jueves, 13 de mayo de 2021

Reseña: La noche de los cuchillos

La noche de los cuchillos.
Malaz: el Imperio 1.

Ian C. Esslemont.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

La Factoría de Ideas. Col. fantasía # 89. Madrid, 2012. Título original: Night of Knives. Traducción: Marta García Martínez. 313 páginas.

[Esta reseña es una versión revisada y corregida de la subida a Sagacomic el 26 de diciembre de 2012].

Con este título empieza la serie paralela a Malaz: el libro de los Caídos, llamada Malaz: el Imperio, y con la que Ian C. Esslemont, co-creador del mundo junto a Steven Erikson, va a dedicarse a rellenar huecos en la enorme historia que ambos tienen entre manos. Al enfrentarse a la lectura lo primero que llama la atención, frente a los tochos de Erikson, es seguramente la «brevedad», en páginas, de esta novela, algo que luego se verá refrendado ante la concreción temporal de la trama. Y es que toda la acción del libro transcurre en apenas 24 horas, y sobre todo en una solo frenética, interminable —para sus protagonistas—, sangrienta y caótica noche en las calles de la Ciudad de Malaz, antaño cabecera del Imperio y en la actualidad un decadente puerto apartado de las grandes decisiones políticas, burocráticas y económicas de la capital, y de donde sus habitantes sueñan con alejarse en busca de mejores oportunidades. Pero todo cambia al producirse una convergencia: tras décadas, vuelve a producirse el fenómeno de una Luna Sombría, cargada de profecías y amenazas siniestras, haciendo que la Isla de Malaz se convierta de nuevo y por unas horas, en el centro del mundo. Una noche en que las fronteras entre las sendas se difuminan, las oportunidades se ponen al alcance de la mano de los valientes y los asaltos a ciertos tronos vacantes se dan por descontados.

Acertadamente, el autor hace que el foco se mantenga en todo momento sobre los actores «secundarios» de este drama, dejando casi en las sombras o fuera de imagen las acciones de los supuestamente principales —dada su importancia en historias anteriores, como puedan ser el emperador Kellanved, Danzarín, Torva...—. Acciones que son las que verdaderamente tendrán enorme repercusión en el mundo de Malaz, pero que el lector de la serie ya «conoce», haciendo que lo que de verdad resulte interesante, y mantenga la intriga, sea el aporte de aquellos que sin comerlo ni beberlo se van a ver metidos en medio del fregado. Así, Kiska, una joven lugareña que sueña con entrar al servicio del Imperio mientras se «entrena» en las artes del espionaje por los tejados de Malaz esperando su oportunidad de destacar, o Temple, un amargado soldado que deja pasar sus últimos años de servicio en un puesto sin importancia intentando no llamar la atención sobre sí mismo mientras todos los que le rodean ignoran que antaño fuera un gran guerrero, van a llevar el peso del relato cuando sus vidas se vean irremediablemente enredadas en los planes de los pasajeros de dos barcos que atracan en el puerto de la ciudad sin que esté claro qué hacen allí o cuál es su destino.

Explotando certeramente la oportuna dicotomía, Esslemont hace que Kiska ofrezca el punto de vista impetuoso de la juventud, dispuesta a cualquier sacrificio para conseguir sus objetivos por muy arriesgado que sea, mientras Temple refleja la visión de quien ya ha visto demasiado, del veterano que ha querido dejar toda la lucha atrás y de repente descubre que no tiene más remedio que volver a los viejos hábitos. Un contrapunto realmente conseguido entre el inconsciente riesgo juvenil y la reflexión de la madurez. Odio, honor, nostalgia, lealtad, ambición, celos, envidia, traiciones…, sentimientos a flor de piel que conforman una mezcla explosiva de acontecimientos en una ciudad y una intensa noche que podrían cambiar el destino del Imperio.
Es esta una novela de pura aventura, acción desatada y tensa intriga, con un ritmo muy rápido y una trama lineal —salvo alguna pequeña y muy reveladora analepsis narrando episodios destacados del pasado de Temple— y en algunos momentos tan liosa como las del propio Erikson en su origen. El inicio, la presentación del escenario y de los personajes, se muestra un tanto titubeante, confuso incluso. Sin embargo, cuando el autor se sumerge a fondo en la trama, desatando los enfrentamientos, el relato se torna imparable, aunque haya que seguir muy atento al baile de contrincantes que van entrando y saliendo de escena de forma harto celérica, y muchas veces sin la pertinente explicación de lo que se encuentran haciendo por allí o cuales son sus objetivos. Esslemont dispone un buen número de actores sobre el tablero de la ciudad, con mayor o menor papel, y los sumerge en una espiral de violencia que atrapará a todos los que se pongan en el camino de las aspiraciones de los poderosos en una vorágine de sangre y muerte.

Muy diversas facciones se van a enfrentar en un baile de alianzas y combates sobre un tablero cambiante, en una dilatada noche que podría ver cómo se decide el destino de muchas intrigas gestadas durante largo tiempo en el seno del Imperio. Juegos de poder llevados a su máximo exponente, mientras los ciudadanos atemorizados se encierran en sus casas, las sendas desatan el caos sobre sus calles, los mastines de sombras campan a sus anchas buscando presas inadvertidas y el destino de cierto trono puede ser el premio para los audaces. Kellanved y Torva buscan su destino mientras diversos grupos se oponen a sus designios. Magos, espolones y garras, abrasapuentes, viejos soldados, curtidos marineros... van a librar un combate que no todos entienden ni para el que están preparados, mientras los enigmáticos Jinetes de la tormenta tantean las defensas de la isla, intentando romper las viejas fronteras que les mantienen atados al Mar de Tormentas.

Hay, no obstante la emoción de lo narrado, ciertos personajes y situaciones que parecen un tanto forzados, incluidos tan solo para aportar alguna información concreta, siendo luego desdeñados, dejados un tanto de lado o directamente olvidados. Ciertas conversaciones parecen servir tan solo —y no es poco— para conectar la historia con los sucesos ya relatados por
Erikson, para situar la acción dentro de la cronología de la serie, o para refrescar la memoria de aquellos eventos ya —supuestamente— conocidos que sirven de trasfondo a lo que está sucediendo en esta Luna Sombría.

Es cierto que este libro, comparativamente, puede ser considerado tan solo como un «tentempié», un aperitivo entre las obras de mayor calado, más elaboradas, enrevesadas y complejas de El libro de los Caídos. Podría decirse que, por su relativa «brevedad» y por la situación temporal en que se desarrolla la trama, se trataría de un «mero» capítulo entre los libros de Erikson, pero también es cierto que se trata de una perfecta ocasión para contestar algunas de las candentes cuestiones que aquellos dejaran sin respuesta, temas cuyo desenlace es ya conocido en cierta forma por los lectores de la serie madre, pero que no habían sido vistas directamente allí. Acontecimientos narrados, además, con acierto, interés y una tensión creciente muy atractiva. Y sirve también para presentar a ciertos personajes destinados a tener una buena importancia en el futuro de la serie.

La noche de los cuchillos es una novela intensa, ágil y emocionante, pero que visto lo visto «sabe a poco». Una obra destinada a proyectar luz sobre ciertas sombras de la gran historia general. Aunque dentro de la cronología interna del mundo de Malaz la acción se sitúa entre el prólogo y el relato principal de Los jardines de la luna, lo recomendable es leer este libro en el orden cronológico de publicación de la serie, detrás Mareas de medianoche, más que nada para salvaguardar ciertos misterios que han ido siendo desvelados a lo largo de varios entregas, primero como sospecha y luego ya como certeza. Certeza, por otra parte, que resta algo de misterio al presente, pero no le roba un ápice de emoción. Aunque tiene entidad independiente, narrando una historia completa, no se antoja que sea un libro para leer por sí mismo. La gran cantidad de guiños cómplices, de pequeños detalles dejados caer como al descuido, de referencias a personajes, a razas ancestrales, a las sendas y casas, y a hechos acaecidos en la serie madre hace que una buena parte del disfrute de la lectura dependa del conocimiento previo del escenario general.

Quizá a Esslemont, a pesar de utilizar una serie de recursos muy similares, le falte todavía un tanto para alcanzar narrativamente a su compañero de aventuras, Erikson. Sin embargo, para cualquier seguidor de Malaz este es un libro muy recomendable, sobre todo para los completistas, dada la información que contiene. Por el momento habrá que esperar a El regreso de la Guardia Carmesí para ver la auténtica dimensión del aporte del autor al mundo de Malaz. Ciertamente es una novela que gana mucho con su relectura.

2 comentarios:

Oscar Pons dijo...

Hola. Una preguntita. ¿Sólo reseñas libros que te pasan las editoriales como promoción, verdad? ¡Saludos!

Santiago dijo...

Hola.
No. Reseño tanto libros que me envían algunas editoriales como otros que simplemente me apetece. De hecho, por ejemplo, este mismo de Malaz me lo compré en su momento.
¡Saludos!