jueves, 13 de diciembre de 2018

Reseña: Fuego y sangre

Fuego y sangre.

George R.R. Martin.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Fantascy / Plaza & Janés. Barcelona, 2018. Título original: Fire & Blood. Traducción: Natalia Cervera / Adela Ibáñez / Virginia Pérez / Antonio Rivas / Virginia Sáenz / Paco Vara / Juan Zuriaga. Ilustraciones: Doug Wheatley. 879 páginas.

Durante unos trescientos años antes de los sucesos narrados en Juego de tronos, los Targaryen reinaron sobre los Siete Reinos de Poniente—o sobre seis en todo caso— con sus dragones. Esta es la historia de cerca de los primeros ciento cincuenta de ellos, empezando, no podía ser de otra manera, con la historia de la Conquista de Aegon el Conquistador y continuando con la dinastía que reinaría, de forma bastante convulsa, a partir de entonces a fuego y sangre, hasta llegar por el momento hasta la regencia de Aegon III. Hay quien ha dicho, el propio Martin ha bromeado con ello, que esta obra vendría a ser el equivalente del Silmarillion para CdHyF, el antecedente y trasfondo para su gran serie, pero quizá no sea acertado del todo. Cierto es que no se trata de una novela tradicional al uso—algo importante de remarcar y tener muy presente antes de aventurarse en su lectura—, sino de un tratado de Historia que se alarga durante un centenar y medio de años —faltaría una segunda entrega con el resto de la dinastía—, una crónica cronológica o unos anales con el devenir de la estirpe de los Targaryen, con sus guerras y conquistas, sus luchas por el trono, sus traiciones y sus bailes de dragones, aunque le falta la amplitud de todo un mundo, un universo, de aquel. El texto se centra en la dinastía familiar, careciendo de la enorme dimensión mitológica, temporal y geográfica de aquella, pero no es algo que le reste ni un ápice de interés ni mucho menos. Se podría considerar más bien una precuela de la saga original, en la que van a aparecer buena parte de las casas nobiliarias y los antepasados de los protagonistas de aquella, mostrando de hecho la construcción del Poniente que el lector ha llegado a conocer, con sus estructuras políticas y sus equilibrios de poder, sus tensiones bélicas y sus muchas muertes violentas, ya sea en batalla o  no.

Algunos de los textos aquí recogidos ya habían sido publicados anteriormente en alguna de las otras obras, como Mundo de Hielo y Fuego, que han ido rellenando la espera hasta la sexta entrega de la serie literaria, pero la mayor parte son inéditos. Tras ser el único linaje de señores dragón superviviente a la Maldición de Valyria, los Targaryen se asientan primero en Rocadragón y entonces comienzan, con Aegon I a la cabeza bien secundado por sus hermanas y consortes Visenya y Rhaenys, la Conquista de Poniente. El lector tiene entre manos un tratado histórico escrito por el archimaestre Gyldayn muchos años después de acaecidos los eventos allí narrados, recopilando las diferentes crónicas, panfletos, e incluso novelitas satirizantes o eróticas, escritas por aquellos que, se supone, sí asistieron a los mismos. Sucesos entonces expuestos a través de un narrador que no es testigo de los hechos, con lo que se tiene que basar en muy diferentes fuentes, algunas más dignas de confianza que otras, para lograrlo. Lejos de ser un narrador omnisciente, el archimaestre no se moja con ninguna de ellas, no se compromete y no descarta ni acepta ninguna a priori en su totalidad por su procedencia, ofreciendo en algunos momentos, para disfrute del lector, hasta tres posibles versiones de un mismo hecho, desde la más ensalzadora a la más escandalosa —estas casi siempre procedentes de la pluma de Champiñón, el bufón que acompañara en la corte a unos cuantos de estos monarcas—.

Resulta obvio que la mayor parte de la narrativa tiene un alto contenido expositivo en buena parte de sus páginas. Se suceden las maniobras políticas, las intrigas y complots, las relaciones de las casas nobiliarias y sus muchas ramificaciones, los matrimonios concertados, el desarrollo de las infraestructuras impulsadas por la corona —puentes, carreteras, fortalezas, incluso la planificación y construcción de Desembarco del Rey con todas sus grandes edificaciones…—, los impuestos y las reformas económicas y comerciales que sufraguen lo anterior no sin grandes dificultades e imprevistos, las tensiones religiosas entre los seguidores de las diferentes religiones de Poniente y sus preceptos en conflicto, los decretos legislativos no siempre bien acogidos, el listado de nombres de quienes visten el blanco de la guardia real o de quien comandó  la guardia de la ciudad… Pero ese carácter discursivo, interesante de por sí, no impide además, gracias al buen hacer de Martin, que el relato se encuentre repleto de emocionantes episodios. Todo lo que ha hecho grande a Canción de Hielo y Fuego se encuentra de alguna manera aquí: la épica, el humor socarrón, las retorcidas conspiraciones, las ejecuciones, los condenados a vestir el negro para evitar la pena de muerte, la profusión de nombres de reyes y reinas, nobles y caballeros, de sus damas —con grandes, muy grandes personajes femeninos— y campeones, las manos del rey, los maestres, los consejeros, los gestas, el horror de la guerra, los conflictos religiosos y sus muy terrenales cabezas visibles…

El linaje Targaryen se entreteje en diferentes líneas sucesorias, lo que va a dar lugar a muchos problemas, reyes que se alzan y caen, y candidatos dejados a un lado en favor de otros con menos derechos directos pero con mayores apoyos o más fáciles de manipular a priori. Los enfrentamientos dentro de la propia familia son inevitables, así como las bodas dentro de su seno. No faltan así un buen número de hechos bélicos, grandes movimientos de ejércitos y combates de todas las escalas. Traiciones, amores prohibidos, matrimonios incestuosos, muertes de lo más variopinto —de las más heroicas a las más absurdas—, escarceos amorosos con un toque picante que no llega a ser tan explícito como en los libros de la serie original pero que ayudan a mantener el sabor de la saga, reinos que se rebelan, se alzan y caen. Aunque sin ningún afán enciclopédico, el autor es minucioso al detalle. ¿Demasiada información? Muy posiblemente, sobre todo porque hay una parte de ella no demasiado relevante. ¿Cuántos son los nombres de personajes que aparecen muy brevemente y mueren sin dejar más huella? ¿Cuántas disquisiciones sobre destinos personales que  no afectan a la historia? Pero al final toda esa información, si se entra en el juego de Martin, es precisamente la que termina por hacerse de lo más entretenida. Así que, de nuevo, ¿demasiada información? En absoluto. Lo importante no es intentar quedarse con todos los nombres como si de un listado de los reyes godos se tratase, sino, consiguiendo no confundirse entre personajes que se llaman de igual manera —los Targaryen son muy dados a ello—, fluir a través de la historia disfrutando de las muchas, grandes y pírricas gestas y dramas.

En una narración de estas características es muy difícil desarrollar un apego emocional, cierta empatía, con alguno de los protagonistas, y es un gran acierto del autor conseguirlo con bastantes de ellos. El tono de crónica hace que, salvo en momentos puntuales, haya un distanciamiento entre el lector y los personajes, incluso entre estos y el propio narrador. Martin, no obstante, los hace humanos, cercanos en su humanidad y en sus deseos de agradar, en sus sueños y aspiraciones, en sus pequeñas mezquindades; odiosos en sus pasiones y sus ambiciones prohibidas, en su descarnada búsqueda del poder, en su arrogancia... Introduce también una serie de pequeños relatos, subtramas dentro de la narración general, que logran emular satisfactoriamente el tono de la original, consiguiendo mantener en todo momento la atención sobre la historia e invitando a imaginarse que, con algo de tiempo, qué magníficas novelas hubiera podido escribir con muchas de estas «anécdotas» y ramificaciones de la historia principal. Es un tratado de Historia, sí, pero de lo más entretenido.

Es un volumen para completistas, para quien desea conocer a fondo el trasfondo que late bajo las páginas de la serie madre, pero que muy bien puede ser saboreado por el lector que vaya buscando una inteligente crónica histórica de un mundo fantástico. El volumen va mucho más allá de las listas genealógicas y el mero manual que se limite a desgranar fechas, nombres, hechos y sucesos. Va mucho más allá y contesta, de una forma amena, gran cantidad de preguntas sobre el pasado de Poniente y de los Siete Reinos, siendo muy relevante, por ejemplo, el destino de los dragones, desaparecidos trescientos años después, o de unos huevos que tendrán gran importancia en el devenir futuro. Es un homenaje a la obra madre, llena de guiños, de detalles significativos, con un continuo juego de tronos, varias tormentas de espadas y una devastadora danza de dragones. Ahí están las más famosas espadas de acero valyrio, los antepasados de ciertos personajes de gran importancia, la fragua de ciertas estirpes que posteriormente controlarían los destinos de los Siete Reinos y la caída de otras que apenas son recordadas luego. Porque al final esta no es sólo la historia de los Targaryen, sino de los escurridizos Martell de Dorne y el veneno oculto en sus acciones, de los arrojados Stark de Invernalia y del invierno que se acerca, de los ambiciosos Lannister y sus maniobras económicas y de gobierno, de los combativos Baratheon y sus aspiraciones políticas, de los crueles Greyjoy, sus extraños dioses, sus esposas de sal y sus incursiones marítimas… No es una novela de la saga madre, evidente, pero es una intensa, emocionante, informativa y profunda lectura de cómo los reinos se crean y empiezan a caer. Y se disfruta de principio a fin.

Cabe remarcar, dentro de una preciosa edición realzada por las ilustraciones a lápiz de Doug Wheatley —algunas de las cuales acompañan esta reseña—, la buena labor de coordinación que ha debido existir entre los diferentes traductores o la labor de unificación de criterios y posterior corrección dada la homogeneidad que se traslada del común de un texto que se hace muy agradable de leer.

6 comentarios:

Rul. T dijo...

Sin duda un regalo perfecto para todos los fans de Martin, aunque llevemos años clamando a los antiguos dioses y a los nuevos los frescos vientos de invierno, que de momento siguen sin llegar.

Saludos!
Rul T.

Santiago dijo...

Parece evidente que cualquier aficionado de la serie hubiese preferido que se publicase antes la sexta entrega, pero siendo un pequeño consuelo, lo cierto es que sí, es todo un regalo. Lo malo es que ahora son dos las obras por las que toca esperar ;-)

Saludos

cale dijo...

Me parece una tomadura de pelo, a estas alturas de la película lo único que me gustaría conocer son los terminos del contrato que tiene el señor Martin con HBO. El repeto hacia los lectores y la seriedad brillan por su ausencia.

Santiago dijo...

Bueno, es una forma de verlo. Otra es que Martin como autor tiene todo el derecho a hacer lo que le de la gana con su criatura. Como si decide no terminar la serie. Sería todo un palo, pero...

Saludos.

Javi dijo...

Lo terminé hace unos días y la verdad que me ha dejado cierto regustillo que todavía no soy capaz de descubrir. Por un lado creo que esta obra esta dirigida solo a aquellos muy fans de la saga de libros, ya que el formato crónica, aunque como comentas es más ameno de lo esperado, no deja de ser una crónica con un montón de datos, nombres y fechas. Por el otro lado, su densidad puede abrumar al lector menos interesado en la historia de Poniente y quizás por eso no lo recomendaría a todo el mundo.

A ver si esta semana saco mi reseña.

Saludos

Santiago dijo...

En efecto, parece muy enfocada para los completistas, e incluso por el tema de que es una crónica y no una novela a muchos seguidores de la serie original les defraudará, pero yo me lo he pasado muy bien leyéndola. Me ha resultado muy interesante y bastante amena. Yo tampoco se la recomendaría a cualquiera, es un libro en el que se debe saber dónde se está metiendo uno antes de empezar su lectura, que luego llegan los sofocos y las desilusiones por no ser lo que se estaba esperando (y que, por desgracia, hay que seguir esperando) ;-)

Gracias por pasarte a comentar.

Saludos