jueves, 11 de julio de 2013

Reseña: La guerra más fría

La guerra más fría.
Tríptico de Asclepia II.

Ian Tregillis.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Random. Barcelona, 2013. Título original: The Coldest War. Traducción: Manu Viciano. 461 páginas.

La ucronía que se iniciaba en Semillas amargas sigue su curso natural y la realidad que el lector se va a encontrar en estas páginas difiere con mucho de la nuestra. Tregillis no se toma tiempo para recapitular y lanza a sus lectores a un punto que se encuentra tiempo después del cierre de la anterior entrega. La guerra más fría evade con eficacia su condición de «libro» central de la trilogía, del tradicional libro de «tránsito» en que los personajes y tramas se recolocan pero en realidad no avanzan, aunque es de advertir que no se debe leer de forma independiente, pues se hace necesario conocer lo narrado anteriormente. En 1963 los soviets dominan prácticamente toda Europa y un buen pedazo de Asia, desde la dividida París hasta la costa del Pacífico oriental, y se encuentran en un tenso equilibrio con Gran Bretaña y sus colonias, mientras los EE.UU. siguen bajo los efectos de la Gran Depresión y en Asia central y oriental existe una nueva zona de influencia bajo la dirección de Japón. Esta segunda entrega del Tríptico de Asclepia ofrece una historia cargada de intriga y suspense; un relato de espías llena de quiebros y de momentos de acción explosiva fusionado con un thriller fantástico que mezcla sin rubor ciencia ficción y magia cuasi lovecraftiana en un cóctel incalificable, pero muy refrescante. Es éste un libro tanto o más oscuro que su predecesor, sombrío y amargo, con personajes destinados a sufrir y a cuestionarse muchos de sus actos cuando la guerra que los motivó ya ha terminado. Pero siempre hay nuevas guerras que luchar...

Centrado en la historia que se trae entre manos, Tregillis presenta, pero no termina de explotar, una interesante realidad alternativa que, para inmensa frustración, queda en un segundo plano referencial, como un mero telón de fondo de la trama principal, haciendo mención, pero no profundizando de ciertos aspectos de la situación geo-política mundial realmente atractivos —ese Japón emergente, esos EE.UU. debilitados, esa Europa subyugada en su totalidad detrás del telón de acero...—. Prácticamente toda la narración discurre en territorio británico, en Londres en concreto, mientras lo que pueda estar sucediendo en otras partes del mundo, incluida la propia URSS, queda fuera del foco de la narración, salvo breves apuntes como algunos «sucesos» relevantes en Afganistán.

Klaus y Gretel escapan de las instalaciones secretas en las han permanecido prisioneros los últimos veintidós años, y donde sus captores han sacado buen provecho de su presencia y de las investigaciones del doctor Von Westarp para desarrollar su propio cuerpo de super soldados. Así, lo único que se puede oponer al nuevo poder soviético es la presencia en suelo británico de los brujos que ya hicieran frente a la amenaza nazi en la II Guerra Mundial..., pero ahora, uno por uno, esos brujos están siendo silenciosamente eliminados. La guerra fría podría muy bien estar a punto de entrar en una fase de calentamiento. Sin embargo, hay algo que la Unión Soviética desconoce, algo en lo que Asclepia ha estado trabajando en secreto durante estas dos décadas.

Una vez más, el destino llama a la puerta de Raybould Mars, un hombre castigado duramente por la vida, desgraciado en un matrimonio envenenado por la presencia de un hijo sin mente que requiere continuos y enormes cuidados; un hombre, convertido apenas en una sombra de lo que fuera, condenado a trabajar como jardinero después de haber perdido todos sus anteriores empleos, que se encuentra al borde del precipicio... ¿Contestará a la llamada de la patria o seguirá ahogando sus penas en alcohol y remordimientos vacuos?

Al albur de las manipulaciones de Gretel, los nuevos y alguno de los antiguos componentes de Asclepia deberán tomar una serie de difíciles decisiones que podrían salvaguardar su mundo... o destruirlo. Unos y otros, los que vivieron la guerra y conocen los sacrificios realizados y el precio de sangre pagado, y los que han llegado después, tienen muy diferentes puntos de vista de la seriedad de lo que está sucediendo y de las supuestas oportunidades que conlleva. Incluso los antiguos compañeros van a encontrarse en posiciones enfrentadas e irreconciliables, con una tensión palpable entre ellos. El recuerdo de lo que tuvieron que hacer para mantener Gran Bretaña a salvo marca a fuego de forma indeleble sus vidas y sus relaciones.

Y es que en esta ocasión, Gretel es el indudable centro y motor de la trama, el punto sobre el que pivotan todas las acciones de los demás protagonistas, aunque quizá no sea el personaje principal, sino que se encuentra casi todo el rato entre bambalinas. Dentro de su aparente psicosis no deja nada al azar, manejando a los que la rodean con la fría indiferencia de una titiritera magistral, convertidos Marsh y toda su gente en sus reluctantes marionetas. Pero ¿es simple locura o hay un propósito detrás de todo ello? Tortuosa y cruel, calculadora e inmisericorde, Gretel no dudará en sacrificar a cuantas personas sea, conocidos y desconocidos por igual, para alcanzar su misterioso objetivo, su plan maestro, el futuro por ella deseado.

Las piezas sembradas en Semillas amargas empiezan a florecer y el lector va a conocer más del funcionamiento del poder de la mestiza gitana. Pequeños detalles del libro anterior cobran aquí sentido —sobre todo en el sorprendente final—. Inexplicables decisiones alcanzan su razón de ser. Como un rompecabezas que va tomando forma, ciertas escenas demuestran que el autor tenía toda la trama perfectamente imaginada desde el inicio de la primera novela. Todo va encajando, aunque también va sembrando muchas posibles pistas para el futuro.

Los protagonistas que repiten de la anterior novela han evolucionado en este tiempo, han envejecido y cambiado, consumidos por los eventos que les tocó vivir en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Marsh no ve la forma de recomponer su vida. Klaus intenta salir de debajo de la sombra de su hermana, sabiendo que nunca ha sido más que un juguete en sus manos. Desea tomar las riendas de su vida, pero sabe que nunca podrá hacerlo mientras permanezca al lado de Gretel. Es un personaje triste, derrotado, vacío y a la búsqueda de una redención que le llene. William Beauclerk ha reconstruido su existencia e incluso es el único que puede decir que siente algo parecido a la felicidad, aunque el recuerdo del precio pagado ante los eidolones no le permite disfrutarla en plenitud. Ha encontrado una esposa que calma su dolor, se ha reconciliado con su hermano y tiene un satisfactorio trabajo sirviendo de puente para la colaboración con la Unión Soviética, pero no es suficiente. Y Reinhardt..., bueno, Reinhardt sigue siendo el mismo hijo de mala madre, egoísta y cruel, pero todavía con menos suerte, que fuera entonces.

En La guerra más fría el lector se va a encontrar de nuevo con unos personajes llevados más allá de sus límites y forzados a elegir entre el mal conocido o el mal por conocer. Han sufrido horrores de los que no han salido indemnes en absoluto, pero con los que, de una forma u otra, habían aprendido a convivir, y ahora les toca elegir de nuevo si la salvación de muchos justifica la muerte de algunos. Potenciando la ambientación de espionaje y contraespionaje, con «activos» infiltrados en territorio enemigo, dobles agentes, agregados culturales que no son lo que dicen ser, tácticas de desinformación, fintas dentro de fintas, asesinatos, juegos de poder..., la emoción, el interés, el suspense y la aventura están garantizados. Y mientras la amenaza crece de forma exponencial, hay una tensión palpable y creciente, mientras los protagonistas vuelven a cuestionarse hasta dónde son capaces de llegar para defender a su país y a sus seres amados, cuántos «daños colaterales» son capaces de aceptar, cuántos sacrificios están dispuestos a afrontar y en nombre de quién.

Y, al final, no obstante, un rayo de esperanza se abre paso ante tanta oscuridad, drama y tristeza, y deja el escenario limpio y preparado para la continuación, Un mal necesario, con un cliffhanger brutal, que nadie debiera conocer de antemano, y con el que se empieza a decidir el futuro de la Humanidad.

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