lunes, 23 de mayo de 2016

Reseña: La gran batalla naval

La gran batalla naval.
La hija de los piratas Murakami 2.

Ryō Wada.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Quaterni. Madrid, 2016. Título original: Murakami kaizoku no musume. Traducción: Isami Romero Hoshino. 436 páginas.

Tras un breve recordatorio de lo sucedido previamente, algo siempre de agradecer en este tipo de libros, y al ser en realidad una novela dividida en dos entregas, la historia comienza exactamente donde había quedado la anterior entrega, en medio del Capítulo 3, con la épica batalla desarrollada en diversos frentes en el entorno del Ōsaka Honganji todavía en desarrollo. Ganadora en Japón en 2014 del Gran Premio de las Librerías y el Premio Yoshikawa en su categoría de autores nóveles, se trata de una novela, instructiva y emocionante, que une a una abundancia de datos históricos y de tradiciones japonesas la completista y muy detallada descripción de la batalla naval que tuvo lugar en el Mar de Naniwa y cuyas formas contrastan de manera harto significativa con las del combate terrestre reflejadas en el anterior volumen.

Como ya sucediera en La guerra contra Nobunaga el autor ofrece un amplio abanico de puntos de vista, desde ambos bandos, para que el lector obtenga una visión de lo más amplia del conflicto, estando al tanto de la toma de decisiones, de las razones de unos y otros para demorar o acelerar un ataque, y de los actos de heroísmo —o todo lo contrario— de los implicados. No obstante, haciendo honor al título de la bilogía, La hija de los piratas Murakami, Wada reserva buena parte de la narración a retratar las acciones de la joven que deseaba hacerse un hueco en un mundo de hombres cuyas leyes prohíben a una mujer embarcarse en un barco de guerra —unas leyes de las que se descubrirá su sentido a lo largo de las páginas de esta segunda entrega— y que a fuerza de tozudez parecía haber vencido a los prejuicios de los que la rodean. Sin embargo, los eventos ya conocidos han hecho mella en su espíritu y el conocer el destino que parece esperar de forma inevitable a los monto que ayudó a llevar al entorno del Ōsaka Honganji van a precipitar un cambio de actitud.

Así Kyō Murakami, después de asistir al cruento espectáculo, a la crueldad de alguno de los dirigentes y la indiferencia de otros, ve sus convicciones cuestionadas y tornadas en algo muy diferente. Su personalidad cambia y, desilusionada, tan sólo desea volver a su hogar. Pero el Ōsaka Honganji sigue sitiado y el sentido de la batalla por decidir. Los alimentos que los piratas Murakami, entre otros aliados, se han comprometido a entregar, están todavía por ser enviados. Tras alguna dilación forzada, una enorme flota se hace a la mar, sin saber que los enemigos ya la están esperando. La trama, finalizado el primer tercio del libro, da exactamente lo que el título promete, una gran e intensa batalla naval, reflejada con un enorme grado de detallismo, mostrando las novedosas tácticas que utilizan unos y otros para luchar, las fintas y contrafintas, los sangrientos enfrentamientos individuales y colectivos, los diferentes tipos de barcos, algunos de ellos auténticas fortalezas flotantes, cada uno con su dotación y tripulación concreta, los secretos de la navegación, los violentos choques y abordajes, las armas inesperadas que pueden llegar a marcar el devenir de la lucha, la forzada aplicación de maniobras terrestres para aquellos que nunca habían combatido en el mar, y toda otra suerte de acciones y parafernalia asociadas a semejante acontecimiento que no dan sino breves momentos de tregua a la historia.
Para el lector occidental muchas de las actuaciones y convicciones de los protagonistas pueden resultar de lo más sorprendentes e incomprensibles. Dirigentes que no dudan en hacer cambiar de bando a toda su facción o familia según sople el viento de la victoria sin que vean nada deshonesto ni poco honorable en ello, como un comportamiento perfectamente normal y socialmente asumido en esas condiciones. Gentes que traicionan a los suyos sin remordimiento alguno y sí con muchas —y para el común de su sociedad válidas— excusas, donde la lealtad «institucional» no es un concepto que tenga cabida, aunque sí sea muy importante la fidelidad personal entregada voluntariamente. Soldados que se ríen de la misma muerte, haciendo chistes de su desgracia y de las horribles heridas que reciben; deslenguados y malencarados con los superiores, con una concepción muy diferente del amor y el cortejo que les lleva a tratar de la forma más cordial a la princesa Murakami en un momento, a piropearla sinceramente, y a intentar matarla al siguiente...

La novela en conjunto, reunidas sus dos entregas, se convierte en un interesante fresco de la época, en torno al cuarto año de la era Tenshō (1576), un convulso momento de la Historia de Japón, con un equilibrio de fuerzas en disputa y muchos clanes enfrentados por la supremacía. Retrata la sociedad, los usos y costumbres del estamento militar —se podría considerar a estos «piratas» un auténtica ejército, tanto en número como en pertrechos y organización— y de la estratificación en clases que dominaba el sistema feudal japonés por entonces, separando significativamente a señores, combatientes, campesinos y demás siervos. El autor, con su elección de mezclar personajes históricos y ficticios, continúa con un  secundario objetivo didáctico, incluyendo en medio de la acción extractos de textos de la época para justificar la aparición de uno u otro personaje, incluso indicando cuando las fuentes entran en contradicción entre ellas y la decisión que él ha tomado para coherencia del relato. En ocasiones se presenta casi un «diálogo» entre el propio Wada hacia el lector, explicándole la situación o la validez histórica de lo descrito, aunando enseñanza con entretenimiento.

Sin embargo, en su intento de dotar de enorme fuerza dramática al relato el autor fuerza un tanto la mano y la credulidad del lector se resiente. En medio de lo más fragoroso del combate, de las luchas encarnizadas, se mezclan algunas escenas altamente improbables, circunstancias imposibles y supervivencias más allá de lo natural —hay heridas a las que, por mucho dramatismo que añadan a la historia, es imposible sobrevivir y mucho menos seguir peleando—. Queriendo sumar emoción y tensión la narración cae casi dentro de lo irreal, forzando demasiado la verosimilitud y llevando al lector a cuestionarse si se encuentra ante una novela histórica o una fantástica —o una mezcla de ambas—. El relato, que hasta entonces no dejaba de fluir por cauces veraces, se torna un tanto exagerado en unas pocas escenas que llaman demasiado la atención. No obstante, salvado ese pequeño escollo que muy bien se puede dejar pasar por alto en lo más intrincado del combate, la novela es épica a la japonesa en esencia; y bien se puede perdonar alguna licencia en pos de la exaltación del momento.

La gran batalla naval se cierra con un revelador Epílogo donde el autor da cuenta del resultado de la batalla, de los acontecimientos inmediatamente posteriores y de lo que fue más tarde de algunos de los principales protagonistas históricos para satisfacción de cualquier lector interesado en la Historia y en los finales perfectamente atados. Una lectura muy alejada de los cánones occidentales, pero extrañamente refrescante y satisfactoria por ello. Es cierto que la forma y estilo narrativos pueden resultar chocantes en ocasiones, pero también lo es que es parte indisoluble del encanto del relato que al final resulta tan interesante e instructivo como entretenido.

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Reseña de otras obras del autor:

2 comentarios:

Mangrii dijo...

Hola :) La verdad que no lo conocía para nada, pero no me acaba de resultar llamativo del todo como para incluirlo en mi lista. Hay tanto por leer... que a veces hay que descartar XD Un abrazo^^

Santiago dijo...

Es normal, no se puede llegar a todo y hay que discriminar muy bien lo que cae en nuestras manos. Yo he disfrutado de la lectura de esta bilogía, pero reconozco que debe interesarte lo que cuenta y entrar de lleno en la historia, dejándote llevar, si no...

Un abrazo
Santi