lunes, 17 de diciembre de 2018

Reseña: la ladrona de tomates

La ladrona de tomates.

Ursula Vernon.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ed. Cerbero. Col. Argos # 5. Cádiz, 2018. Título original: The Tomato Thief. Traducción: Arrate Hidalgo. 108 páginas.

Ganadora del Premio Hugo 2017 en la categoría de novela corta, y publicada originalmente en Apex Magazine, esta obra encierra una historia que comienza de un modo casi intrascendente para terminar convertida en un relato de profundo calado, dentro de una aventura de lo más intrigante, divertida y sugerente, repleta de imaginación y de grandes ideas. Se trata de una obra que comparte ambientación y escenario, y al parecer incluso protagonista principal, con otra historia anterior de la autora, Jackalope Wives, pero que se lee sin ningún problema de forma independiente y autoconclusiva. A camino de la fantasía desatada, del cuento popular, del western y del realismo mágico, la autora entremezcla con acierto folclore y mitología nativo americana, cuentos de hadas, criaturas fascinantes y dioses-tren. Una lectura deliciosa, repleta de magia nada etérea, atada a la tierra y a sus habitantes, hermosa y reflexiva.

En un mundo que es pero no es el nuestro, la abuela Harken, de quien algunos dicen que es una bruja, cultiva con mimo sus tomates, los mejores tomates de la región, a las afueras de la ciudad, en el borde mismo del desierto, bien lejos del resto de la población. Está muy orgullosa de ellos y su gran placer es poder comerlos cuando se encuentran en su punto justo de madurez. Por eso se siente lógica y justamente muy enfadada cuando alguien empieza a robarle por la noche aquellos que están a punto para ser recolectados. Decidida a descubrir al ladrón y darle su merecido, se sentará cada noche en su porche y probará diferentes tretas para no quedarse dormida y pillar así al o la intrusa con las manos en la masa —o en el tomate—. Pero lo que va a descubrir la llevará a internarse en el desierto y recorrer una senda que, muy posiblemente, ya no esperaba recorrer a estas alturas de su vida. Afortunadamente la abuela guarda unas cuantas sorpresas en la manga.

De una forma deliberadamente pausada, introduciendo sin fisuras el elementos sobrenatural, el lector va a acompañar a la abuela Harken adentrándose en territorios mágicos, de criaturas sorprendentes y geografías imposibles para enfrentarse a un mal que no debiera existir allí. A su paso encontrará mundos que se doblan sobre sí mismos, creando pliegues o superponiendose unos a otros, dioses-tren, oráculos, sarcásticos coyotes, cambiaformas —naturales y forzados— y otros seres fascinantes, magia ancestral, maldiciones, víctimas inocentes… Vernon aúna lo antiguo y lo nuevo, lo mundano y lo místico, la magia y la tecnología ferroviaria, dotando al relato de un sentimiento de atemporalidad, de una historia que ancla sus raíces en el pasado, pero que habla de presente e incluso de futuro, cargada de elementos del folclore y la mitología nativo americana, propias del desierto del Oeste americano, con unas cuantas adiciones de procedencia diversa y mucha imaginación propia.

La abuela Harken es un mujer de firme determinación, autosuficiente, una auténtica superviviente, amante de su soledad, pero entrañable y llena de empatía para las víctimas y los que sufren. Sin duda es una mujer dotada de un gran conocimiento y manejo de la «cabezología». Así resulta muy interesante su mirada matizada por los años vividos, por todo el bagaje adquirido. Podría perfectamente desentenderse de los problemas ajenos, estaría en su derecho a reclamar una retribución por el daño y las pérdidas sufridas en su huerto, pero, tras el inicial arrebato, nada de ello pasa por su mente, sino que se dispone a ayudar a unos desconocidos simplemente porque siente que eso es lo que hay que hacer. Es un hermoso gesto, engrandecido porque no cualquiera lo hubiera tenido, jugándose la vida en ello.

El desierto tiene sus propias reglas. Allí el agua es un bien inapreciable, no se puede desperdiciar y compartirla con quien la pide es un acto tan obligado como generoso. Y el relato se adapta a la perfección a las características de este escenario, duro pero lleno de belleza insospechada, como si el mismo diese forma a una prosa hermosa aunque austera, y a un humor seco e irónico pero nada hiriente —los pasajes sobre las mulas son ciertamente deliciosos—. Con un tono relativamente ligero que se va haciendo paulatinamente más trascendente, con pinceladas de misterio y de acción, la novela corta ofrece sin aspavientos grandes lecciones sobre la tolerancia, la diversidad, la opresión y las injusticias. El relato encierra una invitación a no juzgar por las primeras impresiones, a conocer las razones de las personas. Y a amar las cosas sencillas, los pequeños placeres, por encima de tantos oropeles que en realidad no traen la felicidad. La epopeya del tendido de los raíles del ferrocarril es contemplada bajo la mirada de los cientos, miles de trabajadores traídos de tierras lejanas que regaron con su sangre el avance de las traviesas. Una sangre que despertó algo primigenio, que no aceptaba las cadenas de hierro tendidas sobre las praderas por los magnates blancos y que entregó su sacerdocio a los trabajadores que dejaron sus lágrimas y su sangre en las vías. Y eso es una pequeñísima parte del trasfondo.

Siendo, por todo lo que puede deducirse, totalmente independiente de la anterior The Jackalope Wives, su lectura deja con unas ganas enormes de haber podido disfrutar también de aquella. De todas maneras, se siente que hay otras historias detrás, es cierto, pero no se pierde nada del trasfondo, y es de agraqdecer que así la sorpresa que deparan ciertos detalles sea mayor que conociéndolos de antemano. Si La ladrona de tomates es una muestra fiel de la producción de la autora ojalá disfrutemos de más obras suyas traducidas, o de T. Kingfisher —su alter ego para la literatura «adulta» y bajo cuyo nombre salió publicada la recopilación anglosajona donde se incluía la presente novela corta— en todo caso. Y no se puede, no se debe, terminar la reseña sin destacar que la estupenda y remarcable traducción con que  se ve engrandecida la edición en español.

4 comentarios:

Mangrii dijo...

Esta caéra tarde o temprano del catalogo de Cerbero junto a Los Sanadores y Micosis :)

Santiago dijo...

La verdad es que yo no sabía muy bien qué esperar de esta obra, y me ha sorprendido muy gratamente. Así que sí, si puedes hacerte con ella seguro que disfrutas con su lectura ;-)

Saludos

Feérica dijo...

Desborda imaginación. Espero poder leer algo más de esta autora.

Santiago dijo...

Efectivamente. A mí, ya lo digo en la reseña, me encantaría poder disfrutar de más obras de la autora traducidas a español. Ojalá lo veamos ;-)

Saludos