Mª Concepción Regueiro.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Triskel Ediciones. Col. Atropos. Sevilla, 2018. 204 páginas.
[Reseña perteneciente a la lectura de los candidatos a los Premios Guillermo de Baskerville 2018, organizados por la página Libros Prohibidos, en la categoría de novela].
¿Retrofuturismo o historia secreta del mundo? ¿Sutil ciencia ficción o costumbrismo social y político? ¿Novela histórica o crónica periodística? ¿Por qué no un poco de todos ellos? Una obra casi inclasificable, publicada originalmente en 2008 por Grupo Editorial AJEC en su colección Albemuth, llegó a ser finalista de los Premios Ignotus 2009, y ahora acertadamente recuperada por Triskel para una generación de lectores que no tuvieron la suerte de disfrutarla entonces. Experimentación literaria, novela detectivesca y criminal, asesinatos, misterio, ucronía, crítica social, feminismo, historia del anarquismo, sociedades secretas, esoterismo, amores prohibidos o condenados a la distancia, figuras adelantadas a su tiempo y olvidadas por la Historia… Un puzle tridimensional a caballo de dos épocas que brinda la oportunidad de indagar en cuestiones muy de actualidad y vigencia, aún después de los diez años transcurridos desde su publicación original.
El Prodigio de las Letras, una pequeña publicación semestral de ámbito comarcal, recoge en sus páginas el artículo póstumo de una de sus habituales colaboradoras: Magdalena Luiz, fallecida recientemente en accidente de tráfico. En este artículo, primero de tres proyectados pero cuyas continuaciones ya no podrá escribir, la autora refleja los primeros pasos de su investigación sobre una misteriosa mujer, Dorotea Saunces, que en las postrimerías del siglo XIX impulsó un proyecto denominado La Moderna Atenea, que en apariencia buscaba promover la educación de mujeres desfavorecidas, pero cuya memoria ha quedado borrada de la historia. Durante los meses posteriores a la publicación de la inconclusa investigación el editor irá recibiendo una serie de correos, recortes y nuevas aportaciones por parte de los lectores y de otros colaboradores que harán, cuál piezas de un puzle al unirse, que una apasionante, y peligrosa, historia salga a la luz tras mucho tiempo silenciada. Pues mientras el pasado va tomando forma, el presente se va a ver sacudido por una serie de dramáticos acontecimientos que apuntan a que, bajo muchas capas de secretos y silencios, falta todavía por decir la última palabra en este misterio.
¿Es la muerte de Magdalena Luiz tan accidental como se ha dado a entender? ¿Podría correr riesgo la vida de alguno más de los implicados en la investigación? ¿Cuál era el objetivo buscado tras la fundación de La Moderna Atenea y qué fue de las personas que participaron en sus experiencias?
A caballo entre dos épocas, el final del siglo XIX y el principio del XXI, se trata de una obra, es difícil llamarla novela con su muy logrado estilo ensayístico, en la que cuesta entrar. Cuesta entrar porque la autora se toma su tiempo en presentar la historia de forma casi tangencial, disfrazada de artículo de interés local, demorando el ritmo y guardándose mucho de preservar el misterio hasta que todos los cimientos están en su sitio. Cuesta descubrir dónde quiere llevar Regueiro al lector con la variopinta mezcla de formatos en que se plasma la trama.
Cual si de un antiguo libro epistolar se tratara, pero adaptado perfectamente a nuestros días, recoge una serie de artículos periodísticos, intercambios de correos electrónicos, cartas, entrevistas a testigos e informes policiales, extractos de libros y otra serie de documentos que van conformando y haciendo salir a la luz una historia que llevaba mucho tiempo en las sombras y a la que, al parecer, alguien se empeña en que se mantenga olvidada. Esta estructura, sin un punto focal definido y con una línea temporal partida en dos —ambas igual de intrigantes como enigmáticas—, una enorme fragmentación de personajes y narradores, muchos de ellos tan vitales como tangenciales, y una enorme variedad de estilos según lo que la autora se encuentre reflejando, favorece un tono distante y de cierto desapego. Un tono que no fomenta precisamente, salvo en momentos muy puntuales, la empatía del lector, pero que alcanzado cierto punto sirve para mantener de forma continua todo su interés. La duda, la curiosidad del lector, es el motor del relato y a ello se rinde todo lo demás.
Cual si de un antiguo libro epistolar se tratara, pero adaptado perfectamente a nuestros días, recoge una serie de artículos periodísticos, intercambios de correos electrónicos, cartas, entrevistas a testigos e informes policiales, extractos de libros y otra serie de documentos que van conformando y haciendo salir a la luz una historia que llevaba mucho tiempo en las sombras y a la que, al parecer, alguien se empeña en que se mantenga olvidada. Esta estructura, sin un punto focal definido y con una línea temporal partida en dos —ambas igual de intrigantes como enigmáticas—, una enorme fragmentación de personajes y narradores, muchos de ellos tan vitales como tangenciales, y una enorme variedad de estilos según lo que la autora se encuentre reflejando, favorece un tono distante y de cierto desapego. Un tono que no fomenta precisamente, salvo en momentos muy puntuales, la empatía del lector, pero que alcanzado cierto punto sirve para mantener de forma continua todo su interés. La duda, la curiosidad del lector, es el motor del relato y a ello se rinde todo lo demás.
La ambientación de la historia, magníficamente documentada, repartida entre la España de la restauración monárquica de Alfonso XII, con sus muchas sombras y algunas luces, introduciendo al país en los vientos de cambio de inicios del XX, y el presente de este principio de siglo XXI, en el que falta todavía mucho por avanzar, la novela presenta una importante carga política y de denuncia social sobre la lucha obrera y de clases, la acracia y el anarquismo, sobre el incipiente feminismo de entonces, el papel de la mujer en la sociedad de ayer y de hoy, y las figuras, sobre todo femeninas, silenciadas a lo largo de la Historia, sobre la discriminación por género, la convivencia en las pequeñas comunidades provincianas, con sus habladurías y secretos, y la necesidad de preservar su acervo cultural a la vez que se camina con decisión hacia el futuro...
Hay en la novela una reivindicación, nada victimista, de aquellas mujeres que abrieron camino para que las injusticias y las diferencias entre géneros empezaran a cambiar, a disiparse en la igualdad, y de aquellas que todavía siguen en la lucha. La figura de Dorotea Saunces, mujer acaudalada y filántropa convencida, quien no se resigna a limitarse al papel que su época reserva a las mujeres, según avanza la investigación va abriendo el foco a las personas de las que se rodea o con las que se cartea, intelectuales, científicos, mujeres desfavorecidas o huidas de la justicia... Personas implicadas en la mejora del estatus de la mujer dentro de la sociedad mediante métodos educativos científicos y rigurosos que demuestran ser auténticas adelantadas a su tiempo, pues sus intenciones van mucho más allá de lo imaginado. Personas que comparten unos aires de libertad y aceptación poco acordes con la sociedad en la que se mueven, lo que ocasiona que tengan que ocultar secretos que podrían llenarlos del repudio de sus conciudadanos.
Con una lograda ambientación histórica y costumbrista, la estructura de la obra es la de un edificio al que el lector solo puede a acceder mirando por las ventanas, vislumbrando escenas parciales de la historia, sin abarcar en ningún momento el total y teniendo que intuir mucho de lo que se esconde más allá del contenido de las habitaciones que puede atisbar. En muchas ocasiones Regueiro ofrece un juego de sombras, lanzando carnaza en forma de una carta o un nombre incluido en algún críptico texto que hace que la investigación avance de manera sorprendente e inesperada pero siempre coherente. Crea un rompecabezas cuyas piezas va entregando al lector poco a poco. Una investigación que va surgiendo de la información y los documentos compartidos por los diversos personajes de la actualidad, construyendo una vívida imagen a base de los retales. Y sí, con su tono absolutamente realista, casi de crónica de investigación y de sucesos, al final hace acto de presencia un elemento fantástico, muy bien encajado y explicado dentro del relato, que se encarga de poner el broche que cierra una historia y a un drama dilatados en el tiempo.
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