miércoles, 28 de octubre de 2020

Reseña: BOX, vol. 1

Box. Vol. 1.
Hay algo dentro de la caja.


Daijirô Morohoshi.


Reseña de: Santiago Gª Soláns.


Satori ediciones. Col. Manga. Gijón, 2020. Título original: Box - Hako no Naka ni Nani ka Iru (Box - 箱の中に何かいる~). Traducción: Marc Bernabé. Rústica con solapas. 192 páginas. B/N.


Satori trae por primera vez la obra de Daijirô Morohoshi a España y lo hace con un manga tan especial como atrayente. Publicado originalmente en Japón en la revista Morning Two de la editorial Kodansha, Box encierra una historia de lo que se ha dado en llamar survival horror. Intriga, misterio, drama y —al menos en está primera entrega— unas controladas dosis de terror. El autor plantea un rompecabezas a cada uno de sus protagonistas al tiempo que reta a los propios lectores a resolver el misterio y diversos acertijos. Morohoshi, con un dibujo expresivo muy centrado en los personajes —una vez dentro de la caja el escenario se vuelve limitado, casi claustrofóbico—, ofrece una narración pausada, que permite al lector ir asimilando con calma la naturaleza del lugar, y va dejando acumularse el insidioso horror de la situación. No hay grandes sustos, pero sí situaciones escabrosas y algunos «monstruos» que van a llevar al límite a los protagonistas.


El joven Kôji Kakuta recibe en su casa un paquete a su nombre pero sin remitente. Al abrirlo encuentra una caja de Hakone —una artesanía que es como un rompecabezas que solo se puede abrir moviendo las secciones de la caja siguiendo una serie de intrincados pasos— y una Entrada no sabe para dónde. No le da gran importancia, pero no puede evitar sentirse forzado a resolver el reto. Desde el momento en que consigue resolver el mecanismo y abrir la caja empiezan a suceder las cosas más extrañas en su entorno. Cosas imposibles, como un inexplicable fenómeno que arrasa con un aula del instituto, la desaparición de parte de la casa de Kôji que, sin embargo, nadie más parece observar o la caída de un enorme cartel publicitario que parece despejar la panorámica para la contemplación en la lejanía de un misterioso edificio cúbico.


Siete personas, desconocidas entre sí, parecen haber sido convocadas a reunirse en torno al mismo, un cubo sin fisuras en medio de un parque al que nadie parece prestar atención. Cada una de ellas ha recibido un enigmático rompecabezas, desde un cubo de Rubik a un simple pero aparentemente irresoluble crucigrama. A ellos se une la intrigante Kyôko, una joven a quien Kôji había conocido previamente subida a un árbol de un parque que el joven debe cruzar camino de su instituto, y quien sin haber recibido la invitación parece saber más que los demás del desafío en que se ven envueltos. Al resolver uno de los rompecabezas se abre una puerta en el cubo, la caja, y todos, unos con más reticencias que otros, entrarán en su interior, donde les recibe una sonriente e inquietante niña que les da la bienvenida. Ella será la encargada de explicarles las reglas del lugar en que han entrado y del que no podrán salir si no resuelven todos sus acertijos. Un lugar repleto de sorpresas, misterios, amenazas,  peligros y seres monstruosos que pronto harán mella en su espíritu.


Los convocados parecen responder a una amplia selección de todos los extractos de la sociedad. Un par de estudiantes de instituto —uno decidido y resolutivo, el otro apocado y algo miedoso—, una joven circunspecta que dice poseer poderes extrasensoriales, un matrimonio de entrañables ancianos, un nervioso profesor de historia y un arquitecto que no demuestra gran catadura moral. No son un grupo para nada cohesionado, y es curioso como los más jóvenes se demuestran mucho más preparados para la situación que los dos hombres de mediana edad, quienes van a demostrar oscuras lagunas en su forma de actuar. No obstante, la extrañeza y el encierro va a ir haciendo mella en ellos por igual, haciendo aflorar personalidades ocultas, generosas, egoístas, resignadas, traicioneras o cobardes. Como la vida misma.

Cada una de las personas dentro de la caja tendrá que ir resolviendo el rompecabezas que ha recibido y con cada acierto el laberíntico lugar dándoles acceso a nuevas estancias y nuevos retos. Poco a poco se adentran en lo desconocido, y conforme más se internen por aquellos lúgubres pasillos, descubriendo trampas y horrores, van aflorando las personalidades y secretos de cada uno de ellos. ¿Qué acecha al final del camino? ¿Qué les depara el destino?

No hay apenas respuestas en este primer tomo, casi todo son misterios y una sensación creciente de apremio, de amenaza y de tiempo limitado que obliga a resolver los rompecabezas a buen ritmo por mucho que algunos se nieguen a hacerlo. Morohoshi deja caer algunas de las claves de lo que se espera de los protagonistas dentro de la caja, de la historia y naturaleza del lugar, del peligro que les aguarda en su final, y lanza sospechas sobre el pasado y las motivaciones ocultas de algunos de los personajes que los han llevado a ser elegidos para esta «aventura».


El tomo, estupendamente editado por Satori, ofrece además acertijos para los lectores como entradilla de alguno de los capítulos, y un anexo final sobre la misteriosa e intrigante Kyôko, una figura recurrente al parecer en la obra de Morohoshi, y que parece estar mucho más al tanto de todo lo que allí sucede que todos los demás, actuando con una aparente autonomía que a los demás se niega. Queda todavía mucho por resolver en el siguiente tomo. Acertijos, rompecabezas y el misterio de la naturaleza y finalidad de la propia caja que aquí tan solo se ha empezado a desvelar. ¿Podrán escapar del laberinto? Y, quizá más importante, de lograrlo, ¿cuántos de ellos lo conseguirán teniendo en cuenta las bajas que ya se han producido en este mismo tomo? Impaciente por leer la segunda entrega.

No hay comentarios: