Hervé Le Tellier.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Seix Barral. Col. Biblioteca Formentor. Barcelona, 2021. Título original: L'anomalie. Traducción: Pablo Martín Sánchez. Fotografía de la cubierta: Mária Svarbová. 366 páginas.
Premio Goncourt 2020 la novela de Le Tellier es una de esas que ya resulta hasta tópico decir que son inclasificables. Como dice la contraportada, se podría encuadrar entre «el thriller, la ciencia ficción y el relato de aventuras», con algún toque de humor —bastante socarrón y cáustico—, unas dosis de romance —o del final del mismo—, misterio —y si no se ha leído la sinopsis, casi mejor no hacerlo e ir sin conocer algunos giros vitales de antemano—, metaliteratura, psicología, metafísica y muchas cuestiones sobre el libre albedrío, las decisiones tomadas, el destino, los límites de la vida de cada persona y la propia condición y naturaleza humanas. En su edición original era una novela de futuro tan cercano que el mismo ya ha devenido casi en presente, convirtiendo la novela, cuyo argumento no desmerecería en algún capítulo de La Dimensión Desconocida, en una intrigante ucronía en la que el Covid-19 parece no haber causado la pandemia y cierto presidente estadounidense sí haber obtenido la reelección. Una novela caleidoscópica, con un amplio elenco de protagonistas enfrentados a lo imposible e intentando encajarlo en su propia concepción de lo que es la vida. Antes de embarcarse en la lectura hay que tener en mente un detalle: Le Tellier es un matemático y lingüista adscrito al movimiento Oulipo (Ouvroir de Littérature Potentielle), uno de cuyos objetivos declarados es la experimentación con las limitaciones lingüísticas y literarias ofreciendo textos divertidos e innovadores, y la «búsqueda de nuevas formas y estructuras que puedan ser utilizadas por los escritores como quieran», una concepción de la escritura como un puro juego que puede llevar a la sorpresa del lector.
La novela empieza a ritmo, efectivamente, de thriller de suspense, entrando en la vida de Blake, un asesino a sueldo con una doble vida, observando sus motivaciones, sus primeros contratos o las impresiones de un reciente, y turbulento, viaje aéreo «de trabajo». Pero en el segundo capítulo el punto de vista salta a Victor Miesel, un escritor con dos novelas de relativo éxito entre la crítica, pero que, parece ser, nunca llegará a ser un superventas, quien, tras sufrir un movido viaje en avión a los EE.UU., se encuentra como disociado de sí mismo, ausente. Al volver a París se pone a escribir como un poseso y al terminar la obra toma una drástica decisión. El tercer capítulo es para Lucie, una montadora de películas con gran predicamento entre los directores más afamados del país, quién tras un tormentoso viaje intercontinental, se replantea la relación en la que se encuentra inmersa. El cuarto se centra en David, enfermo terminal de cáncer, quien meses atrás también hiciera un viaje a los EE.UU. en el que el avión se vio azotado por el granizo y las turbulencias de una terrible tormenta… ¿Se va viendo cierto patrón?
Fotografía de Charles Platiau |
La segunda parte, reúne y justifica la dispersión de protagonistas, con una explicación para la trama, que no para el misterio general que sigue creando un buen número de preguntas. Preguntas que implican la presencia de políticos, militares, científicos y líderes religiosos de todas las confesiones. Mientras la tercera mostrará cómo cada uno lidia de muy diferente manera con las consecuencias de esta intriga.
El fenómeno acaecido, cuyas posibles explicaciones se convierten en el novum de la historia, y que aunque se cite en la sinopsis de contraportada como ya he dicho es mejor no conocer de antemano, presenta un buen número de cuestiones morales, éticas o filosóficas de muy difícil respuesta, si es que acaso la tuvieran, pero también legales ante unas circunstancias inéditas que no hacen sino cuestionar muchas de esas cosas que se dan por aceptadas en la vida y en el día a día, y que quizá hubiera que reexaminar de vez en cuando. Las relaciones de pareja, el desamor, la apuesta por la diversidad, las obsesiones laborales, la inseguridad, la aceptación de lo que se es, el mirarse a uno mismo en el espejo de lo que se ha conseguido o no en la vida y extraer dolorosas conclusiones, la depresión, las segundas oportunidades, la consistencia de la realidad que cada quien construye para sí mismo, los hogares rotos... Emociones profundas que de repente surgen a flor de piel, sentimientos frágiles, execrables pecados imperdonables o defectos muy humanos permean los relatos vitales de cada uno de los protagonistas.
La novela, francamente accesible frente a lo que el párrafo anterior pudiera sugerir, presenta un ritmo mantenido y rápido, y un estilo fresco y fluido, aunque en algunos momentos quizá abuse de los bloques de información, y en otras ocasiones las opiniones y convicciones personales del autor se inmiscuyan con demasiada intensidad en las páginas de la novela —¿podría acaso ser de otra manera?—. Lejos de las veleidades de hermetismo a la que podía invitar el enfoque psicológico y metafísico, el relato se presenta ágil y sarcásticamente divertido, cuando no se encuentra inmerso en alguna terrible denuncia. Le Tellier no busca contentar al lector con contestaciones al uso que le dejen satisfecho con todo bien mascado y deglutido. Todo lo contrario, parece. La lectura, con algunos hilos más que olvidados, deja con un incómodo picor en la mente, con una sensación de falta de resolución que invita a ser uno mismo quien rellene los huecos o, simplemente, elucubre libremente con sus propias explicaciones.
En La anomalía, tras la exploración de la psique, de los caminos del destino o de la consistencia de la realidad, el autor no busca respuestas. Una explicación sugerida para el fenómeno existe, confirmación no. Plantea hipótesis, sí, pero deja a elección del lector aceptar o descartar la que más le convenga y atraiga, si es que se decanta por alguna de ellas. Invita a la introspección, prima la experiencia por encima de las revelaciones, y cierra la novela con un final de esos abiertos —muy abierto—, sugerente, irónico, que deja en el aire todo el misterio…, o tal vez no. Una vez más, depende de cada lector sacar su lectura y sus propias conclusiones con las muchas simientes que Le Tellier ha plantado en el texto. Lo significativo, parece decir el autor, es lo vivido por los protagonistas, los problemas a los que se enfrentan en esta imposible situación y su manera de lidiar con ellos. No importan tanto las respuestas que pueda dar el autor, sino las que se dan a sí mismos sus personajes.
2 comentarios:
Lo tengo ojeadísimo en la librería, por que me llamo bastante la sinopsis en las novedades. Veo que puede ser... interesante :)
Interesante es ;-)
Aunque ya digo que la sinopsis es demasiado reveladora.
Si la lees ya nos contarás :-)
Un abrazo
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