martes, 3 de noviembre de 2020

Reseña: Vínculos oscuros

Vínculos oscuros.

Varias autoras. Ant.: Carla Plumed / David Pierre.


Reseña de: Santiago Gª Soláns.


Literup Ediciones. Gandia (Valencia), 2020.  Edición digital (ePub) (También existe versión en papel). Ilustración de portada: Libertad Delgado. 260 páginas.


Gracias a la introducción de David Pierre, una de las dos mitades intelectuales del proyecto, el lector descubre el enfoque inicial propuesto a las autoras de la antología, el tema subyacente sobre el que debían versar sus cuentos: Los corazones rotos. De forma casi inevitable, enseguida viene a la cabeza lo más manido: Las rupturas sentimentales tras un amor arrebatador. Pero lo que el lector no se espera es la enorme variedad de enfoques que se pueden introducir, desde lo más lírico a lo más literal, cumpliendo al pie de la letra con lo requerido. Reuniendo un importante número de las firmas punteras que están descollando en el actual panorama literario fantástico español —algunas de ellas ya más que consolidadas, otras que prometen y mucho—, las antologistas consiguen un volumen de lo más atractivo y sugerente. Once relatos que encierran horrores y maravillas, y que caminan por todos los senderos del fantástico —ciencia ficción, fantasía, terror…—, muchos de ellos con una dedicada intención de hibridación de géneros. Una propuesta a tener muy en cuenta.

Tras el mencionado Prólogo a cargo de David Pierre, donde glosa las intenciones, zozobras y rescates del proyecto, el cuento que abre la antología es ¿Aman los androides con corazones de hierro?, de Rubén Rodríguez Rísquez. Alicia sabe que su vida no es, no puede ser como la de los demás, pero cuando Kara, su compañera y gran amor, muere, pronto se choca con una realidad que no por esperada es menos dolorosa. Cuando la compañía que la desarrolló y construyó reclama su propiedad, se da cuenta que ha construido su vida sobre un castillo de naipes que ahora comienza a derrumbarse. Un cuento que mediante un sugerente uso de la recursiva Inteligencia Artificial habla al lector de la naturaleza humana, de la fuerza del amor, y de la divergencia entre tener descendencia  y el dejar un  legado. Un buen arranque.


Le sigue Nora?, un relato en el que, con una sutil atmósfera onírica. Nahikari Diosdado lleva al lector por una carretera que pocos querrían recorrer. Nora se despierta confusa en el interior de lo que identifica como un autobús. Dentro y fuera solo parece haber niebla y oscuridad, una nube vaporosa que apenas le permite vislumbrar los asientos ante sí. No sabe cómo ha llegado allí, ni de dónde viene o a dónde va. Cuando una niña que oculta su rostro tras una máscara del Pato Donald que le trae extrañas reminiscencias de su infancia, empieza una insólita experiencia, interactuando mínimamente con otros pasajeros y tratando de recordar qué le ha llevado allí. Pero a veces recordar duele. Una experiencia casi surrealista, que encierra muchos significados. Una intrigante, inquietante y desasosegante historia, con un drama magnificado por la juventud y un final que no por usar un recurso un tanto manido —pero bien usado— deja indiferente.


En Los dos filos, de Raquel Froilán, una madre, antes de morir, parte en tres pedazos su propio corazón y le entrega uno a cada una de sus hijas. Las tres abandonan su hogar, una al este, otra al oeste, y la más pequeña al norte. Camina muy lejos, hasta que siente que ha llegado al lugar adecuado, y allí se asienta, plantando el pedazo del corazón de su madre, y cuidando de lo que surge de allí. Un relato melancólico que habla de los frutos y deseos del corazón, de lealtad filial y rebeldía imposible. De predestinación y de encontrar el propio camino, independiente del marcado por los que vinieron antes. Bello, un tanto críptico, y triste.


Llega entonces uno de los platos fuertes de la antología. Sugerente y lleno de un sabor que hay que saber digerir.  Teresa P. Mira de Echeverría ofrece en Percepciones una nueva muestra de su prosa cautivadora y filosófica, repleta de preguntas que muchas veces debe contestar el mismo espectador. Ratlia siempre se ha sentido incómoda en su cuerpo, lo que no le impide emprender su viaje. Al llegar ante las puertas de la ciudad conoce a Eric-el-Trovador, con quien empezará una especial relación, adentrándose juntos en las calles tras los muros, y llegando hasta el Palacio para una actuación. Allí, mientras Eric presenta su espectáculo, retirada en un lateral de la sala de un trono que permanece vacío, ella asiste a un banquete contando con la única atención de un pordiosero tumbado a su lado. De la conversación que van a mantener Ratlia obtendrá respuestas que no esperaba preguntas que temía formular, sobre el mundo que la rodea y sobre sí misma. La autora vuelve una vez más sobre sus temas más queridos. La naturaleza del ser. La comprensión de uno mismo tras la tentación del solipsismo de preguntarse qué es real en lo que le rodea. La futilidad de la inmutable. La necesidad del cambio para que la vida tenga sentido. Y es que, al final, ¿qué mejor se puede entregar sino a uno mismo? Para pensar.


A continuación L.J. Salart ofrece un relato cyberpunk con una historia de amor clásica, pero también rompedora —¿no iba la cosa de romper corazones?—. En el futuro de Sincronía existe la posibilidad de sumergirse en esferas virtuales, donde puedes interactuar con otros avatares viviendo cualquier tipo de vida en la nube, mientras se sigue con la existencia real, sincronizando al final del día ambas experiencias. Pero ¿qué sucede cuando la virtualidad se hace más apetecible que la realidad? ¿Qué sucede cuando no se puede renunciar al amor convertido en obsesión, aunque eso suponga romper con todo y con todos? El protagonista se «confiesa» con la técnico experta en hardware que le está trasteando en las conexiones neuronales de su cerebro, encontrando más complicaciones de las que esperaba. Un auténtico drama a lo Black Mirror con una ambientación y un escenario de lo más sugerentes, y a los que sería muy interesante que el autor volviera.


Dramático, de dejar al lector con un nudo en la garganta, es también Madre de muerte, de Alicia Pérez Gil, una especialista en hacer estremecer y revolver las tripas del espectador. Con una maravilla de trama y prosa esta es la historia de Mina, una jovencita que una mañana se levanta de la cama sintiéndose diferente, con una opresión interior que la llena de una intensa ilusión. En el desayuno le dirá a su abuela que piensa que ya va a ser madre, llenando de aprensión a la misma. De confirmarse sabe que pronto la familia de vida irá a buscar a su hija de muerte, aquella la niña lleva en su interior. Un relato inquietante, descarnado y desgarrador. Una sociedad extraña que la autora hace palpable y real en cuatro pinceladas, con el amor de una abuela que no puede hacer nada por evitar el sufrimiento de su nieta, como no pudo hacer nada con su hija. Un sufrimiento aumentado por la deshumanizadora burocracia, por los que abusan del poco poder que poseen, para satisfacer sus insatisfacciones. Duro, muy duro, y sin embargo también muy enternecedor. Te taladra, te revienta por dentro y no te suelta. Es difícil convocar tantos sentimientos distintos, algunos casi enfrentados, como la autora consigue traer a la mente del lector.


En Roja como la sangre, de Raquel Arbeteta García, Revo arrastra desde hace tiempo un corazón roto. La empresa Corafix promete que puede curar precisamente ese tipo de «dolencias». Si se pone en sus manos nunca volverá a sentir el dolor de la ausencia, nunca tendrá que acordarse de lo perdido. La historia de Revo es sin duda singular en un mundo donde los androides han alcanzado una perfección casi humana. La autora reflexiona sobre el amor en su sentido y definición más amplios, con un tema clásico e intemporal. ¿Es mejor amar y perder o nunca haber amado? ¿Merece la pena el dolor o es preferible no sentir nada en absoluto? Difícil contestar cuando el dolor de un corazón roto colapsa cualquier otro pensamiento.


Delirio , de Des Álvarez, es una historia de entrega y renuncia, de sacrificio por un bien mayor. Pero también de traición. Una extraña enfermedad, el Delirio, se ha extendido entre el pueblo de Shunderloth. Un pueblo que ha vivido aislado en su ciudad después de la hecatombe, sin apenas contacto con el exterior. Ahora ese encierro posiblemente les esté pasando factura. Para evitar la endogamia Shunderloth deberá casarse con Dorathiel, un representante de los fangosos, quienes también ven peligrar su futuro. No se conocen, pero la ceremonia debe llevarse a cabo. Pero las cosas se complican y la incipiente complicidad va a verse interrumpida de la forma más abrupta. Una ciencia ficción post apocalíptica que se reviste de fantasía, y cumple el expediente.


En Hogar es donde el corazón descansa Marina Tena Tena da una interesante vuelta de tuerca a las recurrentes historias de casas encantadas. Dos hermanas, llamémoslas Roja y Blanca, se presentan ante la casa que todos los niños del barrio afirman que está maldita. Ellas ya estuvieron dentro en una ocasión, y ahora vuelven acompañadas de un niño, un gorrioncillo al que azuzan en su orgullo, retándole a entrar en la amenazante mansión para poder ir luego a merendar con ellas. Con un narrador magnífico, una voz singular con la que la autora consigue una atmósfera inquietante y ominosa, algunas pinceladas truculentas refuerzan el horror y sirven para esbozar la fuerza del amor de una joven por su hermana pequeña. Porque una muchacha tan dulce no podría tener segundas intenciones, ¿verdad? Impresionante y muy conseguido relato, que deja con un sabor de lo más ambiguo, entre horrorizado y satisfecho.


El narrador de Una nueva pieza, de María Antonia Martí Escayol, es un biorrobot que fuerza la situación para encontrarse con su creador. Desea por encima de cualquier otra cosa conocer sus orígenes, lo que le llevará a iniciar una relación romántica con el científico para poder acceder a su hogar y a los archivos que allí guarda. La autora ofrece una historia con toques cyberpunk sobre la búsqueda de respuestas en torno a la identidad, a los sentimientos y a la necesidad de conocer de dónde viene uno y qué ha moldeado su personalidad. El relato se sumerge en interesantes cuestiones sobre la máquina y lo orgánico, sobre las obsesiones, y sobre la naturaleza de lo que nos hace humanos. Incluye además unos atisbos de ecologismo al situar la narración en un escenario post catástrofe en proceso de sanación. 


Y cierra con nota la antología La melancolía de un hechicero de pelo azul, de Celia Añó Espí, con una historia de amor inesperado que después de todo deja con el corazón calentito. Miguel es un paseador de mascotas, una tarea que le resulta bastante satisfactoria y que le permite ganar un dinero. La cosa se complica, un poquito, cuando el lánguido y un tanto enigmático hechicero de pelo azul que vive en el vecindario, Henry Chopin III, le encarga que se ocupe de los paseos de su perro Incarcerus. El pequeño problema es que se trata de un auténtico perro del Infierno. La autora sumerge al relato decididamente en un agradecido tono humorístico, acentuado cuando una indeseada visita familiar a casa del hechicero desencadene una nada esperada petición, que pondrá en un brete a Miguel, pero del que no podrá evitar implicarse a fondo. Un gran broche de cierre, divertido y entretenido, con temas de calado que no quedan ocultos por su acertado humor.


Once enfoques muy diferentes, con personalidad propia, de un corazón roto, del proceso de ruptura o de sus consecuencias. Un corazón roto no siempre por el amor, lugar en que reside buena parte de la originalidad de estas propuestas. Plumas jóvenes —de edad la mayoría y de espíritu todas— con muchas ganas de demostrar su valía, de hacerse un hueco en el cada vez más competido género fantástico español. Autoras que demuestran su valía con esfuerzo y dedicación, con relatos pulidos y trabajados —se nota también la buena mano de las antologistas y la corrección que han dedicado a cada cuento—. Distintas formas de encarar las relaciones sentimentales, con diversidad de enfoques de género, dando voz a todo tipo de amores y aceptando siempre al diferente, y, curiosamente, muchas e interesantes reflexiones sobre la muerte y sobre lo que significa para los vivos que quedan atrás. Recurriendo al tópico sobre las antologías: Gran variedad temática, genérica y estilística. Relatos atractivos, unos mejores que otros, obvio, pero ninguno que pueda considerarse fallido. Relatos que abren el corazón al lector, nunca mejor dicho, y muestran de qué es capaz cada autora. ¿Y habéis visto la increíble ilustración de portada de Libertad Delgado? ¿No apetece adentrarse en las páginas de la antología con semejante reclamo?


2 comentarios:

Carla dijo...

Qué pedazo de reseña!! Muchas gracias, Santiago :D

Santiago dijo...

No hay de qué. Tan solo espero haber sido capaz de hacer justicia a la antología ;-)

Gracias a vosotras por el trabajo bien hecho.

Saludos.