jueves, 14 de marzo de 2019

Reseña: El imperio mecha samurai

El imperio mecha samurai.
Estados Unidos de Japón 2.

Peter Tieryas.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2019. Título original: Mecha Samurai Empire. Traducción: Natalia Cervera y Antonio Rivas. 447 páginas.

Con la acción situada alrededor de una década después de los eventos narrados en Estados Unidos de Japón la presente novela no es una continuación al uso de esta, sino una nueva aventura, con nuevo enfoque y nuevos protagonistas principales —aunque sea posible rastrear algún cameo de algún personaje anterior—, en el magnífico escenario ucrónico allá presentado. Hace ya cincuenta años desde que los aliados perdieran la II Guerra Mundial y nazis y japoneses se repartieran la mayor parte del mundo, incluida Norteamérica, estableciendo en el orbe un inestable y receloso equilibrio geopolítico. Una de las «quejas» que los lectores dirigieron a la anterior novela fue la escasa presencia de los mechas en la trama, así que, dicho y hecho, si lo que se deseaba eran robots gigantescos envueltos en combates épicos Tieryas está más que dispuesto a dárselo a sus seguidores. Aún con este trasfondo evidente no se trata de una novela bélica en lo más estricto de la palabra —aunque combates no falten, y vaya combates—, sino una obra sobre la perseverancia en conseguir los objetivos, sobre la motivación para seguir adelante cuando todo se pone en contra, un rito de iniciación, de aprendizaje, de paso a la edad adulta revisando lo que en realidad conllevan los sueños de un joven y lo que se pierde en su consecución. Pero, por encima de todo, hay que decir que es una muy entretenida, dinámica y emocionante novela de combates de robots gigantes.

© GP
1994, Granada Hills, EUJ. Makoto Fujimoto, Mac para los amigos, es un estudiante a cargo del estado, dada su condición de huérfano de padres fallecidos en acto de combate, que aspira a convertirse en piloto de mechas en los Estados Unidos de Japón. Con unas notas mediocres si en algo destaca en su pericia con los videojuegos y en el uso «creativo» del portical; algo que no sabe si será suficiente para alcanzar su sueño. Leal a sus amigos, la vida le va a deparar unas cuantas bofetadas de las que, si sobrevive, saldrá reforzado.

Siguiendo sus peripecias vitales, la novela se estructura en tres actos, entre el invierno de 1994 y la primavera de 1996, desde que Mac se presenta a los exámenes imperiales en Granada Hills hasta los dramáticos eventos que tendrán lugar en la zona de Berkeley, pasando entre medias por la zona desmilitarizada de la Frontera Silenciosa en el verano de 1995. Tres escenarios sobre los que sobrevuela la amenaza de los ataques terroristas del NARA —la Nación Revolucionaria de América—, la inestable convivencia con los alemanes —que muy posiblemente estén apoyando a los terroristas— y sus aliados de la costa este, y los terribles sucesos acaecidos en San Diego en el libro anterior y que han dejado una huella imborrable, aunque algo distorsionada, en el imaginario de los EUJ.

© John Wallin - Liberto
La narración tiene lugar en un periodo de tensa paz entre las dos naciones que se disputan el dominio del mundo. Hay una frágil tregua que se traduce en enfrentamientos en la tierra de nadie, la Frontera Silenciosa, que separa los EUJ de la Norteamérica nazi y que son achacados a elementos disidentes o grupos de subversivos terroristas. Los japoneses y los países bajo su dominio ponen en primera línea a sus poderosos mechas. Y en contraposición a ellos los nazis han desarrollado unas inquietantes armas de componentes biomecánicos, los horrendos y aterradores biomechas. Las escaramuzas de bajo nivel se suceden, quizá como campo de pruebas de una guerra que se anticipa inevitable entre las dos potencias que gobiernan sobre la Tierra y que aspiran a la hegemonía. Civiles y soldados son embarcados en misiones difíciles de explicar. Sin embargo, entre la inoperancia y deshumanización de las altas instancias, Tieryas apuesta por la cooperación como forma de superar los problemas, en el apoyo mutuo, la lealtad, la amistad, incluso el amor que debe superar toda sospecha, frente a la maquinaria inmisericorde del estado totalitario.

© John Wallin - Liberto
En un mundo tan firmemente dividido en bloques monolíticos, poco es lo que un individuo puede hacer para cambiar el estado de las cosas, pero lo único que no se plantea el protagonista es rendirse ante ninguna adversidad o contratiempo, pese a que todas las oportunidades que va teniendo Mac de alcanzar sus objetivos parece que saltan a su paso casi de casualidad. Un claro ejemplo del «estar en el lugar correcto en el momento adecuado». No es un héroe típico, aunque ese fuese su anhelo inicial. No es el prototípico personaje «elegido para la gloria». No es un superdotado —de hecho es bastante mal estudiante—, ni destaca por sus habilidades sociales o por unos poderosos «padrinos». No es siquiera un dedicado patriota, sino un muchacho que creció sin sus padres y desea recuperarlos de quizá la única manera que llega a imaginar, emulándolos en su faceta de pilotos. Y será su perseverancia, y algo de suerte, la que va a ponerle en situación de conseguir su objetivo, quizá para descubrir que, muchas veces, después de todo no  es algo tan bueno realizar los sueños.

Conforme el protagonista avanza a trompicones en pos de su ambición, las circunstancias, la realidad del combate, la camaradería con otros cadetes y pilotos de mechas, y todo aquello que va conociendo en cada etapa de su crecimiento, hacen que cambie su manera de ver el mundo que le rodea. Va a pasar de un ingenuo, aunque algo pesimista, idealismo —no puede negar las injusticias del sistema en que vive y sus propias carencias como estudiante—, a una cínica visión de una sociedad imperfecta en la que la carne de cañón siempre lleva las de perder.
© Ryuji Umeno
Pese a alguna mínima inconsistencia, como que en un momento dado se le eche al protagonista en cara el alto costo de unos robots destruidos en una acción bélica y luego se destrocen un montón de ellos en entrenamientos sin reparar en gastos, el autor consigue una total inmersión del lector en la trama gracias a su mezcla de dinamismo, impactantes descripciones y la inclusión de una abundante parafernalia de referencias a la cultura pop, evidentes «huevos de pascua» sobre videojuegos, pero también sobre opera o anime, coloreados todos ellos por la lente de las nuevas circunstancias —y atentos a los nombres de ciertos mechas, que guardan más de una sorpresa. Hay en la sociedad vigente en los EUJ una curiosa mezcla tecnológica y, sobre todo, cultural, entre lo que era previamente estadounidense y lo actual japonés, permeando lo uno en lo otro y dando resultado a una amalgama realmente sugerente, aunque no exenta de contradicciones e injusticias no denunciadas.

© Umegrafix
Sobrevuela en todo momento un remarcable pero silenciado racismo en ambos bandos, más evidente quizá en el lado alemán, dado a perversas experimentaciones con humanos, al ser los hechos narrados desde un punto de vista japonés. Un punto de vista que no libra en absoluto de la crítica al Imperio, sobre todo en lo que respecta a la ineptitud y deshumanización de un estamento dirigente militar que desprecia el valor de las vidas bajo su mando. Se produce así una nada velada crítica a los totalitarismos y al uso del aparato bélico como herramiento de subyugación de propios y extraños… La Historia siempre tiene dos versiones, como muy bien refleja el magnífico personaje de Griselda, la amiga «nazi» de Mac, y los héroes de un bando pueden ser vistos como verdugos por el otro.

En su particular historia alternativa El imperio mecha samurai es una lectura independiente que, no obstante y como no sucedía con su predecesora, deja unos cuantos temas pendientes para una tercera entrega. Liberado de la tiranía de presentar el escenario, Tieryas pone su foco sobre lo que los lectores le estaban demandando: mechas en acción. Combates perfectamente coreografiados y descritos. Escenas de batallas coherentes y convincentes. Entretenimiento en estado puro. Desatado. Sin olvidar, no obstante, todo el enorme trasfondo político y social que el relato le permite. Una Historia en construcción que seguro va a deparar todavía muchas sorpresas. Una guerra total se intuye en el horizonte mientras cada bando perfecciona sus armas. Estaremos esperando con impaciencia.
© GP

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