El corazón del mundo, libro 2.
Col Buchanan.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Minotauro. Col. Fantasía. Barcelona, 2012.Título original: Stands a Shadow. Traducción: Simon Saito Navarro. 495 páginas.
La —en principio— trilogía de El corazón del mundo se inició con El extraño,
una historia que tiene lugar en un mundo fantástico y versa principalmente sobre unos asesinos ciertamente atípicos, y que
se cerraba de una forma dramática e insospechada. Ahora, enlazando
directamente con el final de la anterior, para el superviviente, y
contra todo lo que propugna la orden de los roshun, solo queda la pena y
la venganza personal, sin un contrato por medio. Pero no va a ser algo precisamente fácil, pues su objetivo se encuentra en lo más alto del escalfón del Imperio. Buchanan ha hecho que este segundo volumen de
la saga, de forma muy agradecida, discurra por derroteros bastante
diferentes de lo visto en su predecesor, con una historia que crece en
épica, en intriga política, en profundidad de los personajes y en
interés en general. Y si no se ha leído todavía la primera entrega, cabe
advertir que muy posiblemente las siguientes líneas puedan desvelar
algún detalle —aunque tan solo sea, por ejemplo, quién sigue vivo— que
sería deseable descubrir en el libro y no aquí.
El lejano telón de fondo de la guerra en torno a la ciudad de Bar-Khos, que se antojaba un añadido un tanto forzado a la acción principal de la anterior novela, toma el protagonismo absoluto de la trama cuando la Santa Matriarca del Sacro Imperio de Mann decida ordenar la invasión de los Puertos Libres de Mercia. La guerra que se mantenía en una especie de punto muerto va a desencadenarse en toda su virulencia y crudeza, aumentando el tono épico sobre la predecesora. Es ahora cuando todo lo anterior cobra sentido y empiezan a dar su fruto las semillas plantadas con antelación. En ese sentido, Y quedarán las sombras no sufre en absoluto del síndrome del segundo libro de una trilogía, sin que se sienta en ningún momento que se trate de una novela de transición hacia el desenlace de la siguiente, sino que tiene mucha enjundia y entidad propia. El autor cambia de registro y, libre ya de la necesidad de presentar mundo y personajes —a pesar de que alguna nueva incorporación vaya a dar mucho juego—, ofrece una historia más satifactoria, donde las promesas que encerraba el tramo final de El extraño explotan con intensidad.
El lejano telón de fondo de la guerra en torno a la ciudad de Bar-Khos, que se antojaba un añadido un tanto forzado a la acción principal de la anterior novela, toma el protagonismo absoluto de la trama cuando la Santa Matriarca del Sacro Imperio de Mann decida ordenar la invasión de los Puertos Libres de Mercia. La guerra que se mantenía en una especie de punto muerto va a desencadenarse en toda su virulencia y crudeza, aumentando el tono épico sobre la predecesora. Es ahora cuando todo lo anterior cobra sentido y empiezan a dar su fruto las semillas plantadas con antelación. En ese sentido, Y quedarán las sombras no sufre en absoluto del síndrome del segundo libro de una trilogía, sin que se sienta en ningún momento que se trate de una novela de transición hacia el desenlace de la siguiente, sino que tiene mucha enjundia y entidad propia. El autor cambia de registro y, libre ya de la necesidad de presentar mundo y personajes —a pesar de que alguna nueva incorporación vaya a dar mucho juego—, ofrece una historia más satifactoria, donde las promesas que encerraba el tramo final de El extraño explotan con intensidad.
Sobre
el tapete, con la guerra de inevitable fondo, la eterna cuestión de
quién es y qué hace al héroe según sea la óptica desde la que se
contemplan sus acciones; qué hace que una persona lo sea y otra,
haciendo algo similar, se convierta en un villano; qué actos están
justificados por un supuesto fin superior o unos motivos altruistas o
«razonados» —comprensibles y perdonables para el lector aún a pesar de
su inherente maldad— y porqué otros similares estigmatizan al que los
realiza; hasta dónde se puede llegar para otorgar «Justicia» —y cuáles
son los límites de lo justo—...
Ofrece Buchanan un
mosaico que se va completando poco a poco con varios puntos de vista de
unos mismos acontecimientos, consiguiendo una visión general muy
completa del conflicto, desde dentro de ambos bandos y en diferentes
posiciones de ellos, desde los mandos y soldados hasta los auxiliares
sanitarios o los civiles que van tras las tropas —prostitutas,
buhoneros...—. De alguna manera se ha perdido un poco el tono más
«íntimo» del anterior, que estaba más pegado a la convivencia entre Ash y su aprendiz Nico, para adquirir una dimensión mayor, mucho más «coral».
Como
ya comentaba en la reseña de la novela anterior, destaca y es de
agradecer, dentro de una ambientación entre tardo medieval y
renacentista, con abundante uso de armas de fuego de muy diverso
calibre, la aparición de lo que se podrían considerar deliciosos
«anacronismos» de la época representada, como la de ciertos cajetines de
monedas con tornos para acceder a ciertos lugares o para obtener
diversos servicios, el recursivo uso de «barcos» voladores, o la existencia de «vallas publicitarias» con
anuncios de productos o de establecimientos varios, que recuerdan al
lector que, a pesar de ciertas semejanzas «históricas» con nuestro
propio pasado la acción se desarrolla en un mundo muy diferente del
nuestro.
Dentro
de las campañas bélicas, mostrando desde su planificación hasta el
momento en que esos planes chocan con la realidad, el autor muestra con
descarnada realidad la estupidez humana, las envidias y los juegos de
poder dentro de una misma facción que llevan a la desconfianza y a la
inacción para que no sea «el otro» quien consiga el rédito del triunfo
aún a costa de impedirlo y de llevar a la derrota al bando propio.
Alcanzan gran importancia en la trama las tensiones dentro de los
propios ejércitos sobre quien debería ostentar el mando, y los juegos
políticos y de influencia cortesana que propician situaciones
paradójicas en los momentos más tensos.
Precisamente
la campaña bélica se lleva, sin duda, la parte del león del relato, con
emocionantes combates y enfrentamientos de tropas, pero en paralelo
discurren caminos destinados a cruzarse y que introducen en la trama
intriga, traiciones, puñaladas traperas, cambios de bando, huidas
desesperadas, asesinatos y mucha acción «individual». Mientras resuenan
los gritos de la batalla, muchos personajes están pendientes de sus
propias misiones independientemente de cuál pueda ser el
resultado final de la contienda. Hay demasiados intereses conflictivos en
juego, demasiadas misiones que chocan entre sí, muchas dudas y pocas
certezas éticas. Y las acciones de un solo hombre pueden inclinar
el fiel de la balanza en la dirección insospechada.
A
pesar de ciertos titubeos en el ritmo, motivados por el continuo cambio
de protagonistas y su diferente interés o importancia dentro de la
trama, que hace que la obra quizá no se encuentre todavía a la misma
altura de las grandes firmas de la fantasía épica actual —como Martin, Sanderson, Erikson o Abercrombie, por citar algunos—, sin duda con esta novela Buchanan ha
dado un gran paso para ir avanzando en esa dirección.
Ahora falta poder disfrutar de la tercera parte, todavía sin fecha de
publicación en origen, para —ojalá— confirmar la tendencia.
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Reseña de otras obras del autor:
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