Cuentos fantásticos /
1.
Richard Matheson.
Reseña de: Santiago
Gª Soláns.
Ed. Gigamesh. Col.
Gigamesh ficción # 53. Barcelona, 2014. Título original: Collected
Stories. Traducción: Pilar Ramírez. 590 páginas.
Richard Matheson (1926-2013) es
leyenda. No cabe duda. Y esta antología ―primera de dos― da
cuenta de algunas de las razones para ello. El presente volumen
recopila nada menos que 42 relatos, la gran mayoría de la
producción del autor entre los años 1950 y 1954, el que
fuera quizá el periodo más fértil de la pluma del autor. Resulta
llamativo, y da muestra del buen hacer de la editorial ―y de la
traductora, cabe añadir―, que desde aquel «cuadernillo»
promocional que Gigamesh editara para el Día del Libro de
2008, para esta edición se haya revisado incluso la traducción de
aquellos primeros cuentos; algo que se nota sobre todo en el muy
inquietante relato que da título al volumen y que en esta nueva
«versión» refleja con mayor fuerza la extrañeza de la forma de
expresarse del narrador en primera persona. 42 cuentos, una barbaridad y una
gozada; pues, entre el realismo cotidiano, la ciencia ficción y la
fantasía oscura ―terror―, un gran número de estos relatos
pueden ser considerados sin temor auténticos clásicos, con el
innegable saborcillo pulp de la época en que fueron
escritos; y, sin embargo, resulta sorprendente cómo mantienen una absoluta
actualidad y frescura la mayoría de ellos.
El libro se abre con la
Presentación de Luis Pestarini, a la que siguen la
Introducción y la Adenda que el propio autor hizo para
sendas ediciones de esta magna recopilación, en 1989 y 2003
respectivamente, dando cuenta de la profunda «paranoia» que le
llevó a escribir prácticamente todos estos cuentos casi como una
forma de exorcizar sus demonios internos y enfrentarse con la mente
despejada al mundo. Como un muy interesante plus, cada relato
se cierra con un pequeño comentario del autor, una especie de
psicoanálisis de sus propias historias que sirve de una forma muy
interesante para conocer su propia opinión, recuerdo, inspiración o
impresiones sobre lo que escribió hace ya tanto tiempo. Además el
lector así puede ser consciente de cuántos de estos cuentos han
sido trasladadas al medio televisivo o cinematográfico.
Es obvio que en 42
relatos se puede encontrar de todo ―incluso alguno del que el
propio Matheson opina que no era demasiado bueno―. Muchos
temas, géneros, ambientaciones, protagonistas y escenarios; y muchas
formas de enfrentarlos y desarrollarlos, de lo más serio a lo
divertido. Hay en algunos de sus temas algo muy bradburiano, y no
solo por su uso de los marcianos, sino también en lo ominoso de
algún planteamiento y en la «normalidad» de sus personajes. Es
curioso el recurrente uso por parte del autor del «escritor» como
uno de sus narradores más utilizados. También resulta llamativa la
facilidad de la que hace gala para cambiar de estilo, de punto de
vista ―primera y tercera persona por igual― y de ritmo entre unos
y otros, dando forma a una serie de cuentos siempre «elegantes»,
que van desde lo más experimental ―el propio relato que da título
al volumen― hasta lo casi decimonónico, desde el humor al
surrealismo, de la fantasía cotidiana al horror más cercano…
dando cuenta de la enorme variedad de registros del autor. Destaca su
enorme capacidad para colocar a esas personas absolutamente normales,
anodinas incluso, en las más disparatadas situaciones, y seguir
manteniendo en ellos unas reacciones de lo más humanas y
comprensibles ―incluso ante el propio fin del mundo―.
Es obvio que se trata de
cuentos «hijos» de su época, el principio de la década de los 50
del siglo pasado, tiempos de carestías y de pujanza industrial en
los que todavía se confiaba mucho en los grandes avances científicos
que se oteaban en el horizonte y se soñaba incluso con alcanzar
otros planetas en un marco temporal no demasiado lejano; con la
II Guerra Mundial, y todo lo que supuso para el mundo, todavía muy
reciente en la memoria, con la amenaza atómica y otras calamidades
planeando sobre el futuro y, no obstante, un optimismo vital difícil
de negar. Vistos desde la óptica de hoy en día pueden resultar
incluso ingenuos; pero no se puede negar la capacidad de muchos de
ellos para estremecer interiormente, con un toque más angustioso que
terrorífico, eso sí. Casas encantadas, mutaciones humanas,
gasolineras perdidas en medio de ninguna parte, bloques de edificios
de lo más inocente, trajes que no son lo que parecen, personas a
punto de convertirse en otra cosa, marionetas marcianas, viajes en el
tiempo y el espacio, brujas adolescentes, extraterrestres con
insidiosos afanes de conquista, hombres de la calle superados por las
circunstancias extrañas que se apoderan de su vida, teléfonos que
conectan con lugares imposibles, individuos que ven conspiraciones en
todo lo que les rodea ―una vez más la recurrente paranoia―,
robots con aspecto humano, una madre que quiere recuperar a cualquier
precio a su hijo...
Relatos que exploran los
miedos cotidianos del ser humano de a pie, del hombre común y
corriente: el perder a un esposo ―ya sea en un viaje temporal o en
una sórdida cafetería―, a una hija en otra dimensión; miedo a
perder la memoria, el trabajo, la identidad ―o su suplantación―,
a enfrentarse a seres de otros planetas ―un Marte habitado todavía
era una posibilidad a tener en consideración―, a la
deshumanización tecnológica ―las máquinas ocupando el lugar de
los seres humanos o rebelándose contra los mismos de las maneras más
inesperadas―; miedo a la discriminación social y racial ―simbolizada
en el «otro», en el marciano o el extraterrestre, el diferente―...
Y sí, es cierto que
algunos de los relatos se han quedado algo obsoletos, sobre todo
aquellos situados en el «futuro» y que implican cierto desarrollo
de la tecnología que no es la que podemos ver ahora mismo a nuestro
alrededor ―discos de vinilo, pistolas de rayos, ausencia de
ordenadores, internet o teléfonos inteligentes…― o en el
desarrollo de las sociedades futuras que plantean; pero lo cierto es
que leídos con la debida perspectiva del momento y el espíritu con el que fueron escritos siguen siendo un prodigio
de imaginación y maravilla. Y es que se trata de cuentos que muchas
veces utilizan el elemento fantástico como un mero toque de
atención, una forma de subvertir la realidad y darle un nuevo, e
inquietante, significado. Cuentos que con una frase final lapidaria
cambian el sentido de todo lo anterior, con un giro sorprendente que
obliga al lector a reinterpretar todo lo que ha leído. Matheson
juega de forma sutil con la anticipación del lector para adelantarse
a sus deducciones y sospechas y darle lo que no espera. Llamados a
estremecer, a conmover, a sorprender, a horrorizar o a empatizar, no
dejan indiferente y se leen con el agrado de las historias
fantásticas que no pasan de moda.
Nacido de hombre y
mujer, y otros relatos espeluznantes incluye los siguientes
relatos:
Nacido de hombre y
mujer.
El tercero desde el
sol.
Cuando duerme el que
vela.
Hijo de sangre.
El hombre es lo que
viste.
El vestido de seda
blanca.
Regreso.
La cosa.
Por los canales.
Guerra de brujas.
Aviso previo.
Hermanos de las
máquinas.
Co…
Querida, cuando estás
cerca de mí.
Casa de locos.
Un bloque espacioso.
El anuncio de la SRL.
Un castigo
proporcionado.
La nave de la muerte.
Desaparición.
Los desheredados.
Servicio de difuntos.
Se cierra el círculo.
El último día.
Lázaro II.
Legión de
conspiradores.
La niñita perdida.
Conferencia
telefónica.
La Casa Carnicero.
Intruso.
La boda.
Paja mojada.
El ser.
El niño curioso.
Querido diario.
Descenso.
El muñeco que lo hace
todo.
El hombre que creó el
mundo.
La prueba.
El viajero.
Cuando se apaga el
día.
La danza de los
muertos.
Un volumen que tendrá su
continuidad en una segunda entrega, con la producción breve de
Matheson hasta 1970, titulada Pesadilla a veinte mil pies, y otros
relatos espeluznantes. Yo ya la estoy esperando.
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Reseña de otras obras del autor:
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