La saga de los huesos verdes: libro 1.
Fonda Lee.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Insólita Editorial. Barcelona, 2019. Edición digital (ePub). Título original: Jade City. Traducción: Antonio Rivas Gonzálvez. Ilustración de portada: Fran Mariscal. 540 páginas.
Ciudad de Jade es la historia de una lucha entre la tradición y la modernidad, entre dos formas enfrentadas de entender el mundo y encarar el futuro. Una lucha que empieza con movimientos subterráneos, con jugadas bajo mano que buscan desestabilizar más que asestar un golpe mortal, pero que inevitablemente desemboca en un choque cruento. Un fantasía urbana, contemporánea, que se abre a nuevos enfoques culturales, alejados del estándar occidental, aunque con una línea muy matizada por el mismo, y pinta la trama de una exótica ambientación asiática, muy importante en el desarrollo de los personajes y de los acontecimientos en que se ven envueltos. Clanes yakuzas, poder y magia, familia, honor, bajos fondos, conspiraciones internacionales, rivalidades ancestrales, amistad defraudada, drogas, coacciones poco sutiles, combates de artes marciales y de armas blancas, tiroteos, luchas e intrigas políticas, guerras callejeras, ambición y codicia desmedidas, dolorosas traiciones… y grandes personajes. Personajes humanos, falibles, llenos de vida, grises, y muy diferentes entre sí. Una novela imaginativa y muy trabajada, con resonancias de tragedia griega en tres actos y una intrincada trama de multitud de capas que profundizan mucho más allá de la inevitable comparación de El padrino se encuentra con las historias de Kung-fu.
Yanlún, la Ciudad de Jade en la isla de Kekon, es una ciudad dividida territorialmente y dominada por dos clanes: Montaña y Sin Cumbre, herederos de los vencedores de la pasada guerra de independencia contra la ocupación extranjera shotariana. La extracción y explotación del jade, que da importantes habilidades físicas y mentales a los guerreros conocidos como Huesos Verdes, pero vuelve inestables a aquellos cuyos cuerpos no están preparados para portarlo causándoles una especie de enfermedad y locura denominada comezón, es la principal actividad económica y comercial de la isla, siempre bajo supervisión de los clanes principales. El equilibrio se ha mantenido desde el final del conflicto bélico. Pero ahora los tiempos están cambiando, el poder ha pasado de manos, y las tensiones se mascan en unas calles supuestamente pacificadas. Unas tensiones basadas en una ambición desmedida y en la introducción de una nuevo elemento desestabilizador en la ecuación, una droga desarrollada en el extranjero que permitiría que cualquier persona hiciera uso del jade sin sufrir sus consecuencias negativas —aunque muy posiblemente sí otras—, que podrían incendiar la ciudad y dinamitar el status quo.
Fonda Lee ofrece una historia coral, con cinco puntos de vista principales, y alguno más secundario de forma puntual, que dan cuenta en profundidad de la situación, aunque sean todos menos uno desde la perspectiva de uno de los dos bandos enfrentados al seguir a miembros del clan Sin Cumbre. La autora juega hábilmente sus cartas para presentar todo el —enorme— trasfondo geopolítico, económico, histórico, cultural, religioso y social mediante diálogos y conversaciones bien orquestadas, descripciones precisas y un profuso uso de analepsis en los momentos más adecuados. De forma harto satisfactoria se hacen evidentes ciertos paralelismos con la situación del sudeste asiático tras la II Guerra Mundial, carrera armamentística global incluida. Puede ser que el volcado de información sea un tanto excesivo de inicio, pero la amena forma de hacerlo y el interés de lo expuesto consigue que el lector se haga una idea cabal de toda la situación, y lo que ha llevado hasta ella, sin perder ni el interés ni la emoción.
Con un ritmo ágil, ameno y sostenido, con los tiempos muy bien definidos, entre estallidos de acción y momentos de introspección y reflexión, una cadenciosa dosificación de la intriga y un elegante sistema de magia muy bien pensado y establecido, la introducción de escenas de combate, con armas y sin ellas, coreografiadas de forma muy vívida e intensa, y una estupenda traducción de alguien que sabe a la perfección lo que se trae entre manos, se convierten en uno de los grandes alicientes de la lectura.
Los diversos puntos de vista, con unos protagonistas de diferente extracción social, personalidades profundas y actuaciones memorables, permiten a Lee ofrecer una buena panorámica de todo el conjunto, desde lo más alto de la familia, el pedestal, y sus cercanos como el hombre del tiempo y el cuerno, con todos sus problemas y fricciones, a los bajos fondos de la isla con aquellos siempre dispuestos a mancharse las manos por un poco de dinero o de poder, pasando por todos los entresijos de enmedio, desde los mandos intermedios, los puños, y los soldados - carne de cañón, los dedos, a los comerciantes, dueños de restaurantes y/o prostíbulos, estibadores, trabajadores varios, políticos... que rinden pleitesía, casi vasallaje, a unos y otros, o a los estudiantes que se preparan para servir con sus habilidades al clan. La intriga, los enfrentamientos, la acción, las traiciones, los juegos de poder y la magia del jade hacen el resto para conseguir una narración adictiva.
Los diversos puntos de vista, con unos protagonistas de diferente extracción social, personalidades profundas y actuaciones memorables, permiten a Lee ofrecer una buena panorámica de todo el conjunto, desde lo más alto de la familia, el pedestal, y sus cercanos como el hombre del tiempo y el cuerno, con todos sus problemas y fricciones, a los bajos fondos de la isla con aquellos siempre dispuestos a mancharse las manos por un poco de dinero o de poder, pasando por todos los entresijos de enmedio, desde los mandos intermedios, los puños, y los soldados - carne de cañón, los dedos, a los comerciantes, dueños de restaurantes y/o prostíbulos, estibadores, trabajadores varios, políticos... que rinden pleitesía, casi vasallaje, a unos y otros, o a los estudiantes que se preparan para servir con sus habilidades al clan. La intriga, los enfrentamientos, la acción, las traiciones, los juegos de poder y la magia del jade hacen el resto para conseguir una narración adictiva.
«La familia es deber. La magia es poder. El honor lo es todo». En un mundo marcado por la guía de las creencias ancestrales los clanes mafiosos, al menos el Sin Cumbre, se rigen por rígidos principios entre los que prima la lealtad. Estructurados en una férrea jerarquía, los juramentos de fidelidad y la entrega a la tradición atan tanto a los jefes como a sus subordinados en unas relaciones intrincadas que van mucho más allá de la familia y de la lealtad al compañero. Es una forma de vida; una en que es más sencillo morir que romper la palabra dada. No obstante, incluso en el Paraíso se introdujo una serpiente, y Kekon dista mucho de ser ese lugar ideal. El pasado marca toda una forma de hacer las cosas, pero las nuevas generaciones quizá tengan otra manera de pensar, otra idea sobre cómo deben discurrir los caminos de la isla, y del jade, hacia el futuro. El clan Montaña va a hacer su jugada y Sin Cumbre debe responder o perder todo aquello por lo que tanto ha luchado. A veces la rigidez y el determinismo marcado por el cómo se han hecho las cosas desde antaño pueden quebrar las organizaciones mejor calibradas al no darles margen de maniobra, pueden romper al hombre que se debate entre respetar la tradición y abrirse a nuevas posibilidades. A veces el camino es muy estrecho y muy peligroso de recorrer. A veces el coste de aferrarse a la tradición, a la familia y a la jerarquía es demasiado alto. Esta es, muy posiblemente, una de ellas.
Primera entrega de una trilogía, el final, en un momento de engañosa calma, deja con inevitables ganas de poder continuar leyendo. Ojalá podamos tener pronto en español la segunda entrega, Jade War.
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