Los vampiros de Morganville 6.
Rachel Caine.
Reseña de: Jamie M.
Versátil. Col. Juvenil. Barcelona, 2011. Título original: Carpe Corpus. Traducción: Daniel Aldea Rossell. 301 páginas.
Sexta
entrega de la serie donde, por fin, se alcanza cierta resolución que
podría considerarse como un punto y aparte o un fin del ciclo, con el
cierre del arco argumental que venía desarrollándose desde la llegada de
Bishop a Morganville
y atando ciertos cabos sueltos que coleaban incluso desde antes. Como
vengo advirtiendo en todas las reseñas anteriores, mi recomendación es
haberse leído las novelas precedentes antes de hacer lo propio con esta,
ya que no se trata de lecturas independientes, sino que van continuando
de una en otra hasta conformar una historia sin apenas interrupciones
(y muy posiblemente..., no, casi seguro, esta reseña contiene algún
detalle de las tramas anteriores, sobre todo de El Señor del Caos,
que no debería ser conocido de antemano si se desea disfrutar de
aquellas). De hecho es precisamente en esta que nos ocupa donde más
tiempo parece haber pasado entre el final de la anterior y el momento en
que se inicia aquí la acción, aunque en realidad se trate de un periodo
tampoco muy dilatado, de semanas en vez de horas o días.
Por fin ha llegado el día del decimoséptimo cumpleaños de Claire,
pero lo cierto es que la joven no encuentra demasiados motivos de
celebración en su actual vida. Morganville sigue bajo el yugo del
retorcido Bishop y mucho ha cambiado en el status quo de los humanos residentes en la ciudad, más oprimidos y temerosos que nunca. Amelie,
desaparecida, parece estar preparando la resistencia que consiga
liberar a la población del dominio de su padre, pero en realidad nadie
conoce sus planes. Mientras tanto, los antiguos compañeros de la Mansión Glass
se encuentran atrapados en medio del fuego cruzado, sirviendo a amos
que no eligieron, y tensando dolorosamente sus lealtades y principios al
verse obligados a realizar tareas que nunca hubieran elegido
libremente.
Se
podría decir que, sobre todo al principio de la novela, la trama es más
reposada que en las inmediatamente anteriores. Se producen muchos
movimientos subterráneos, manipulaciones secretas que intentan cambiar
el orden de las cosas decantando el apoyo de los vampiros hacia una
facción u otra, preparando planes dentro de planes que podrían fracasar
por el más mínimo detalle. Sin embargo, muchas son las líneas que
confluyen en Carpe Corpus,
rescatando temas incluso de los primeros libros y acelerando la acción
paulatinamente hasta poder cerrarlas satisfactoriamente.
Claire, viviendo en casa de sus padres, a quienes debe proteger de su propia inconsciencia, se encuentra atada de pies y manos, con Shane encerrado en la cárcel y amenazado de ejecución sumarísima, con Michael trabajando para Bishop, y con Eve
enfadada hasta el odio con ella por sus acciones y su forzada
rendición. La situación es explosiva, enormemente desgraciada y no
parece haber una salida viable que no termine en un derramamiento de
sangre generalizado.
A
lo largo de la serie, la autora ha conseguido un buen equilibrio entre
los vampiros más “tradicionales”, crueles, despreciables y sangrientos, y
aquellos otros con un poquito de alma (lo que no quiere decir que no
vayan a hacer todo lo necesario para sobrevivir) capaces de empatizar,
aunque sea un poquito, con los humanos a los que los demás tan solo ven
como un banco de sangre andante. Y son estos últimos precisamente los
que se encuentran en la encrucijada. Morganville fue construido como un
refugio para la enfermedad que los amenaza, un lugar donde tratar de
encontrar una cura mientras se mantienen a salvo; pero todo ello está
destinado a cambiar, a desaparecer, si el inmune Bishop se hace con el
poder total.
Caine,
junto a sus protagonistas principales, ha ido acumulando un elenco de
personajes realmente trabajado y diferenciado, que se complementan a la
perfección y se desarrollan, en circunstancias tan peculiares, de forma
muy coherente, cada uno con su propia historia y personalidad. Vuelven
los habituales secundarios: los Morrell (Monica y Richard), la dura
Hannah, el peligroso Jason, por supuesto el desequilibrado Myrnin
(reconozcámoslo, uno de los mejores de toda la serie), el estoico Sam
Glass... Y todos aportan su particular granito de arena a la resolución
de los diferentes arcos argumentales para alcanzar la deseada
resolución.
Junto
a ellos, aparece en esta entrega algún personaje nuevo que parece
añadido con excesiva precipitación y de forma un tanto chocante. Hay uno
en concreto que (si llevaba tanto tiempo en Morganville y
relacionándose con quien se relaciona, ¿cómo es que ni siquiera había
aparecido nombrado antes?) parece incluido sin más razón que añadir a la
trama cierto giro que resuelva un tema que venía coleando casi desde el
principio de la serie. Pero la que hace una aportación verdaderamente
sorprendente es Ada,
una... bueno, es mejor que el lector lo descubra por sí mismo, pero
desde luego es sorprendente (que luego también sea “discutible” queda a
la decisión de cada cual; más en un mundo de magia y vampiros, y aunque
haya que forzar un tanto la credulidad, ¿por qué no?).
Aunque ya se intuía algo en la anterior novela, con la inclusión del vampiro Theo Goldman y su familia, Caine
se permite una pequeña reflexión sobre el desprecio a las minorías
ejemplificada en el anti semitismo que Bishop profesa sin tapujos, parte
de su repudiable personalidad; aunque la verdad es que el tema tampoco
está tratado con excesiva profundidad, siempre es agradable encontrar
cierta crítica social en medio de la acción.
En medio de tanto ir y venir, aparece también una mayor implicación romántica, sobre todo en la relación Shane-Claire,
que da un importante y posiblemente controvertido paso adelante y
alcanza de alguna manera su resolución en medio de todos los peligros y
la violencia. como ya se puede ver, es esta novela la ocasión perfecta
para ir cerrando líneas.
Y eso que, de nuevo y como en ocasiones precedentes, Claire
es más espectadora que auténtica participante en los trascendentales
acontecimientos llamados a convulsionar la sociedad de Morganville,
convirtiéndose en una testigo privilegiada para narrar los hechos aunque
no influya activamente en ellos (más que como “detonante” en alguna
ocasión). La joven en realidad se ve arrastrada de un lado para otro y
la acción se convierte en un ir de aquí para allá desesperado, casi
contrarreloj, buscando la droga que quizá pueda curar a los vampiros de
su enfermedad, visitando diferentes laboratorios, contactando con los
diversos actores del drama, y enfrentando diversos desengaños sin tener
todas las cartas en la mano.
Como todas las anteriores, Carpe Corpus
es una novela de entretenimiento paranormal de lectura rápida y ágil.
Y, por fin, su cierre se produce en un alto real de la serie, con la
culminación total de la trama que venía ocupando los libros anteriores y
sin ningún cliffhanger
bestial que deje colgada la acción hasta la siguiente entrega (y sí,
hay por lo menos otra media docena de novelas publicadas, pero, como ya
dijera, se produce aquí un punto y aparte que permite hacer un alto en
el camino sin tener que estar pendiente de lo que viene a continuación).
Una serie destinada al público que en el mercado anglosajón han dado en
llamar “young-adult”, pero que puede ser degustada por cualquiera que
guste de las aventuras vampíricas al estilo moderno, con acción y
romance, y que esperemos que Versátil se anime a continuar con la publicación de los siguientes.
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Reseña de otras obras de la autora:
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