martes, 15 de mayo de 2012

Reseña: Casa de Soles

Casa de soles.

Alastair Reynolds.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría. Col. Solaris ficción # 158. Madrid, 2011. Título original: House of Suns. Traducción: Álvaro Sánchez-Elvira Carrillo. 382 páginas.

Apartándose de la saga que le ha dado el reconocimiento, la serie de Espacio revelación, pero no de esa space opera en la que tan bien se desenvuelve, Reynolds ofrece en esta novela una aventura galáctica, casi un thriller, donde vuelve a dejar constancia de su magisterio para crear historias de inmensa escala, tanto temporal como espacial, con escenarios espectaculares, descomunales obras de ingeniería, tecnologías avanzadas pero creíbles, viajes que duran siglos e incluso milenios, personajes coherentemente longevos que han dado un par de pasos adelante —o muchos más— en la evolución humana, alienígenas fascinantes y muchas veces incomprensibles, inteligencias artificiales dentro de cuerpos robóticos, colonización planetaria, naves de tamaño monumental... Sentido de la maravilla en estado puro apoyado en una historia consistente e intrigante, y una parafernalia «científica» que sin convertir la novela en hard sí que da a la trama una verosimilitud que hace que se siga con interés y «credulidad».

Reynolds estructura su historia en dos líneas. Por un lado, en breves insertos que abren cada una de las partes en que se divide la novela, el lector asiste a la infancia de Abigail Gentian, una niña detenida en su crecimiento, aislada en una extraña mansión situada en una gigantesca estación espacial, donde recibe periódicamente a un estirado «amigo» de otra acaudalada familia y juegan a un extraordinario juego de realidad virtual en un mundo de fantasía. Por otro, el foco principal sigue, mucho, mucho tiempo después, a Campion y a Purslane, alternando entre ambos de un capítulo a otro la voz narrativa, dos miembros o «shatterlings» —clones— del clan Gentian en su largo periplo hacia la reunión «familiar», mientras negocian con diversas razas a cambio de lo que se encuentra en su «tesoro» de información. Una reunión, tras siglos e inmensas distancias interestelares, a la que van a llegar con retraso y que no va a ser precisamente lo que estaban esperando. Y ahí empiezan los tiros.

Los shatterlings dedican sus largas vidas a circunnavegar la galaxia recopilando conocimientos sobre las distintas civilizaciones, alienígenas o humanas, que han ido encontrando, y cada doscientos mil años se reúnen en un punto prefijado para compartir todo lo adquirido fundiéndolos en un saber común, unificando todas sus hebras —las líneas individuales de cada uno de ellos— para obtener un todo mucho mayor. Pero parece que en esta ocasión alguien se ha enfadado con ellos, por razones desconocidas y trágicas consecuencias. Campion y Purslane, con la ayuda de un robot semi amnésico llamado Hesperus perteneciente a la civilización de los mecánicos, intentarán desvelar las razones que han llevado a esa situación, pero no lo van a tener precisamente fácil mientras su vida va a correr peligro en todo momento.

Lo cierto es que el comienzo de la  novela se siente un tanto dubitativo y lento, mientras Reynolds se dedica a sentar las bases de su mundo, de la situación de la galaxia, de la relación de sus dos protagonistas principales y de las causas que van a llevarles a retrasarse en su cita con el resto del clan. En un primer momento el autor parece más interesado y dedicado a presentar el entorno y la relación ilícita de los dos protagonistas, a «construir» el escenario, que a entrar a fondo en la trama. Eso sí, una vez Campion y Purslane lleguen al punto de la reunión las cosas no van a dar ya descanso, uniendo a la descripción de las maravillas galácticas el ritmo sin pausa de la acción y la aventura.

El autor ofrece así una trama de conspiración a escala galáctica, una intriga y misterio que se funden en el pasado lejano. Existe algo, un objeto, una información, que poderosas fuerzas galácticas se encuentran buscando y parecen dispuestos a cualquier cosa, incluido el genocidio, para hacerse con ello o para evitar que otros lo obtengan y salga a la luz. Fuerzas encontradas que tienen a los protagonistas, ignorantes de las motivaciones de lo que está sucediendo, justo en el centro. Juega Reynolds con las percepciones del lector, sin dejar traslucir en momento alguno en quién se puede confiar, sospechando siempre de todos y de todo. La sombra de la duda es la constante y todos los personajes que van encontrándose pueden esconder a un traidor.

Es esta una historia temporalmente monumental, que comenzó milenios atrás, y que, sin embargo, en su trama principal se muestra acertadamente circunscrita a unos personajes y hchos concretos. Una conspiración que debe ser desvelada, cuya acción relevante va a tener luigar en un único planeta y en unas cuantas naves que van a protagonizar una muy larga persecución. Cierto es que el trasfondo abarca milenios, y su resolución casi también, pero al hacer recaer, agradecidamente, la acción en los dos protagonistas principales, Reynolds consigue que la historia no se disperse en exceso,manteniendo en todo momento la emoción y la tensión.

Y no obstante sigue siendo una historia de escala galáctica que se apoya en grandes ideas, con viajes relativistas y una longevidad de los viajeros posible gracias a animación suspendida, éstasis o criogenia, con semi esferas de Dyson, auténticas presas estelares, que encierran soles para evitar las radiaciones de su conversión en novas, con armas capaces de desgarrar la realidad, con restos de civilizaciones desaparecidas milenios atrás pero cuyas obras permanecen como imposibles rompecabezas, con ingeniería genética utilizada en apoyo de la evolución humana...

Interesante resulta precisamente el tema de la construcción de la identidad propia, de cómo diferentes experiencias conforman mentes distintas. Los shatterlings son, al fin y al cabo, la misma persona y, sin embargo, todos tienen su propia personalidad muy diferenciada de los demás, motivada sobre todo por la dispersión galáctica y la larga separación entre reunión y reunión del clan que propicia diferentes experiencias y diferentes formas de asimilar lo descubierto. Y no solo eso, después de tantos milenios viajando, después de tanto tiempo, tanta modificación, tanta dilatación temporal, tanta dispersión... ¿se puede considerar que siguen siendo «humanos» cuando la Humanidad abandonó hace tanto su cuna? Y es que aparte de ellos, y el resto de clanes, el lector también va a encontrarse con muy diferentes sociedades y con distintas formas de encarar la Inteligencia Artificial, desde la fusión humana con la máquina a avanzados androides con una civilización propia.

Si en algo falla la historia es en que las dos líneas, la de Abigail y la de Campion y Purslane, que parecían llamadas a unirse en una revelación final, no terminan de tener la resonancia necesaria. Más allá del obvio origen de los unos en la otra, la trama en sí no se afecta demasiado de la una a la otra. Ambas e sienten, incluso al terminar, demasiado disociadas la una de la otra, siendo los interludios de Abigail una entretenida distracción, curiosa y fascinante en cuanto al futuro que pinta del entorno de nuestro planeta y de la expansión de la raza humana en el Sistema Solar, pero distracción al fin y al cabo, aportando lo justo a la trama principal, poco más allá de algunas pinceladas de la psicología heredada por sus descendientes, humanos o fruto del programa de la realidad virtual. Son casi dos historias en una con lejanos puntos de encuentro.

Casa de soles es, en general, una space opera ágil, interesante y bien narrada; aventura pura, llena de ideas atractivas y fascinantes, a escala galáctica con un desenlace tan sorprendente como gratificante. Con un toque de romance prohibido, casi se podría considerar que incestuoso, que enfrenta a los protagonistas con sus «iguales». Con un misterio por resolver, una conspiración por desvelar, un secreto inconfesable que no debiera salir a la luz y una historia épica y monumentalmente galáctica. A pesar de que, quizá, no raya a la misma altura de complejidad y profundidad que alguna de las novelas del Espacio revelación, lo cierto es que sigue respirando sentido de la maravilla por los cuatro costados.

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