Ana Penyas.
Reseña de: FJ Arcos Serrano.
Salamandra. Col. Salamandra Graphics. Barcelona, 2018. 112 páginas. Cartoné.
«Cuando le dije a mi abuela Maruja que iba a hacer un cómic basado en su vida, me respondió que mejor escribiera una historia de amor. Cuando le dije lo mismo a mi abuela Herminia, se alegró mucho y me dijo“sí, claro, nena”. Así que, grabadora en mano, me fui a ver a mi abuela Maruja para que me explicara, por ejemplo, lo que escondía ese cuadro de flores y el porqué de su obsesión por la cocina. Después visité a mi abuela Herminia y descubrí la importancia de su abuela Hermenegilda y las causas de ese aire bohemio tan peculiar. Las mujeres de su generación, a quienes no solemos cuidar como ellas nos cuidaron, siempre han sido personajes secundarios de otras vidas: la esposa de, la madre de, o la abuela de. Como Maruja y Herminia. Sus anécdotas, sus ideas y su mundo están aquí, en este libro, un pequeño homenaje que quiere convertirlas en protagonistas.» Ana Penyas.
Estamos todas bien fue la obra ganadora del premio de Novela Gráfica FNAC/Salamandra de 2017, premio que ya lleva 10 ediciones siempre presentando trabajos interesantes de nuevos autores.
Últimamente leo muchos cómics en los que el territorio de la memoria colectiva juega un importante papel; es más, diría que se está creando una especie de subgénero donde prima por encima de todo un ejercicio en forma de homenaje a una época específica o bien a la figura de algún familiar cercano.
En el segundo apartado es donde situaremos a Ana Penyas con este Estamos todas bien, un cómic donde sus dos abuelas desnudan sus borrascoso recuerdos para que su nieta los plasme en forma de imponentes imágenes.
La autora realiza un meritorio estudio de un trocito de nuestra historia (¿qué seríamos sin nuestras abuelas?), cediendo la palabra a nuestras heroínas particulares que nos dan a conocer los vericuetos sociales y políticos de los años 60 del pasado siglo.
Penyas hace una loable y merecida labor de reconocimiento a las abuelas y, por extensión, a todas las personas mayores que siguen ocupándose de limpiar la casa, cocinando y preocupándose por sus hijos… como buenamente pueden. Podríamos decir sin miedo a equivocarnos que estamos ante las mujeres invisibles del franquismo.
La autora utiliza un peculiar y vanguardista grafismo que desconcierta al principio, pero que conforme vas avanzando en la lectura empiezas a acostumbrarte a ese estilo propio donde resalta un juego cromático que lo hace especialmente identificable y simbólico.
Para servidor, la lectura de este cómic me ha hecho viajar a esa época y ponerme en la piel de estas abuelas que podrían haber sido perfectamente las de cualquiera de nosotros para convertirse desde ya en uno de los mayores y mejores elogios que una persona puede hacer a uno de sus seres queridos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario