Ian Tregillis.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Random. Barcelona,
2013. Título original: The Coldest War. Traducción: Manu Viciano.
461 páginas.
La ucronía que se
iniciaba en Semillas amargas sigue su curso natural y
la realidad que el lector se va a encontrar en estas páginas difiere con mucho de la
nuestra. Tregillis no se toma tiempo para recapitular y lanza
a sus lectores a un punto que se encuentra tiempo después del cierre
de la anterior entrega. La guerra más fría evade con
eficacia su condición de «libro» central de la trilogía, del
tradicional libro de «tránsito» en que los personajes y tramas se
recolocan pero en realidad no avanzan, aunque es de advertir que no
se debe leer de forma independiente, pues se hace necesario conocer
lo narrado anteriormente. En 1963 los soviets
dominan prácticamente toda Europa y un buen pedazo de
Asia, desde la dividida París hasta la costa del Pacífico oriental, y se encuentran en
un tenso equilibrio con Gran Bretaña y sus colonias, mientras
los EE.UU. siguen bajo los efectos de la Gran Depresión y en
Asia central y oriental existe una nueva zona de influencia bajo la
dirección de Japón. Esta segunda entrega del Tríptico de Asclepia ofrece una historia
cargada de intriga y suspense; un relato de espías llena de quiebros
y de momentos de acción explosiva fusionado con un thriller
fantástico que mezcla sin rubor ciencia ficción y
magia cuasi lovecraftiana en un cóctel incalificable,
pero muy refrescante. Es éste un libro tanto o más oscuro que su
predecesor, sombrío y amargo, con personajes destinados a sufrir y a
cuestionarse muchos de sus actos cuando la guerra que los motivó ya ha terminado. Pero siempre hay nuevas guerras que luchar...
Centrado en la historia
que se trae entre manos, Tregillis presenta, pero no termina
de explotar, una interesante realidad alternativa que, para inmensa
frustración, queda en un segundo plano referencial, como un mero
telón de fondo de la trama principal, haciendo mención, pero no
profundizando de ciertos aspectos de la situación geo-política
mundial realmente atractivos —ese Japón emergente, esos EE.UU.
debilitados, esa Europa subyugada en su totalidad detrás del telón
de acero...—. Prácticamente toda la narración discurre en
territorio británico, en Londres en concreto, mientras lo que
pueda estar sucediendo en otras partes del mundo, incluida la propia
URSS, queda fuera del foco de la narración, salvo breves apuntes
como algunos «sucesos» relevantes en Afganistán.
Klaus y Gretel
escapan de las instalaciones secretas en las han permanecido
prisioneros los últimos veintidós años, y donde sus captores han
sacado buen provecho de su presencia y de las investigaciones del
doctor Von Westarp para desarrollar su propio cuerpo de super
soldados. Así, lo único que se puede oponer al nuevo poder
soviético es la presencia en suelo británico de los brujos que ya
hicieran frente a la amenaza nazi en la II Guerra
Mundial..., pero ahora, uno por uno, esos brujos están siendo
silenciosamente eliminados. La guerra fría podría muy bien
estar a punto de entrar en una fase de calentamiento. Sin embargo,
hay algo que la Unión Soviética desconoce, algo en lo que
Asclepia ha estado trabajando en secreto durante estas dos
décadas.
Una vez más, el destino
llama a la puerta de Raybould Mars, un hombre castigado
duramente por la vida, desgraciado en un matrimonio envenenado por la
presencia de un hijo sin mente que requiere continuos y enormes
cuidados; un hombre, convertido apenas en una sombra de lo que fuera,
condenado a trabajar como jardinero después de haber perdido todos
sus anteriores empleos, que se encuentra al borde del precipicio...
¿Contestará a la llamada de la patria o seguirá ahogando sus penas
en alcohol y remordimientos vacuos?
Al albur de las
manipulaciones de Gretel, los nuevos y alguno de los antiguos
componentes de Asclepia deberán tomar una serie de difíciles
decisiones que podrían salvaguardar su mundo... o destruirlo. Unos y
otros, los que vivieron la guerra y conocen los sacrificios
realizados y el precio de sangre pagado, y los que han llegado
después, tienen muy diferentes puntos de vista de la seriedad de lo
que está sucediendo y de las supuestas oportunidades que conlleva.
Incluso los antiguos compañeros van a encontrarse en posiciones
enfrentadas e irreconciliables, con una tensión palpable entre
ellos. El recuerdo de lo que tuvieron que hacer para mantener Gran
Bretaña a salvo marca a fuego de forma indeleble sus vidas y sus
relaciones.
Y es que en esta ocasión, Gretel
es el indudable centro y motor de la trama, el punto sobre el que
pivotan todas las acciones de los demás protagonistas, aunque quizá
no sea el personaje principal, sino que se encuentra casi todo el
rato entre bambalinas. Dentro de su aparente psicosis no deja nada al
azar, manejando a los que la rodean con la fría indiferencia de una
titiritera magistral, convertidos Marsh y toda su gente en sus
reluctantes marionetas. Pero ¿es simple locura o hay un propósito
detrás de todo ello? Tortuosa y cruel, calculadora e inmisericorde,
Gretel no dudará en sacrificar a cuantas personas sea, conocidos y
desconocidos por igual, para alcanzar su misterioso objetivo, su plan
maestro, el futuro por ella deseado.
Las piezas sembradas en
Semillas amargas empiezan a florecer y el lector va a
conocer más del funcionamiento del poder de la mestiza gitana.
Pequeños detalles del libro anterior cobran aquí sentido —sobre
todo en el sorprendente final—. Inexplicables decisiones alcanzan
su razón de ser. Como un rompecabezas que va tomando forma, ciertas
escenas demuestran que el autor tenía toda la trama perfectamente
imaginada desde el inicio de la primera novela. Todo va encajando,
aunque también va sembrando muchas posibles pistas para el futuro.
Los protagonistas que
repiten de la anterior novela han evolucionado en este tiempo, han
envejecido y cambiado, consumidos por los eventos que les tocó vivir
en las postrimerías de la II Guerra Mundial. Marsh no ve la
forma de recomponer su vida. Klaus intenta salir de debajo de
la sombra de su hermana, sabiendo que nunca ha sido más que un
juguete en sus manos. Desea tomar las riendas de su vida, pero sabe
que nunca podrá hacerlo mientras permanezca al lado de Gretel. Es un
personaje triste, derrotado, vacío y a la búsqueda de una redención
que le llene. William Beauclerk ha reconstruido su existencia
e incluso es el único que puede decir que siente algo parecido a la
felicidad, aunque el recuerdo del precio pagado ante los eidolones no
le permite disfrutarla en plenitud. Ha encontrado una esposa que
calma su dolor, se ha reconciliado con su hermano y tiene un
satisfactorio trabajo sirviendo de puente para la colaboración con
la Unión Soviética, pero no es suficiente. Y Reinhardt...,
bueno, Reinhardt sigue siendo el mismo hijo de mala madre, egoísta y
cruel, pero todavía con menos suerte, que fuera entonces.
En La guerra más fría
el lector se va a encontrar de nuevo con unos personajes llevados más
allá de sus límites y forzados a elegir entre el mal conocido o el
mal por conocer. Han sufrido horrores de los que no han salido
indemnes en absoluto, pero con los que, de una forma u otra, habían
aprendido a convivir, y ahora les toca elegir de nuevo si la
salvación de muchos justifica la muerte de algunos. Potenciando la
ambientación de espionaje y contraespionaje, con «activos»
infiltrados en territorio enemigo, dobles agentes, agregados
culturales que no son lo que dicen ser, tácticas de desinformación,
fintas dentro de fintas, asesinatos, juegos de poder..., la emoción,
el interés, el suspense y la aventura están garantizados. Y
mientras la amenaza crece de forma exponencial, hay una tensión
palpable y creciente, mientras los protagonistas vuelven a
cuestionarse hasta dónde son capaces de llegar para defender a su
país y a sus seres amados, cuántos «daños colaterales» son
capaces de aceptar, cuántos sacrificios están dispuestos a afrontar
y en nombre de quién.
Y, al final, no obstante,
un rayo de esperanza se abre paso ante tanta oscuridad, drama y
tristeza, y deja el escenario limpio y preparado para la
continuación, Un mal necesario, con un cliffhanger brutal, que nadie
debiera conocer de antemano, y con el que se empieza a decidir el
futuro de la Humanidad.
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Reseña de otras obras del autor:
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