Corvoverso # 1.
Marc Pastor.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alianza editorial. Madrid, 2020. Título original: La mala dona. Traducción: Juan Carlos Gentile Vitale. Diseño de cubierta: Octavi Segarra. Imágenes interiores: Braño Matis. 283 páginas.
Alianza editorial devuelve a las estanterías de las librerías, en una edición muy cuidada y atractiva desde la portada hasta su diseño interior, uno de esos libros que debieran estar siempre disponibles. Publicado originalmente en catalán y luego de forma traducida por RBA, la novela de Pastor, primera entrega del sugerente Corvoverso, es una inmersión en la Barcelona de principios del siglo XX, siguiendo la estela de un personaje histórico de lo más singular, que sirve al autor para realizar una disección - retrato de la sociedad de aquel entonces, con todas sus desigualdades, injusticias y miserias. Inspirada en los oscuros crímenes de la llamada «Vampira del Raval», Enriqueta Martí Ripollés, la novela se desenvuelve por los caminos de la crónica negra, el relato detectivesco-policíaco, el terror gótico con un horror casi costumbrista, un humor muy negro, y el surrealismo de un narrador omnisciente de lo más llamativo y acertado. En el escenario de la convulsa Barcelona de la época, una ciudad que lidia con el recuerdo de la Semana Trágica, los retornados mutilados de la Guerra del Rif, en Marruecos, o el incipiente movimiento anarquista, y con focos de pobreza extrema que contrastan con fuerza con la incipiente industrialización y los excesos de una floreciente burguesía deseosa de placeres no siempre lícitos, el horror golpea a los desfavorecidos, las clases bajas, mientras los de arriba disfrutan de sus placeres prohibidos e inmorales.
Pastor presenta un relato en el que destaca por su originalidad y acierto un narrador omnisciente que no sólo hace partícipe al lector de las diferentes escenas del drama sino que se permite incluso participar en ocasiones de manera directa en el mismo. Un narrador que imbuye a la acción de una atmósfera casi surrealista por momentos. Que tanto pone al lector en conocimiento de todos los detalles de la investigación requeridos para seguir esta historia criminal con la debida tensión, como le avisa de forma previa de escenas truculentas —y vaya si lo son, gore incluso— que pudieran herir su sensibilidad. Sus advertencias y digresiones varias rompen la llamada cuarta pared, dotando al relato de la mejor atmósfera que se pudiera pedir. Y es que su particular naturaleza hace que el narrador se encuentra en posesión de todos los datos, que conozca hasta el fondo a los implicados y sepa de sus acciones; incluso le permite interactuar directamente con ellos en alguna ocasión. Pero a su vez esa misma cualidad hace que no pueda, ni quiera, impedir los terribles hechos que se avecinan, por muy horrorosos que sean. Y hay muchos horrores en esta historia, y lo peor es que son de lo más humanos, nada sobrenaturales.
Moisés Corvo es un protagonista contradictorio, obsesivo, cabezota, bebedor empedernido, putero empedernido, lector empedernido que gusta de citar a Doyle, a Poe y otros autores clásicos de la novela negra detectivesca, y que oculta bajo una capa de cinismo su profunda sabiduría adquirida con los muchos años de patearse las calles... Y a su lado o frente a él, la novela está poblado por personajes maravillosamente perfilados, con magníficos retratos de las peculiaridades de cada uno de ellos, ricos en matices y caracterización. Desde la manipuladora Enriqueta —fría, desmedidamente ambiciosa, despiadada, chantajista, megalomaniaca, malvada, caprichosa, profundamente depravada y degenerada, carismática...— pasando por sus parejas, marido y exmarido, cómplices y víctimas ambos, hasta el delirante Doctor Isaac von Baumgarten, científico experimental dado a prácticas no siempre legales, el joven sicario Bocanegra, inexperto ladrón de cadáveres, quien no tiene demasiado claro cómo se ha metido en todo ese lío, pero del que tampoco pone demasiado énfasis en escapar esclavizado por el miedo y el hambre, o el jefe superior de la policía de Barcelona, José Millán Astray, rendido a los poderes políticos que marcan su agenda y decidido a que nada trascienda, silenciando a la prensa y atando de manos a sus agentes —o eso se piensa él, sin contar con la tozudez y empecinamiento de sus subalternos—...
La narración se centra sobre todo en la investigación policial, en los desvelos de Corvo y Malsano por descubrir el destino de los niños desaparecidos, dejando la historia de Enriqueta Martí, esa mala mujer del título, en un segundo plano, como un telón de fondo escalofriante y angustioso. La investigación avanza a trompicones, entre pistas poco fiables, testigos reticentes, engaños, intentos de asesinato e interrogatorios a la vieja usanza. Aún en pañales, la ciencia criminal empieza a despuntar, y los métodos forenses cobran singular importancia junto a prácticas todavía poco científicas; lo nuevo y lo viejo se entremezclan impidiendo muchas veces el acceso a la verdad.
Retrato de Enriqueta martí |
La mala mujer es una novela que encierra horrores estremecedores, pero que resulta en una lectura tan intensa como satisfactoria. Un relato en el que subyacen curiosas cuestiones metaliterarias, casi una deconstrucción del propio género del terror a través de la plasmación de las acciones, manipulaciones y crímenes de una mujer capaz de lo peor, lo más perverso, para alcanzar sus fines. Una historia criminal que saca a la luz una Barcelona negra, de atmósfera gótica, que se revela como el escenario perfecto, y que demuestra que no es necesario buscar lo sobrenatural para hacer estremecer al lector. El peor monstruo, como suele pasar, es siempre el humano.
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