miércoles, 14 de febrero de 2007

Reseña: Guardianes de la noche

Guardianes de la noche.

Serguéi Lukyanenko.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Plaza y Janés.
Barcelona, 2007. Título original: Nochnoi dozor. Traducción: Jorge Ferrer. 511 páginas.


Guardianes de la noche viene avalada en España por el relativo éxito que tuvo la película que con el mismo título se basó en este libro. Confieso que no he visto la versión cinematográfica, así que me enfrentaba bastante libre de prejuicios a la lectura del mismoo. El volumen se compone de tres historias, de las cuales, lamentablemente, la mejor es, sin duda para mí, la primera y luego la cosa va en descenso, siendo la última la más flojilla. Digo lamentablemente porque empezar por lo bueno e ir luego cuesta abajo siempre deja un cierto mal sabor de boca.

El planteamiento, presentando una vez más el eterno enfrentamiento entre el Bien y el Mal, la Luz y las Tinieblas, es dentro de lo que cabe bastante original. Se supone que las dos fuerzas, para evitar la desaparición de ambas, han llegado a un gran pacto por el cual todo acto malvado llevado a cabo por uno de los Otros, las criaturas con poderes excepcionales y fantásticos que viven entre nosotros o sumergiéndose en un mundo particular y superpuesto al nuestro que es el Crepúsculo, debe ser compensado por un acto bondadoso y viceversa. Con el propósito de vigilar el cumplimiento de ese pacto se crearon hace tiempo dos grandes organizaciones: la Guardia Nocturna, en la que los luminosos velan porque no se comentan maldades no admitidas o sancionadas por las altas esferas, y la Diurna, en la que los tenebrosos vigilan para que no haya desviaciones hacia la Luz fuera de lo pactado o de las licencias permitidas.

Es dentro de la Guardia Nocturna donde vamos a encontrar al protagonista principal (o a uno de ellos) de la historia, Antón, quien será el encargado de relatar en primera persona sus vivencias y (des)venturas. Digo que es uno de los protagonistas principales, porque a mí entender, a pesar de aparecer mucho menos en la narración, el personaje básico llamado a convertirse en piedra angular de la trama es Svetlana, llamada a grandes cosas dentro de la Guardia y motor que moverá las piezas en la particular partida de ajedrez que los jefes de ambos bandos parecen estar jugando desde tiempos inmemoriales. Y junto a ellos encontraremos un buen número de personajes secundarios, ciertamente curiosos y extraordinarios, desde un vampiro buena persona vecino de Antón, pasando por el jefe y los compañeros de la Guardia Nocturna, hasta los sicarios y operativos de la Guardia Diurna y su jefe, Zabulón..

El tratamiento es, como digo, bastante original, a pesar de que todos podremos traer a la mente referencias de otras historias en que el Bien y el Mal llegan a ciertos acuerdos y, por supuesto, tratan de interpretar los términos a su favor; o donde los seres extraños: vampiros, hechiceros, grandes magos, cambiaformas y otros muchos conviven entre nosotros sin que seamos capaces de reconocerlos, llevando una existencia paralela a la nuestra y formando una sociedad al margen de la establecida por los humanos, aunque con muchos puntos de contacto con la misma. Sin embargo, lo importante aquí es el enfoque, el de una historia fantástica, llena de conjuros, maldicones y amuletos mágicos a la que se imprime un giro hacia un thriller casi policiaco, detectivesco se podría decir, que el autor da a las historias que componen el volumen, donde las Guardias son casi un cuerpo policial dirigido a controlar las infracciones del otro lado, y donde la intriga reside en cómo tensar, sin llegar a romper, los términos del Gran Pacto, para llevarse el gato al agua en su largo lucha por controlar el destino y los designio de los humanos. Humanos de los que los Tenebrosos se aprovechan y que los Luminosos tratan de defender en una pugna que se nos muestra aparentemente muy desigual.

Y es en esta pugna en la que se encuentra de pronto sumergido Antón, un operativo novato, que ve como su vida se convierte en un rompecabezas o en un tiovivo que no para de dar vueltas, llevándolo de un lado a otro sin que consiga encontrar las claves de todo lo que le está pasando y sin saber del todo a quién o a qué bando pertenece la mano que está tirando de sus hilos. Como ya he comentado, todo se nos desvela como una gran partida de ajedrez, y en pos de conseguir las piezas mayores, los peones son, como siempre, sacrificables, aunque en última instancia una vez cruzado todo el tablero los mismos puedan llegar a convertirse en piezas superiores.

De esta forma las tres historias que componen el volumen no son en absoluto independientes, sino que se van apoyando las unas en las anteriores para ofrecernos tres momentos de un relato mayor que sólo está completo al terminar de leerlas las tres. Lo malo es que el interés y emoción de lo narrado va decreciendo conforme se avanza en la lectura, yendo de más a menos y que acaba con un final que más que satisfacción produce alivio por haber terminado. Y es que la última historia es bastante sosita, sobre todo comparada con la primera. Se pasa de la originalidad del planteamiento, del descubrimiento y descripción de un mundo ciertamente intrigante, y del interés por la investigación, los giros de la trama, la acción y el puro estallido de magia, a un relato que cae casi en la pseudo filosofía, con unos personajes que a fuerza de querer ser introspectivos y atormentados se convierten en algo pedantes, y con unos problemas existenciales de patio de colegio. Se cambia acción por debate interno, y la narración pierde bastante por el camino.

Una lectura, en definitiva, bastante entretenida para pasar el rato, que empieza muy bien pero que decae conforme se avanza en las historias para terminar casi en la indiferencia. Si alguien quiere darle una oportunidad a este autor mi recomendación es que se lea Línea de sueños, libro publicado por Bibliópolis, y que es una novela en la que merece realmente la pena que se invierta un tiempo de lectura en ella.

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