Las crónicas del Silo, 2.
Hugh Howey.
Hugh Howey.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Minotauro. Col.
Ciencia ficción. Barcelona, 2014. Título original: Shift.
Traducción: Manuel Mata. 575 páginas.
Tras descubrir ―aquellos
que leyeran el libro, claro― qué era ese claustrofóbico y
opresivo lugar subterráneo, ese «silo» donde se desarrollaba la
acción de Espejismo (wool), ahora ha llegado el
momento de saber cómo y porqué sus habitantes llegaron a quedar
encerrados allá dentro, quién concibió semejante proyecto y cuáles eran sus
motivaciones para construirlo. Desolación (shift)
es así, de inicio, no una continuación, sino una «precuela» y,
después, una historia paralela de la anterior. El autor vuelve a
utilizar una estructura similar: tres historias consecutivas
―publicadas en origen en formato electrónico por separado― y,
más o menos, «independientes», que, continuándose las unas a las
otras, conforman en realidad un todo, recopiladas a posteriori en un solo volumen,
el que nos ocupa, que viene a narrar en conjunto los hechos que
llevaron a la situación que los lectores conocieran en la anterior
entrega: un mundo postapocalíptico donde los supuestos últimos
restos de la Humanidad viven encerrados en unos grandes «edificios»
subterráneos, único refugio contra la atmósfera irrespirable del
exterior.
Howey,
creando un futuro tan literariamente atractivo como intelectualmente
aterrador, juega en esta ocasión con elementos técnicos y
científicos que quizá se encuentran ya al ancance de la mano como
la nanotecnología, con grandes avances y aplicaciones médicas para
―entre otros― la prolongación de la vida; la criogenía,
teóricamente prohibida en ese futuro; o la modificación de las
mentes mediante fármacos como el propanolol que ayudan a
borrar y reconstruir recuerdos... Iniciando la historia en un futuro
relativamente cercano, en 2049, y echando mano de temas tan de
actualidad como el terrorismo internacional o las guerras en Oriente
Medio que sirven para «justificar» políticas atroces, desde un
principio el autor plantea cómo el miedo al otro, al enemigo, lleva
a realizar acciones desesperadas, y cómo los poderosos siempre
gustan de disponer del destino de los demás, sin consultárselo,
siempre que ellos no se vean perjudicados.
Desolación (shift)
se compone de tres partes, donde el hilo central conductor de todas
ellas son los «turnos» de servicio que se establecen desde su
principio en el silo 1. Un silo diferente de todos los demás,
pues, en lugar de una población que se perpetúa de generación en
generación, existe allí un contingente estable, criogenizada en su
mayor parte y donde los hombres ―y sólo los hombres, las mujeres
siguen «durmiendo»
y, por tanto, no hay reproducción posible― son despertados para
cumplir sus obligaciones en diferentes puestos durante breves
periodos de tiempo y vueltos a congelar después hasta la siguiente
ocasión. A su vez, aparte de esta historia «central», cada una de
las tres partes desarrolla una particular trama «paralela» que
sirve de contrapunto a lo que está sucediendo allí y que avanza
inexorable hacia el contacto con la novela precedente.
En el primer turno,
Legado, la acción se divide, mediante capítulos
alternos, entre los años 2049-2052, donde Donald Keene,
recién elegido congresista de los EE.UU., obtiene un importante
encargo de manos del senador Thurman ―de quien depende
políticamente y que, además, es el padre de Anna, una
antigua novia de la universidad también presente en el desarrollo
del proyecto― y el año 2110, donde un desorientado Troy
es sacado de un largo sueño criogénico para cumplir su «primer
turno» de servicio de seis meses en el Silo 1. Por un lado, Donald,
utilizando los conocimientos adquiridos en sus estudios de
arquitectura y partiendo de un proyecto de su carrera de un gran
edificio autosostenible, deberá colaborar en el diseño de una
especie de mega bunker donde una población «significativa»
―políticos, militares, sus familiares…― pueda refugiarse ante
ciertas amenazas. Sin embargo, como un pequeño engranaje en una
enorme maquinaria, la conspiración le sobrepasa y, superado por el
secretismo de las políticas de Washington D.C., Donald no conoce ni
sospecha el verdadero alcance de lo que están construyendo; pero lo
que sí sabe es que las muchas horas dedicadas a este trabajo y la
distancia con su hogar están afectando a su matrimonio y al resto de
su vida. Por otro lado, Troy debe adaptarse a su nueva
realidad, luchando contra unos recuerdos que no deberían estar allí
y buscando respuestas que no se encuentran a su alcance. De alguna
manera inevitable, no podía ser de otra forma, ambas historias van a
confluir desde la distancia y esta primera parte se cierra con un
final anticipado y esperado por los que ya hayan leído Espejismo,
pero no menos dramático y demoledor por ello.
En el segundo turno,
Orden, la acción se reparte esta vez alternativamente
entre el Silo 1, donde Troy es despertado de nuevo, descubriendo que
muchas cosas han cambiado a pesar de que todo parece básicamente lo
mismo; y el silo 18, que se encuentra la borde del estallido
social. Hay grandes signos de que las cosas están empezando a
marchar realmente mal en todos los ámbitos. Donald vuelve a hacer
acto de presencia, situándose en el centro de una situación muy
complicada que sirve para luz las medidas que los diseñadores del
proyecto previeron para evitar el fracaso del mismo. Mientras tanto,
en el 18, en el año del gran levantamiento, Mission
Jones, un joven porteador, va a ver cómo su vida se pone patas
arriba, mientras todo se deteriora a su alrededor. De alguna manera,
esta entrega central, repite ciertos temas y esquemas ya explotados
en Espejismo (wool), con una revolución interna que
pone contra las cuerdas el funcionamiento y continuidad de la
sociedad del silo 18. La deshumanización que lucha contra la empatía
dentro del delicado y cerrado mundo del futuro. La tiranía, la
ignorancia y el secretismo. Las dudas sobre la mejor forma de hacer
las cosas... Sirve todo ello, además, para apuntalar las enormes
diferencias existentes entre el silo 1 y todos los demás.
Se antoja que Donald,
uno de los personajes recurrentes gracias a la criogenia y, de alguna
forma, actor principal de este drama, se encuentra sin embargo en
todo momento simplemente reaccionando ante lo que le rodea ―no sólo
aquí, sino en la anterior historia también―, sin tomar decisiones
sino dejándose llevar por los actos de, entre otros, aquellos que
dirigen y controlan el proyecto desde su principio. No es un
protagonista activo, sino apenas un pelele que se deja llevar por la
corriente para satisfacer todos los deseos de sus superiores aún a
costa de «adormecer» su propia conciencia a base de fármacos. No
es hasta mucho más tarde cuando empieza a coger las riendas de su
propia existencia, cuando quizá ya sea demasiado tarde. Es, en todos
los aspectos, un triste antihéroe que debe sobreponerse, aún a
costa de bucear bajo ellos, a todos los dilemas morales que salen a
su paso y cargar con su básica humanidad, aún a riesgo de perderla,
y de perderse él mismo, por el camino.
En el tercer turno,
Pacto, saltando entre los años 2312, con la
acción situada en el silo 17, donde el adolescente Jimmy
Parker va a ver como una terrible «pesadilla» se adueña de su
vida tras una cruenta sublevación, hasta el año 2345 en el
silo 1, donde gracias al milagro de la criogenía, el lector
se reencuentra una vez más con alguno de los personajes de las dos
anteriores historias, aunque para sorpresa del principal implicado
parece que alguien ha cometido un terrible error de identidad… Un
«error» que va a conducir a una venganza tan irracionalmente humana
como mezquina y triste, al tiempo que da un nuevo enfoque al destino
del proyecto con el intento de descubrir si realmente el mundo del
exterior es tan tóxico como les han hecho creer ―algo que el
lector ya sabe, y con lo que Howey juega a la perfección
entre guiños y giros sopresa― y qué es lo que se puede encontrar
más allá de los silos.
Con este tercer turno se
«cierra» el círculo y conecta la trama con el final del libro
previo. Los lectores de Espejismo (wool) van a identificar
pronto, sin duda, la génesis de uno de los protagonistas de una de
las partes de esa novela, narrando de forma ampliada una historia ya
conocida. Se encuentran perfectamente retratados los efectos que la
lucha y el aislamiento durante treinta y cuatro años van a causar en
Jimmy, un auténtico Robinson sin un Jueves que
le ate a la cordura: la soledad, la supervivencia sin esperanza, la
locura, la confusión, la paranoia, la destrucción psicológica…
Mientras, en el silo 1 se empieza a descubrir el auténtico plan tras
todo el proyecto de construcción de todo el complejo, los objetivos reales,
las decisiones y consecuencias, y no es algo agradable en absoluto.
Justo cuando parece intuirse un mínimo rayo de esperanza, el final
deja ominosas amenazas en el aire para empezar con fuerza el tercer
volumen.
Howey hace gala de
una narración muy ágil y rápida, con escenas y capítulos breves,
que saltan entre dos historias que terminan confluyendo en cada
«turno» evitando los puntos muertos a base de ―muchos―
cliffhangers y precisas elipsis. La historia de Desolación
(shift) abarca de esta manera un periodo de varios siglos,
desde el inicio del proyecto de construcción de los silos en un
futuro cercano hasta el momento en que la historia conecta con el
final de Espejismo (wool). Remarcando el atractivo de
todos sus componentes: conspiraciones políticas, acción,
introspección, estudio de la naturaleza humana en situaciones
límite, suspense e intriga, angustia vital, secretos, mentiras y
traiciones…, tal vez el conjunto se sienta un poco por debajo del nivel
alcanzado por el volumen precedente, sirviendo sobre todo para
ampliar el conocimiento del funcionamiento de estos mundos
subterráneos, pero resintiéndose algo ante la falta de una parte de
la emoción, de esa tensión ante el desconocimiento de lo que depara
el futuro, que mostraba la anterior.
Y es que Desolación
(shift), obviamente, no tiene ya tanta capacidad de intriga y
sorpresa como su predecesora ―salvo que no se haya leído la misma y
se comience directamente por ésta― ante el mundo en que se
desarrolla la acción, lo cual no significa en absoluto que se trate
de una mala historia. El lector ya conoce la razón principal de la
existencia de los silos, ya ha sentido la claustrofobia y la
desesperación de sus habitantes, ya ha visto las duras condiciones
de vida y la rígida sociedad que se ha desarrollado en ellos, así
que la decisión de Howey de volver sobre sus pasos y ofrecer
toda esta línea previa parece perfectamente acertada de cara hacia
la creación de la debida intensidad en el enfrentamiento que se
avecina. Pero no se puede negar que resulta un tanto frustrante, pues
lo que el lector deseaba al cerrar Espejismo (wool) era
asistir precisamente a ese prometido combate que aquí se le hurta.
Algo que ahora, sin embargo, se anticipa incluso más atractivo con
el conocimiento de todos los antecedentes, ya que al cerrar el
presente volumen queda todavía más claro que no todo es blanco o
negro en este mundo polvoriento y que los enemigos no siempre son los
que deberían. Así, esta entrega sirve para crear el necesario
trasfondo que lleva a entender cómo y porqué se ha llegado hasta la
situación que el lector ya conocía con anterioridad, al tiempo que
lo deja todo preparado para su esperado desenlace. Ya falta menos
para la publicación en español, el próximo octubre, de la tercera
y última entrega, Vestigios (dust), donde el lector
debería poder descubrir qué pasó después...
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Reseña de otras obras del autor:
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