martes, 23 de julio de 2013

Reseña: La furia del aprendiz

La furia del aprendiz.
Codex Alera, 2.

Jim Butcher.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

RBA Libros. Col. Literatura fantástica # 16. Barcelona, 2013. Título original: Academ's Fury. Traducción: Francisco García Lorenzana. 590 páginas.

Segunda entrega de la serie que se iniciara con Las furias de Alera, donde se presentaban ambientación, mundo y personajes principales, la presente recoge las andanzas de una buena parte de ellos, con especial atención en Tavi —el «aprendiz» del título—, dos años después de que se cerrarán los traumáticos eventos de aquella. Por un momento, cuando la historia se inicia, el lector puede temerse que se encuentra de nuevo ante el relato del aprendizaje de un joven «tullido» en una institución que ha de sacar a la luz todo su potencial y que tantas veces ha sido ya narrado, incluidos los amigos fieles ejemplo de lealtad incondicional, los compañeros prepotentes que se dedican a torturarlo por su «debilidad», los profesores que parecen despreciarlo sin más razón que la de ser más inteligente que ellos, el mentor que le apoya como una figura bondadosa, las duras lecciones y exámenes, y toda la parafernalia acostumbrada. Pero no, Butcher enseguida demuestra que es más inteligente que todo eso y, aunque es cierto que vuelve a abusar de ciertos clichés de la fantasía épica más tradicional, ventila el tema en un par de capítulos, lanzando una nueva aventura cargada de emoción y enormes amenazas para los protagonistas y todo el reino.

Con una buena carga de información imprescindible, sobre todo en torno al funcionamiento del Imperio, el ritmo de inicio es algo más pausado, aunque no «moroso» o aburrido, que el de su predecesora, permitiendo al autor profundizar más en los conflictos políticos y en la presentación de las nuevas facciones enfrentadas en la sombra por hacerse con el poder, para paulatinamente ir acelerando y alcanzar un intenso clímax de luchas y revelaciones que no dejan insatisfecho en una obra que es puro entretenimiento. Con pulso firme, personajes sólidos y completos, más y mejor caracterizados hasta alcanzar una profundidad de la que carecían en la anterior, la trama avanza a través de terribles peligros, conspiraciones fratricidas, intrigas en la sombra, decisiones difíciles, dolorosas traiciones..., hasta alcanzar un final de acción desatada narrada con gran amenidad.

La furia del aprendiz potencia la tensión e intriga políticas y «diplomáticas», dando cuenta de un convulso Imperio, con diversas fuerzas pugnando entre sí y amenazando incluso con desatar una guerra civil. Mientras el Primer Señor intenta enfrentarse a un demasiado amplio frente de peligros busca a un tiempo mantener en secreto que las fuerzas empiezan a flaquearle. Las familias nobles empiezan a actuar, posicionándose en secreto para lanzarse a la conquista del poder a la mínima muestra de titubeo o del inicio de movimientos por parte de sus rivales. La única buena noticia para Gaius Sextus es que las distintas conspiraciones recelan tanto entre sí, enfrentadas en intereses contrapuestos, como ansían acceder a su poder, entorpeciéndose las unas a las otras para que no sean sus rivales quienes consigan sus objetivos.

Son tiempos convulsos y la atención del Primer Señor de Alera se encuentra dividida en multitud de frentes, como los excepcionales, en número y fuerza, huracanes que asolan las costas, las extremas condiciones meteorológicas que ponen los cultivos en peligro, la preocupación por la eliminación misteriosa e inexplicable de alguno de sus cursores, las obligaciones del Festival de Final del Invierno o la falta de un heredero cada vez más demandado. Problemas que, a su vez, en esa tarea que el autor está realizando de dotar de un rico y amplio trasfondo político y geográfico a la serie, se unen a la amenaza de los Hombres de Hielo al otro lado de la Muralla del Escudo, las reclamaciones en el Senado de la Liga Diánica, las exigencias del Consorcio Comercial y de la Alianza Esclavista o las cada vez más evidentes intrigas contra la corona por parte de alguna de las más importantes familias nobiliarias, como la ya conocida de Aquitania y la agregación de la de Kalare... Pero, mientras Gaius Sextus se multiplica intentando poner en acción posibles soluciones, un suceso inesperado va a sacarle de la ecuación, sin que llegue a conocer siquiera el inmenso peligro que se cierne sobre Alera.

Una fuerza devastadora, el vord, un horror olvidado por todos salvo por las leyendas más antiguas de los marat, ha salido de su letargo despertada por la «visita »de Tavi y Kitai al Bosque de Cera. La narración se desdobla en dos líneas, devolviendo el protagonismo a algunos de los personajes que aparecieran en la primera entrega de la serie: Bernard, Amara e Isana, Doroga y Kitai, Fidelias, Lady Placida Aquitania y su marido..., y principalmente a Tavi, quien, mientras ejerce como paje y mensajero en la corte al servicio del propio Gaius, ha estado en secreto trabajando duro bajo la atención del viejo maestro Killian para, pese a no contar con el apoyo de ninguna furia, convertirse en cursor.

Su tía Isana, en calidad de una de las primeras mujeres nombradas ciudadana y estatúder, viaja a la capital con motivo del Festival, como una de las bazas de la agenda «oculta» del Primer Señor, algo que la convertirá en objetivo de las fuerzas que buscan desestabilizar el Imperio y que van a ver una ocasión ideal para golpear su estabilidad. Diversos intentos de asesinato le harán tomar en consideración las alianzas más peregrinas. Y mientras en la capital se inicia un juego de sombras, donde nadie quiere que los demás se enteren de lo que está haciendo o tramando, y las traiciones, los dobles juegos y las alianzas extrañas están a la orden del día, en el Valle de Calderon, Bernard y Amara van a hacer frente a una lucha más que desesperada, al tiempo que su amor será puesto a prueba.

Los personajes no obtienen descanso en momento alguno, mientras los problemas y peligros se multiplican a su paso. Tavi debe valerse de su ingenio e inteligencia tanto como de sus recientemente adquiridos conocimientos de lucha; debe suplir con «cerebro» su ausencia de furias que puedan servirle de apoyo. El esclavo Fade tendrá que enfrentar fantasmas de su pasado. Cierto ladrón misterioso, que parece poder evitar todas las alarmas y defensas que las furias pongan en los edificios o comercios que va a robar, deberá elegir sus lealtades.

Butcher, en la tarea de ampliar las fronteras de su mundo, introduce, además de a los vord, otra nueva raza, los canim, enemigos ancestrales de Alera provenientes del otro lado del mar. Enormes y bestiales seres antropomórficos con cabeza de perro que bien podrían ser un guiño al antiguo Egipto —¿Anubis?— en medio de la ambientación de la Roma clásica, y que aspiran a borrar a los aleranos del mapa. En una tensa tregua, en Alera Imperial se encuentra instalada una pequeña delegación al mando del embajador Varg; quien se va a encontrar en una muy difícil posición, debatiéndose entre la lealtad, el deber, el honor y el desprecio que le causan los aleranos.

Conforme la madeja se va desenrollando, la falta cuantitativa —de cantidades, no de emoción— de la épica inherente a las batallas con gran número de tropas como al que cerraba el volumen anterior va a ser suplida de forma magistral con dos luchas desesperadas, dos defensas a muerte de unas posiciones críticas en lugares cerrados, en unas condiciones de inferioridad que conducen a actos de enorme heroísmo.

Junto al uso de los recursivos tópicos, que llevan no obstante a giros interesantes, se podría argüir que existe en la narración un «defecto» menor, aunque en ocasiones irritante, al sacarse Butcher demasiadas soluciones «de la manga». Temas que de pronto tienen una importancia vital, que no habían sido tratados hasta el momento, aparecen como si fueran ocurrencias de última hora para salvar la situación, aunque por su importancia sin duda deberían haber sido conocidos previamente por los lectores. Existen también ciertas decisiones tomadas en base a unos «saltos deductivos» —más bien «intuitivos»— que se antoja tienen poca base para llevar a las conclusiones obtenidas. El recurrente deux ex machina, el rescate en el último suspiro, debiera ser un recurso del que no se abusase, para mantener el misterio, la verosimilitud y la sorpresa, y sin embargo el autor parece estar suscrito al mismo, rebajando de alguna manera la tensión inherente a ciertas situaciones muy peliagudas. Mas lo cierto es que, en medio de tanto peligro, combate y traiciones un poco de «ayuda divina» tampoco les viene mal a los protagonistas.

Entretenimiento, intriga, acción, sacrificios, alianzas antinaturales, combates desesperados... El punto final de esta aventura, que deja atados todos los cabos que se han ido desplegando a lo largo del libro, no es, sin embargo, más que un alto en el camino, pues las amenazas siguen cubriendo de negros nubarrones el futuro del Imperio alerano. Al fin y al cabo se trata tan solo de un episodio de una historia mucho mayor —cuando menos, quedan todavía otros cuatro tomos—. Que RBA no nos haga esperar demasiado.

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