miércoles, 8 de enero de 2014

Reseña: Reyes de aire y agua

Reyes de aire y agua.

Jesús Fernández Lozano.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Cápside Editorial. Valencia, 2013. 248 páginas.

Hay reseñas que cuesta mucho escribir, porque sabes que nunca podrás hacer justicia a lo leído, a las sensaciones vividas. Hay libros que sólo se pueden recomendar e intentar no decir demasiado de ellos. De hecho, lo cierto es que no quiero escribir esta reseña, tan sólo desearía poder transmitir mi entusiasmo a los que aman la fantasía, los que aman los cuentos de hadas y la literatura, los que aman los sueños ―y a los gatos―... Tan sólo decirles: Leed este libro. Paladeadlo de forma sosegada, dejadlo reposar, atesoradlo, reflexionad sobre lo que dicen sus cuentos y, sobre todo, disfrutadlo. Es muy posible que no sean del gusto de todos los paladares, no a todo el mundo le gusta lo mismo y hay a quien la fantasía se le atraganta, es normal. Pero, si no es el caso, si te gustan los viejos cuentos tradicionales ―no tanto las versiones modernas― y gustas de viajar a Faerie de vez en cuando... la mezcla de sensibilidad, de ironía, de humor, de aventuras un tanto oníricas, sencillas pero apasionantes, de sabiduría de antaño, de hadas y animales parlantes, de nobles caballeros, de tipos infames, de canciones, de amor verdadero, de gestas imposibles y de tantas cosas maravillosas que rezuman estos relatos seguro que es de tu agrado.

Hay libros que, recibidos en el momento oportuno, te llegan a las entrañas, te arañan por dentro, te arrancan sonrisas y lágrimas, te emocionan, te trasportan y te ilusionan. Reyes de aire y fuego, a poco que te encuentre en ese momento ideal con la disposición adecuada, con la mente abierta y la capacidad de soñar intacta, es uno de ellos. Se trata de una particular «recopilación» de relatos al estilo de las fábulas y los cuentos «de hadas» clásicos europeos ―con cierta inclinación anglosajona, todo hay que decirlo―, pero despojados de toda la «infantilización» más reciente. Para hacerle justicia, y como muy atinadamente los califica Sergio Mars, editor de Cápside, el término más adecuado para ellos sería el de fantasía feérica, siguiendo la estela de autores como el Lord Dunsany de La hija del Rey del País de los Elfos ―y tantos otros de sus libros―, del J.R.R. Tolkien de El herrero de Wooton Mayor, el Neil Gaiman de Stardust y del Sandman de El sueño de un millar de gatos, o la Susanna Clarke de Jonathan Strange y otros de sus cuentos que rondan la Tierra de Duendes. Y, aunque pudiera parecer incluso sacrílego decirlo, lo cierto es que no desmerece a ninguno de ellos.

El libro se abre con una Canción para la reina de los grajos y se mete en faena con el hermosísimo Wendy de los gatos. «Una joven llamada Maya soñó un gato, o el sueño del gato era una joven llamada Maya. Ambos soñaron y el sueño fluyó goteante hacia los ríos por donde navegan las historias.». El lector conocerá entonces el pueblo de Peltre, donde un día los niños dejaron de crecer, al Rey Cri de los grillos y su subyugante canción, a Mikal Oglu, un ratoncito que recoge dientes y deja algo a cambio, al mago Pertinax o a la tortuga Xebeche entre otros seres fascinantes. Pero sobre todo, asistirá a la historia de Wendy y de un sacrificio extremo. Y de ahí en adelante, todo un sugerente y evocador mundo, con muy diferentes escenarios, se abre ante sus ojos. Ávaros enanos, objetos mágicos propios de las leyendas, lágrimas de las hadas, grandes y pequeñas gestas, justa retribución, traiciones y verdadera amistad, castillos de los que no se puede salir una vez se ha entrado, malvadas reinas, grillos con mucho que decir, fantasmas y hasta el mismísimo Señor de los Gatos otorgando sus dones pululan por uno u otro cuento...

Son éstos cuentos para adultos, muy adecuados para ser leídos por adolescentes «formados», de esos que no tienen un pelo de tontos. Cuentos con cierto «mensaje», a veces moral, a veces ejemplarizante, a veces tan sólo un mero consejo o una enseñanza sobre el mundo oculto, que en ningún momento se adueña del protagonismo. Fernández Lozano sabe que existe ese otro mundo, pero que se encuentra en éste. Un mundo escondido a la vista, como tras un velo, que sólo los afortunados ―o quizá no tanto― son capaces de llegar a vislumbrar y alcanzar. Un mundo de Fantasía, cuyas aventuras discurren en tiempos pasados ya sea en Escocia, en Francia o en la lejana China, llenas de reyes y plebeyos, de caballeros y hombres de fortuna, de mendigos, de princesas y taberneras, de criaturas fascinantes y de aventuras increíbles, de búsquedas iniciáticas, de entrega, amistad, traición y superación. Una fantasía alejada de la que se encuentra más «de moda» en la actualidad ―violenta, sucia y «realista»―, de una magia sutil, sencilla, cercana, que se sirve más de la sabiduría que del poder bruto, de personajes maravillosos, de objetos encantados, de animales parlantes, de caballeros vencedores de dragones vencidos por las rencorosas hadas y atados a sus promesas, de engaños, de palabras de borrachos..., todo regado sobre una fértil imaginación que da lugar a sugerentes imágenes con el sabor añejo de las cosas de calidad y de las aventuras a la vieja usanza.

Sergio Mars y Maese Tevildo
Se encuentran en ellos búsquedas que retrotraen a la tradición artúrica. Objetos encantados, que deben ser hallados y que cambian de manos al albur de la codicia y la fortuna, que emparentan los relatos con las eddas y la mitología nórdica. Subyacen bajo los cuentos apuntes y corrientes subterráneas que hablan de un mundo común entre ellos, con elementos recurrentes y referencias compartidas. Un mago por aquí, un rey de los grillos por allá, un pueblo donde siempre suceden cosas extraordinarias, ratones dispuestos a hacer favores, gatos misteriosos, un cierto gusto por las bebidas espirituosas y la «distorsión» de sus visiones… Elementos todos que dan consistencia al conjunto, haciéndolo uno. Bellas historias que fluyen de una a la otra, con una engañosa sencillez y ocultas profundidades.

Y es que si lo narrado es bello, la forma de narrarlo es hermosa. Heredera de la tradición oral, de los cantares de los juglares, de los cuentos de viejas que se narraban al amor de la lumbre, de las canciones que se transmiten de padres a hijos en forma de poemas, de las leyendas antiguas… Fernandez Lozano es un maestro artesano con las palabras y lo que quiere que signifiquen, con las descripciones, las sugerencias y las poderosas imágenes que conjuran y los sentimientos que evocan. Tierno cuando debe y oscuro cuando la situación lo requiere. Conciso a veces, declamativo otras, incluso épico ―las menos, eso sí― cuando se necesita. Con alma de poeta, dentro del pulido lenguaje lírico de toda la obra, hay momentos en que la prosa se enreda sobre sí misma de una forma maravillosa y desconcertante a un tiempo. Se hace un tanto procelosa, se «sobrecarga» con algún exceso recursivo, se dilata encontrando nuevos caminos, se dispersa por otras historias abandonando lo que se estaba contando para retomarlo después. Anécdotas, historias dentro de historias, canciones y poemas en un formato y una forma de narrar «clásicas», al estilo de los viejos cuentos europeos, pero sin la carga moral que más recientemente adoptarían, sin lecturas éticas ni juicios morales.

De hecho, fruto de esa ambigüedad moral hasta se hace un tanto difícil aceptar el final de cuentos como El rey que no podía dormir, el segundo del libro, que dejan en la mente un regusto demasiado agridulce. Es un cuento muy hermoso, una auténtica maravilla de narrativa, sorpresas y sentido de la maravilla. Pero, ¿puede justificar el «amor verdadero» las crueles acciones del rey al inicio del cuento? ¿Puede ganarse la felicidad sobre una base que se sustenta sobre tal principio? ¿Hay perdón o redención en su búsqueda…? Difícil decirlo.

¿Mi recomendación? Pasad de esta «reseña», ya he dicho demasiado, seguro que más de lo que debería. No os hagáis, fruto de mi entusiasmo, unas expectativas tan altas que invoquen la decepción. Tan sólo leedlo, leed todos estos relatos, dejaros llevar sin prejuicios, empezad a soñar y que cada cual juzgue. Tal vez no os maravillen como a mí, pero seguro que os sorprenden. Cuentos de hadas, ¿quién lo iba a decir?

3 comentarios:

mocreta dijo...

GENIAL EL LIBRO Y GENIAL RESEÑA!!
A LEER!!!

Santiago dijo...

Eso es entusiasmo, si señor ;-)

Así da gusto.

Nirnaeth dijo...

Como dice el autor de la reseña, poco debería decirse. De verdad, leerlo y dejad que hable por si mismo. Dejaros llevar de la mano por él a un lugar que os resultará familiar: un "dejà vu" de un país que fué real en algún momento de vuestra existencia, y que una vez revisitado, ofrece nuevos matices que entonces quizá no supiste ver.