándose de la saga que le ha dado el reconocimiento, la serie de Espacio revelación, pero no de esa space opera en la que tan bien se desenvuelve, Reynolds
ofrece en esta novela una aventura galáctica, casi un thriller, donde
vuelve a dejar constancia de su magisterio para crear historias de
inmensa escala, tanto temporal como espacial, con escenarios
espectaculares, descomunales obras de ingeniería, tecnologías avanzadas
pero creíbles, viajes que duran siglos e incluso milenios, personajes
coherentemente longevos que han dado un par de pasos adelante —o muchos
más— en la evolución humana, alienígenas fascinantes y muchas veces
incomprensibles, inteligencias artificiales dentro de cuerpos robóticos,
colonización planetaria, naves de tamaño monumental... Sentido de la
maravilla en estado puro apoyado en una historia consistente e
intrigante, y una parafernalia «científica» que sin convertir la novela
en hard sí que da a la trama una verosimilitud que hace que se siga con interés y «credulidad».
Reynolds
estructura su historia en dos líneas. Por un lado, en breves insertos
que abren cada una de las partes en que se divide la novela, el lector
asiste a la infancia de Abigail Gentian,
una niña detenida en su crecimiento, aislada en una extraña mansión
situada en una gigantesca estación espacial, donde recibe periódicamente
a un estirado «amigo» de otra acaudalada familia y juegan a un
extraordinario juego de realidad virtual en un mundo de fantasía. Por
otro, el foco principal sigue, mucho, mucho tiempo después, a Campion y a Purslane, alternando entre ambos de un capítulo a otro la voz narrativa, dos miembros o «shatterlings» —clones— del clan Gentian
en su largo periplo hacia la reunión «familiar», mientras negocian con
diversas razas a cambio de lo que se encuentra en su «tesoro» de
información. Una reunión, tras siglos e inmensas distancias
interestelares, a la que van a llegar con retraso y que no va a ser
precisamente lo que estaban esperando. Y ahí empiezan los tiros.
Los shatterlings
dedican sus largas vidas a circunnavegar la galaxia recopilando
conocimientos sobre las distintas civilizaciones, alienígenas o humanas,
que han ido encontrando, y cada doscientos mil años se reúnen en un
punto prefijado para compartir todo lo adquirido fundiéndolos en un
saber común, unificando todas sus hebras
—las líneas individuales de cada uno de ellos— para obtener un todo
mucho mayor. Pero parece que en esta ocasión alguien se ha enfadado con
ellos, por razones desconocidas y trágicas consecuencias. Campion y
Purslane, con la ayuda de un robot semi amnésico llamado Hesperus perteneciente a la civilización de los mecánicos,
intentarán desvelar las razones que han llevado a esa situación, pero
no lo van a tener precisamente fácil mientras su vida va a correr
peligro en todo momento.
Lo
cierto es que el comienzo de la novela se siente un tanto dubitativo y
lento, mientras Reynolds se dedica a sentar las bases de su mundo, de
la situación de la galaxia, de la relación de sus dos protagonistas
principales y de las causas que van a llevarles a retrasarse en su cita
con el resto del clan. En un primer momento el autor parece más
interesado y dedicado a presentar el entorno y la relación ilícita de
los dos protagonistas, a «construir» el escenario, que a entrar a fondo
en la trama. Eso sí, una vez Campion y Purslane lleguen al punto de la
reunión las cosas no van a dar ya descanso, uniendo a la descripción de
las maravillas galácticas el ritmo sin pausa de la acción y la aventura.
El
autor ofrece así una trama de conspiración a escala galáctica, una
intriga y misterio que se funden en el pasado lejano. Existe algo, un
objeto, una información, que poderosas fuerzas galácticas se encuentran
buscando y parecen dispuestos a cualquier cosa, incluido el genocidio,
para hacerse con ello o para evitar que otros lo obtengan y salga a la
luz. Fuerzas encontradas que tienen a los protagonistas, ignorantes de
las motivaciones de lo que está sucediendo, justo en el centro. Juega
Reynolds con las percepciones del lector, sin dejar traslucir en momento
alguno en quién se puede confiar, sospechando siempre de todos y de
todo. La sombra de la duda es la constante y todos los personajes que
van encontrándose pueden esconder a un traidor.
Es
esta una historia temporalmente monumental, que comenzó milenios atrás,
y que, sin embargo, en su trama principal se muestra acertadamente
circunscrita a unos personajes y hchos concretos. Una conspiración que
debe ser desvelada, cuya acción relevante va a tener luigar en un único
planeta y en unas cuantas naves que van a protagonizar una muy larga
persecución. Cierto es que el trasfondo abarca milenios, y su resolución
casi también, pero al hacer recaer, agradecidamente, la acción en los
dos protagonistas principales, Reynolds consigue que la historia no se
disperse en exceso,manteniendo en todo momento la emoción y la tensión.
Y
no obstante sigue siendo una historia de escala galáctica que se apoya
en grandes ideas, con viajes relativistas y una longevidad de los
viajeros posible gracias a animación suspendida, éstasis o criogenia,
con semi esferas de Dyson, auténticas presas estelares, que encierran
soles para evitar las radiaciones de su conversión en novas, con armas
capaces de desgarrar la realidad, con restos de civilizaciones
desaparecidas milenios atrás pero cuyas obras permanecen como imposibles
rompecabezas, con ingeniería genética utilizada en apoyo de la
evolución humana...
Interesante
resulta precisamente el tema de la construcción de la identidad propia,
de cómo diferentes experiencias conforman mentes distintas. Los
shatterlings son, al fin y al cabo, la misma persona y, sin embargo,
todos tienen su propia personalidad muy diferenciada de los demás,
motivada sobre todo por la dispersión galáctica y la larga separación
entre reunión y reunión del clan que propicia diferentes experiencias y
diferentes formas de asimilar lo descubierto. Y no solo eso, después de
tantos milenios viajando, después de tanto tiempo, tanta modificación,
tanta dilatación temporal, tanta dispersión... ¿se puede considerar que
siguen siendo «humanos» cuando la Humanidad abandonó hace tanto su cuna?
Y es que aparte de ellos, y el resto de clanes, el lector también va a
encontrarse con muy diferentes sociedades y con distintas formas de
encarar la Inteligencia Artificial, desde la fusión humana con la
máquina a avanzados androides con una civilización propia.
Si
en algo falla la historia es en que las dos líneas, la de Abigail y la
de Campion y Purslane, que parecían llamadas a unirse en una revelación
final, no terminan de tener la resonancia necesaria. Más allá del obvio
origen de los unos en la otra, la trama en sí no se afecta demasiado de
la una a la otra. Ambas e sienten, incluso al terminar, demasiado
disociadas la una de la otra, siendo los interludios de Abigail una
entretenida distracción, curiosa y fascinante en cuanto al futuro que
pinta del entorno de nuestro planeta y de la expansión de la raza humana
en el Sistema Solar, pero distracción al fin y al cabo, aportando lo
justo a la trama principal, poco más allá de algunas pinceladas de la
psicología heredada por sus descendientes, humanos o fruto del programa
de la realidad virtual. Son casi dos historias en una con lejanos puntos
de encuentro.
Casa de soles es, en general, una space opera
ágil, interesante y bien narrada; aventura pura, llena de ideas
atractivas y fascinantes, a escala galáctica con un desenlace tan
sorprendente como gratificante. Con un toque de romance prohibido, casi
se podría considerar que incestuoso, que enfrenta a los protagonistas
con sus «iguales». Con un misterio por resolver, una conspiración por
desvelar, un secreto inconfesable que no debiera salir a la luz y una
historia épica y monumentalmente galáctica. A pesar de que, quizá, no
raya a la misma altura de complejidad y profundidad que alguna de las
novelas del Espacio revelación, lo cierto es que sigue respirando sentido de la maravilla por los cuatro costados.
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Reseña de otras obras del autor:
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