y otros relatos.
Ken Liu.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alianza editorial. Col. Runas. Madrid, 2021. Título original: The Hidden Girl and Other Stories. Traducción: María Pilar San Román. Diseño de cubierta: Octavi Segarra. 511 páginas.
Una colección de relatos de Liu siempre es una buena noticia. Tras El Zoo de papel este La chica oculta recoge dieciocho cuentos y un extracto de su próxima novela de La dinastía del Diente de león. Cuentos hermosos y tranquilos, que cuestionan el presente, exploran el futuro y presentan interesantes reflexiones sobre la naturaleza humana, la resiliencia, la identidad, la memoria, la empatía, la conciencia y las relaciones paterno-materno filiales. Culturas en conflicto que buscan puntos de encuentro, personas desgarradas que intentan unir los pedazos, espíritus interiores que muestran la valía exterior, hackers bienintencionados, el shock tecnológico, la Singularidad, la pertenencia, Inteligencias Artificiales, la herencia envenenada de los colonialismos… Una gran selección que en su conjunto, como ya anticipa el propio autor en su Prefacio, termina siendo más grande que sus partes. Liu juega con la metaliteratura y establece una serie de líneas maestras que pueden ser rastreadas de un relato a otro, un juego de guiños y de temas recurrentes que hacen de la lectura tanto un desafío como una auténtica delicia.
A lo largo del volumen parece establecerse un hilo conductor que salta de relato en relato centrándose en el interés de Liu en la Singularidad Digital y el transhumanismo, en el momento en que la humanidad podrá descargar las conciencias individuales de cada persona en soportes computacionales y conseguir de facto, entre otros “beneficios”, la inmortalidad. El autor explora dos temas principales, el destino de aquellos que quedan atrás, que no quieren volcar su personalidad en la máquina, y la naturaleza del ser humano, sus límites y definición. A lo largo del volumen Liu presenta tres narraciones interconectadas, que fácilmente podrían ser recopiladas como una novela corta en sí mismas, hábil y agradablemente intercaladas entre el resto, y que versan sobre la migración del grueso de la población humana al ciberespacio habilitado para sus personalidades digitales, desde el momento en que tal posibilidad empieza a gestarse hasta que se convierte en toda una realidad virtual. El primero, Nadie encadenará a los dioses, presenta a Maddie, una niña huérfana de padre y que sufre acoso escolar que empieza a interactuar a través de su ordenador con un desconocido que solo se expresa mediante el uso de emojis. Una emotiva historia de relaciones paterno filiales y de crecimiento que presenta los primeros pasos hacia una identidad digital. El segundo, Nadie asesinará a los dioses, presenta a Maddie algo más crecida, uniendo sus fuerzas con el ente desconocido para evitar un desastre global que ya está teniendo lugar. Y en el tercero, Los dioses no habrán muerto en vano, una Maddie ya mayor ayudará a dar el salto definitivo hacia el transhumanismo pasando el testigo a una nueva generación sin ninguna nostalgia del mundo físico. Son historias centradas en ese futuro paso para la humanidad, en lo que significa <ser humano> y en los nuevos tipos de relaciones que se deberán crear, en los que uno de los defectos que se les puede achacar —a estos tres y a otros relacionados con la Singularidad— es que mientras se centra en temas interesantemente filosóficos y emotivos pierde un tanto de vista el soporte necesario y, sobre todo, la energía que se requeriría para mantener en marcha los servidores y computadoras donde se ejecuta el mundo virtual en un entorno físico, un planeta, que él mismo presenta en franca decadencia y abandono.
Además de en estos tres relatos Liu sigue ampliando los límites de su exploración transhumanista en otros como en el magnífico Quedarse atrás, donde indaga en el destino de aquellos que se niegan a renunciar a su cuerpo y a su vida —el peaje necesario y obligatorio— para adentrarse en el mundo virtual. Los que permanecen en un mundo en involución, con una población cada vez menor que se ve incapaz de mantener los niveles de civilización previos, que pierde los recursos energéticos y se desliza por una pendiente que lleva a los restos de la humanidad a la barbarie. Liu presenta con enorme sensibilidad un momento de duras decisiones, cuando el convencimiento de seguir siendo «humanos» debe luchar con la certeza de la muerte cercana de un ser querido; cuando la digitalización empieza a no parecer una solución tan conflictiva.
Un paso más allá En otro lugar por completo distinto, inmensas manadas de renos explora un futuro de nativos virtuales en el que una mujer, madre de la narradora y uno de los «antiguos» que vivieron una parte de su vida en el universo físico, siente que la humanidad se ha encerrado dentro de su mundo cibernético e insta a su hija a salir fuera y conocer y explorar, mediante periféricos robóticos, el estado del planeta que dejaron atrás. Una vez más el autor explora la necesidad de mantener el contacto con el pasado, con las raíces, como forma de crear una identidad y un sentimiento de pertenencia.
Como se ve, muchos de estos cuentos muestran también la preocupación de Liu por las relaciones familiares, los equilibrios padres-hijos, los vínculos, los problemas de comunicación, los abismos generacionales. Una muchacha que se comunica con una presencia en la red que se expresa mediante emoticonos y que va a ayudarle a superar el ciberbullying que está sufriendo, una joven que conoce por primera vez a su hermana nativa digital… En el estupendo Siete cumpleaños Liu trata el tema utilizando las posibilidades de la dilatación temporal, explorando un futuro cada vez más lejano a través de la celebración del cumpleaños en múltiplos de siete de la narradora, desde sus 7 años, cuando su madre estaba tan ocupada que no pudo asistir a su cumpleaños, a los 49, cuando es la mujer la que está tan centrada en el volcado de conciencias que apenas puede atender a su madre con alzhéimer, a los 343, cuando los problemas surgen de la comunicación con su propia hija virtual, y cada vez más lejos, ofreciendo una fascinante visión al futuro que el autor tiene en mente para la humanidad —o lo que sea en que sus descendientes se conviertan—.
Apartándose del tema de la Singularidad pero no del de las relaciones entre progenitores e hijos, en el precioso y doloroso Recuerdos de mi madre, gracias a la dilatación temporal de los viajes espaciales, una madre diagnosticada con un cáncer terminal visita a su hija de forma esporádica recorriendo las principales etapas de su vida y viéndola envejecer mientras para ella los dos años que le habían dado de vida pasan lentamente. Vínculos familiares como en El mensaje, un relato con trasfondo de space opera en el que una joven, tras la muerte de su madre, se reunirá con su padre ausente —por desconocimiento de su paternidad— y se verá obligada a acompañarlo en su exploración de unas ruinas alienígenas en un planeta remoto en un viaje que pondrá a prueba la incipiente relación.
La dualidad de las personas, las tensiones de aquellos que perteneciendo a varios mundos los intentan reconciliar en su interior, se encuentra también en buena parte de los cuentos presentes, como en Días de fantasmas, donde en unas escenas escalonadas y relacionadas por cierto objeto el lector asiste a las vivencias de un estudiante de origen chino educado en Gran Bretaña que se enfrenta a las tensiones culturales —tradición y modernidad— entre padre e hijo en el Hong Kong de principios del siglo XX, a un joven chino estadounidense que sufre el racismo de la era Reagan, y a una muchacha posthumana que vive en un alejado y aislado planeta donde los mayores luchan porque los jóvenes no olviden sus orígenes. Las resonancias entre unas y otras época y, la ruptura con el bagaje cultural de cada uno permite reflejar el desgarro de identidad de esas personas que viven a caballo entre varias realidades sociales contrapuestas, que se sienten extranjeros allá donde vayan. No es de extrañar que muchas personas se aferren al pasado como símbolo de pertenencia ante las tensiones de un presente cambiante y ante los ataques xenófobos de los individuos más intolerantes. Tensiones también presentes en Renacido, donde la dolorosa dualidad se ve acentuada por la participación de una invasión alienígena en la ecuación; una parte supuestamente benigna que, no obstante, se enfrenta con métodos cuestionables a la resistencia a ser asimilados de los humanos que no quieren perder su esencia, su memoria y sentimientos. Una dualidad recubierta de racismo es la presentada en El demonio de Maxwell, donde Tatako, una prisionera japonesa-estadounidense encerrada en el campo de Tule Lake, en territorio norteamericano durante la II Guerra Mundial, debe mostrar sus lealtades por encima de cualquier duda, viendo cuestionadas sus raíces y su compromiso para su nación. Una historia con un giro levemente sobrenatural en torno a la paradoja que da título al relato que no esconde la denuncia de los prejuicios y las vejaciones cometidas contra el diferente, el ajeno, el otro.
Otros cuentos encierran otro tipo de denuncias, como en Nuestro más sentido pésame, sobre los peligros de las redes. el autor va a ir saltando entre los puntos de vista de los familiares de una joven muerta en un tiroteo que ven cómo los trolls de internet convierten sus videos homenajes en los más dolorosos, repulsivos y deleznables ataques, modificando sus imágenes y convirtiéndola en protagonista de videos porno en los que nunca participó. Los límites de lo privado y el respeto por lo ajeno se estrellan contra la maledicencia y crueldad de ciertas personas que buscan su diversión o la imposición de sus mensajes por encima de cualquier otra consideración y que cuentan con la impunidad que les otorga el anonimato de Internet; una tendencia en redes sociales que, por desgracia, es fácil ver ya en nuestra realidad cotidiana. Denuncia también de los peligros de las aplicaciones blockchain, las criptomonedas, la Realidad Virtual, los tejemanejes económicos de ciertas ONGs y de las políticas de migración y refugiados actuales, con tanta gente sufriendo lejos del interés de los mass media, versa Empatía bizantina, una fábula política moderna sobre los objetivos y las realidades de las organizaciones benéficas a nivel mundial y donde no está nada clara la línea que separa a los buenos de los malos.
Hay en la antología otro «bloque» de relatos con un enfoque más fantástico, pero que juegan al mestizaje de géneros, como el que da título al volumen, La chica escondida, una fantasía histórica de ambientación oriental en que una joven raptada por un monje y destinada a convertirse en asesina se descubrirá poseedora de extraordinarios dones. O en Coneja gris, yegua carmesí, leopardo azabache, donde en cierta forma se exploran los beneficios de la sororidad en un relato que aúna un escenario post apocalíptico, una ambientación casi steampunk y una sugerente aventura distópica, y en el que su mayor «defecto» —que no es tal— es que parece anunciar unos acontecimientos que en definitiva todavía estarían por narrar y que dejan con muchas ganas de poder leer más acerca del mundo de ruinas tecnológicas y extrañas sociedades allí presentadas. Entre los relatos de corte más fantástico el volumen incluye un fragmento de la futura tercera entrega de La Dinastía del Diente de León titulado Persecución más allá de las tormentas, estupendo, pero que resulta un tanto frustrante, tanto por anticipar la tan ansiada continuación de la saga como por resultar totalmente inconcluso, sin ningún cierre que pudiera justificar su extracto como relato aparte. Cerraría el volumen el breve Recortes, una reflexión sobre la religión, el lenguaje y la búsqueda de lo esencial, de la destilación de lo que de verdad importa y de la desestimación de todo lo demás como meras distracciones sobre el mensaje básico.
Historias para disfrutar, para reflexionar, para paladear y dejarse llevar, que permanecen en la mente mucho después de haber cerrado el libro, con una prosa —¡y qué magnífica traducción!— hermosa y punzante, intimista en muchas ocasiones, repleta de simbolismos, Historias desasosegantes, inquietantes, sugerentes, que hablan de un autor imaginativo y lleno de ideas en un momento literario de absoluta plenitud.
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