Marina Tena Tena.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Literup ediciones. 2018. Edición digital (ePub). Ilustración de portada: Libertad Delgado (LiberLibelula).
(Reseña perteneciente a la lectura de los candidatos a los Premios Guillermo de Baskerville 2019, organizados por la página Libros Prohibidos, en la categoría de novela corta).
Fantasía oscura o terror, en ambos casos encerrando una sospecha de ciencia ficción postapocalíptica. De los ojos del lector depende otorgar la etiqueta de una obra que se mueve en una muy sugerente ambigüedad. Lo que no se puede negar es que se trata de una obra sobre el amor, en muy diversas de sus vertientes. ¿Hasta dónde puede llegar el amor de una madre por preservar la vida de sus hijos? ¿Entregaría sus ojos, su vista, a cambio de que respiren un día, un mes, un año más? ¿Qué sacrifica un amante por su pareja? ¿Qué no haría un hermano por otro? Es esta una historia de amistad entre mellizos, de frustración y de ansias de libertad. Legado de plumas fue en su momento la primera publicación del Proyecto Válidas, una iniciativa encaminada a mostrar personajes con incapacidades y su forma de encarar la vida sin dejarse vencer por la dificultad añadida. En este contexto, los dos protagonistas, Briana y Arlen encarnan la lucha por la supervivencia desde la ceguera a la que les han condenado, en unas circunstancias en que su crecimiento supone pasar de adorables mascotas a un engorro que sus amos cada vez parecen soportar menos. El tiempo se las acaba. ¿Se apoyarán entre sí incluso en las peores circunstancias? Parafraseando libremente a Jaime Lannister: Las cosas que se hacen por amor.
Un simple vistazo a los ángeles, a la fuerza de su luz y a su arrebatadora bellleza, supone la muerte inmediata, así que, ante su inminente visita, la madre de unos pequeños mellizos decide arrancarles los ojos y ofrecer a sus hijos como una suerte de mascotas. La privación de la vista va a conseguir la supervivencia de Briana y Arlen, pero supone también su encierro de por vida en una alta torre de cristal de la que tan sólo conocen el piso en que residen sus amos, Tamiel y Azrael. Conforme crecen pasarán de ser mascotas a sirvientes, ocupándose de todos los quehaceres diarios, desde cocinar a limpiar y ordenar los cuartos, siempre al antojo del capricho de los ángeles, siempre con la amenaza de dejar de contar con su gracia. Uno se acomoda, resignado a su suerte, la otra no puede olvidar ni la muerte de su madre ni la amenaza que pende continuamente sobre ellos, decidida a hacer algo, a cambiar su situación. Mientras Arlen vive su particular versión del Síndrome de Estocolmo, sobre todo enfocado en la figura de Tamiel, Briana no soporta vivir bajo sus alas ni un momento más, planeando una huida para la que necesitará el apoyo y ayuda de su mellizo.
El relato, narrado desde la perspectiva de Briana y marcado por la ambigüedad en que se mueven los protagonistas y sus amos, va creciendo en tensión sin apartarse demasiado en ningún momento del puro drama plasmado ya desde un impactante inicio. Sirviéndose de la dicotomía establecida entre la relación de los mellizos y de los dos ángeles, Tena crea una perfecta atmósfera, haciendo palpables todos esos sentidos que se potencian, o eso dicen, cuando se pierde el de la vista. Los sonidos, o su ausencia, el tacto de las cosas, el orden de objetos y mobiliarios, los olores y sus significados, los obstáculos que los dos hermanos encuentran en el transcurso de sus tareas y las formas en que los enfrentan para superarlos..., se hayan perfectamente imbricados en el texto, construyendo un relato muy convincente en el que las intrigantes figuras de Tamiel y Azrael, nunca descritas porque los mellizos nunca los han visto, y del mundo en que se mueven, van adquiriendo una dimensión ominosa muy alejada de lo que la tradición occidental ha plasmado.
De sus actos, del mezquino maltrato de Azrael o de la tibia defensa de Tamiel, va surgiendo un retrato poco favorable. Y es que estos ángeles son seres poderosos y aterradores, no sólo porque su simple contemplación comporta la muerte del observador, sino porque, como va quedando claro conforme avanza la lectura, son criaturas crueles, egoístas y no tan inalterables como pudiera parecer. No son seres beatíficos ni bondadosos, al menos para los que no son como ellos, para los que consideran inferiores. Tena va perfilando sus figuras gracias a los retazos que los hermanos han ido atesorando sobre ellos, a las conversaciones escuchadas a hurtadillas, a las rutinas, a las ausencias, a sus acciones y órdenes, en una existencia marcada por la incertidumbre y las dudas.
Es así un relato aterrador para los protagonistas, agobiante para el lector, quienes viven con el continuo temor a una muerte que planea sobre ellos al antojo de sus amos, al momento en que se aburran de ellos o en que encuentren algo que los sustituya. La autora mantiene un ritmo fluido, intenso, con una prosa muy descriptiva, que no recargada, para suplir la falta de visión de los dos protagonistas principales. Una prosa que se hace poética en el uso de poderosas metáforas que suplen a las imágenes ante la imposibilidad de Briana de dar nombre a aquellas cosas que apenas pudieron ver de pequeños o que nunca llegaron a conocer entonces. Una prosa que habla del miedo a lo desconocido, del miedo a la indefensión e incertidumbre, al dolor, al castigo, y de sobreponerse a todos ellos. De no dejarse incapacitar. Y ahí es donde la relación entre los hermanos se engrandece. El apoyo, la entrega y la amistad entre los mellizos está por encima de todo, incluso cuando no están de acuerdo en la forma en que deben actuar, incluso cuando piensan que el otro se está equivocando. Y de esta manera de actuar surge un mensaje de lo más satisfactorio.
El intrigante trasfondo, cargado de posibilidades y sugerencias, de posibles tecnologías desconocidas, de inmortalidad impostada, de supervivencia a cualquier precio, de la intrigante existencia de los hombres-rata que viven a los pies de la torre, invita a conocer más del mundo en que se desarrolla la trama, pero hay que reconocer que la historia de los dos hermanos está perfectamente plasmada y concretada en la extensión de la novelette. Eso sí, una continuación o una obra independiente en que explorase el mundo planteado sería algo incluso de agradecer.
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