jueves, 7 de marzo de 2013

Reseña: El Señor del Caos

El Señor del Caos.
Los vampiros de Morganville 5.

Rachel Caine.

Reseña de: Jamie M.

Versátil. Col. Juvenil. Barcelona, 2011. Título original: Lord of Misrule. Traducción: Patricia Sánchez Maneiro. 299 páginas.

Con ésta se alcanza ya la quinta entrega de las desventuras de Claire Danvers y sus amigos en Morganville, la ciudad tejana dominada por los vampiros, mucho más peligrosa desde la llegada de Bishop a la misma. La narración se inicia prácticamente en el mismo momento en que terminara la anterior, Baile de máscaras, con los partidarios de Amelie reagrupándose en la Mansión Glass para planear su siguiente movimiento y con el padre de la vampira asentando su posición, mientras la ciudad parece arder a su alrededor. Desde luego no es ésta una novela para ser leída de forma independiente sin conocer todo lo que ha sucedido hasta el momento. De hecho, en realidad cada libro de la serie continúa tras un cliffhanger del anterior, así que lo más recomendable es leerlos uno detrás de otro en su debido orden para disfrutar adecuadamente de todos sus detalles.

Así, tras la brutal noche y la tensa espera es el momento de ponerse de nuevo en marcha; ahora Claire debe encontrar y mantener cuerdo a Myrnin; Shane deberá conducir el furgón de sangre para evitar que destruyan sus reservas; Eve deberá acudir al Territorio Neutral para servir de enlace con Oliver; y Michael debe acudir a la Universidad para mantener a los estudiantes a salvo e ignorantes de lo que está sucediendo a su alrededor.

Pero mientras los protagonistas se separan y se encaminan a sus misiones, los vampiros en general empiezan a mostrar un extraño comportamiento, intentando ir a algún desconocido sitio para obedecer a una llamada que solo ellos sienten, aunque tengan que exponerse al sol y morir por ello. Además, negras nubes se van acumulando en el cielo amenazando con descargar sobre la población una tormenta de proporciones descomunales.

Con la habitual prosa ligera, directa y efectiva de la autora, lo cierto es que la novela transcurre, tanto en acción como en lectura, de una forma celérica, centrándose en los enfrentamientos e incluyendo mucho menos romance (algo hay, obviamente) entre las parejas Claire-Shane y Eve-Michael que de un pequeño descanso en la tensión general de la situación.

Sin embargo, entre tanto movimiento, El Señor del Caos parece en exceso un mero libro de transición, donde suceden muchas cosas alrededor de los protagonistas, sí, pero nada demasiado “novedoso” ni que avance demasiado la trama. Parece que Caine está limpiando el tablero, recolocando las fichas y estableciendo de manera indiscutible las posiciones de cada uno de los actores implicados en el drama.

Con Amelie y sus seguidores enfrentándose a Bishop, el resto de protagonistas se pasan buena parte de la novela corriendo de aquí para allá, de forma bastante frenética, preparando planes, repartiendo instrucciones y comprobando el estado de sus aliados en medio de la creciente tensión; Claire, ya sea en solitario o acompañada, se dedica a patear las calles de Morganville, yendo de la Mansión Glass a la Universidad donde los estudiantes humanos no involucrados en el drama creen estar en medio de un simulacro del gobierno, pasando luego por la cafetería Territorio Neutral donde Oliver tiene establecido un particular centro de mando, haciendo una visita al arrasado laboratorio de Myrnin en busca de los pocos restos de la droga que le mantiene cuerdo y que podría significar la curación de la enfermedad que amenaza la existencia de los vampiros, y escapando de diversos peligros y persecuciones callejeras (a pie y en coche) o  trasladándose a través de las diversas "puertas teletransportadoras"...; y entonces vuelta a empezar.

El caos del título, efectivamente, se desata. Las distintas facciones empiezan a enfrentarse, no solo las dos de vampiros lideradas por Bishop y por Amelie respectivamente, sino también (y quizá esto sea lo más novedoso del libro dentro de la serie, porque es algo que se intuía pero no se había explotado a fondo) una tercera compuesta de humanos residentes en Morganville que ven en estos sucesos la magnífica oportunidad de liberarse del yugo de los chupasangre, organizándose en torno a elementos externos.

Antiguos conocidos muestran el rostro del odio aprovechándose de la situación, y la despreciable Monica va a probar una ración de su propia medicina, llegando incluso a despertar algo de lástima en el lector. Los edificios arden, los refugios teóricamente seguros son asaltados, las alianzas se muestran inestables desembocando en dolorosas traiciones, los vampiros actúan de forma extraña... Y, por si todo ello fuera poco, la naturaleza viene a aportar su granito de arena a la explosiva situación con un tornado de gran potencia que amenaza con arrasar todo lo que encuentre a su paso.

Tras tanta carrera, a falta de un par de decenas de páginas para el final de la novela y a pesar de la indudable emoción de lo narrado, de las luchas y enfrentamientos variados, de las conspiraciones, de las dudas y revelaciones, en realidad no mucho ha cambiado en la situación general respecto a su principio. Sin embargo, ese es el momento que la autora aprovecha para dar un golpe sobre la mesa, introducir un hecho muy destacable y dejar caer un cliffhanger sorprendente con el que se cierra el libro dejando todo pendiente para el siguiente, Carpe Corpus. Lo cierto es que la trama está pidiendo a gritos algo de resolución, de avance real; pero también hay que reconocer que entretenida lo es un rato. Y ahora a por el sexto.

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Reseña de otras obras de la autora:


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