miércoles, 25 de noviembre de 2020

Reseña: Hermanas de la vasta oscuridad

Hermanas de la vasta oscuridad.

Lina Rather.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Apache Libros. Col. Órbita Lejana # 2. Madrid, 2020. Título original: Sisters of the Vast Black. Traducción: Javier Martos. Ilustración de cubierta: Jairo Horror. 187 páginas.

¿Monjas en el espacio? Sí, en efecto, de eso va la novela. Pero tranquilidad, que no se trata de contemplar su vida monástica, contemplativa y ascética, sino de seguirlas en un accidentado periplo en su labor de ayuda humanitaria a las colonias más alejados de la Vieja Tierra. En un futuro en que la humanidad se ha expandido a lo largo de cuatro sistemas, viajando en naves vivas criadas mediante ingeniería genética, Rather ofrece una space opera tranquila —con sus momentos emotivos y de acción para mantener el interés, por supuesto—, con conspiraciones políticas intergalácticas y cuestionamientos éticos, centrada en el descubrimiento interior, en los remordimientos, la redención, el amor, la guerra, la penitencia y la fe. En la vasta oscuridad del espacio las personas son motas de polvo apenas perceptibles, y aún así, a través de todas las adversidades, algunas encuentran la manera de proyectar su cálida luz hacia el resto.

Nuestra Señora de las Constelaciones Imposibles es una nave viviente a bordo de la cual las hermanas de la Orden de Santa Rita ejercen su ministerio viajando a los distantes y aisladas asentamientos de los diferentes sistemas estelares que la humanidad ha alcanzado en su diáspora. Mientras se acercan a Phoyongsa III, donde les esperan las gentes de un pequeño asentamiento recién instalado, se encuentran inmersas en la discusión del dilema moral, y de intendencia, que les plantea el hecho de que su nave-convento se encuentra preparada para aparearse. ¿Deberían permitírselo, considerándola una bestia sin una conciencia racional y no estar obligada por ello a seguir los dictados de la Orden, o tendrían que mantenerla célibe, al haber sido consagrada conforme a la doctrina y servir a un propósito superior? ¿La consideran un mero vehículo o es algo «más»? Ciertamente, el consenso está lejos de alcanzarse, y las cosas se muestran complicadas a bordo. Intentando ocultarlo al resto de la congregación, la Reverenda Madre, sujeta a un voto de silencio auto impuesto, parece estar sufriendo los estadios iniciales de algún tipo de demencia. Algunas de las hermanas se cuestionan la vida que han elegido, mientras otras guardan secretos que pueden afectar a todo el conjunto. Tras cumplir con su deber en la pequeña colonia, dispensando tanto apoyo espiritual como servicios médicos y asistencia técnica, mientras se alejan en pos de nuevas misiones, van a descubrir que los colonos que han dejado atrás podrían encontrarse en un terrible peligro. Es más, que toda la galaxia podría enfrentarse a una amenaza que creían controlada.

La humanidad se ha expandido por varios sistemas, y tras una guerra en que las colonias se distanciaron del control del Gobierno Central de la Vieja Tierra, y un periodo de tiempo de aparente tranquilidad que se ha extendido a lo largo de cuarenta años, aunque los estragos todavía se dejen sentir en muchos aspectos de la vida, el planeta madre parece haber empezado a mover de nuevo sus hilos para recuperar parte  del poder perdido. Conforme las nuevas directrices empiecen a inmiscuirse en su rutina e insidiosos planes comienzan a fraguarse, la reverenda madre, enferma, deberá enfrentar los fantasmas y pecados de su vida anterior, cuando era otra persona muy diferente de la actual, y actuar en consecuencia.

Como uno de los escasos contactos directos de los mundos recién colonizados con el resto de la civilización, las hermanas cultivan y desarrollan diversos campos científicos, con conocimientos que abarcan desde la medicina genética al cultivo de especies resistentes a condiciones adversas que puedan ayudar al arraigo y pervivencia de las precarias colonias. Al modo de una orden caritativa mendicante, atienden más a las necesidades mundanas, al cuidado y bienestar material de las personas, que al proselitismo religioso. Sus investigaciones podrían salvar muchas vidas. Hay así en la novela un continuo diálogo entre la fe y la ciencia, entre las interpretaciones de la doctrina y su aplicación práctica al servicio de las personas.

Un diálogo introducido a la perfección por Rather en el intercambio de pareceres, en las discusiones o en los pensamientos privados de las hermanas de la congregación, sin ninguna necesidad de discursos directos ni ardientes soflamas. Cada tripulante de la nave tiene su propia personalidad e ideas, mujeres que abarcan un amplio espectro de caracteres, y de cuyo intercambio de pareceres surge un entramado sorprendente. La reverenda madre, que arrastra el peso de un pasado inconfesable y cuyo principio de demencia la llena de preocupación por el futuro; sor Gemma, científica al cuidado de la nave, con el alma dividida entre la responsabilidad adquirida y el dictado de su corazón; sor Faustina, pragmática, falta de fe pero entregada decididamente a la protección y cuidado de la congregación, con ideas propias y un mensaje que no desea transmitir a su superiora; sor Lucía, bioingeniera e investigadora de remedios para las temibles plagas que asolaron la galaxia tras la guerra, devota y amable, escritora de hagiografías de santas del pasado y apoyo de todas sus compañeras; la inflexible sor Mary Catherine, que apenas encaja con las otras; la puntillosa sor Varvara; la dedicada sor Ewostatewos... Cada una con su manera personal de vivir según la doctrina, unas con visión más amplia, otras más estricta. Todas con sus motivaciones para encontrarse allí, desde la pura bondad a la búsqueda de un refugio seguro.

Como reza el propio texto «Dondequiera que hubiese gente, existían secretos». La nave y la galaxia, en efecto, están llenas de ellos. Unos son inocentes, otros vergonzosos, algunos son interesados pero solo afectan a unas pocas personas, otros podrían poner en riesgo todo el equilibrio alcanzado entre los diferentes sistemas humanos y llevar a una nueva guerra. El poder que busca hacerse dominante siempre utiliza todas las herramientas, sean lícitas o no, que encuentra a su alcance. Y el afán de la Vieja Tierra por recuperar lo que tuvo no podría ser más infame.

Mientras tanto, en el espacio, y aunque el Vaticano sigue siendo la sede central de la Iglesia Católica, unas cuantas cosas han variado desde nuestro presente, posiblemente debido a las largas distancias estelares que dificultan el control central y limita la disponibilidad de sacerdotes en los más remotos rincones de la galaxia. Hay cambios obvios, como la independencia de las hermanas para dispensar ciertos sacramentos o la aceptación de ciertas cuestiones de género, temas ambos que siguen dictados que bien podrían estar estableciéndose hoy mismo. Aunque en las desavenencias entre un recién llegado joven sacerdote, rígido en su visión de la doctrina y fiel al poder central, y las hermanas de Santa Rita, entregadas al servicio al prójimo en su definición más amplia —¿qué mejor forma hay de servir que amar?—, también queden patentes ciertos aspectos, como el deseo de algunos políticos de usar la religión en su beneficio, no subsanados del todo.

En una historia con insospechadas capas y sustratos, elegante, emocional e introspectiva, con mucho más contenido del que su brevedad pudiera hacer sospechar, la dicotomía presentado en un determinado momento entre naves vivientes, orgánicas, y naves «muertas», metálicas, simboliza a la perfección el difícil equilibrio del mundo futuro creado por la autora. Un mundo de maravillas, pero también de miserias y desahuciados. Un mundo donde puede florecer una hermosa historia de amor como símbolo de aceptación, al tiempo que los fantasmas de los horrores de la guerra perduran. Indirectamente, mediante las difíciles decisiones, las introspecciones y las acciones de las protagonistas, de la confrontación de ideas teológicas o del hábil uso de analepsis, Rather presenta cuestiones sobre la asunción de las responsabilidades, sobre la naturaleza del poder, la autoridad moral y su ejercicio, los problemas de comunicación entre las personas, los distintos significados de la fe, el precio de la absolución o el dictado de las conciencias, que afectan a cualquier persona, sea creyente o no, y que sugieren interesantes reflexiones.

Hermanas de la vasta oscuridad es una novela corta, tan cálida como rápida de leer, que, no exenta de tristeza, de dolor y culpa, invita a la comprensión, la esperanza, el apoyo mutuo y la bondad, con un escenario tan sugerente que deja con ganas de más historias situadas en él.

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