sábado, 22 de febrero de 2020

Reseña: La simiente de la Esquirla

La simiente de la Esquirla.
El Hueco al Final del Mundo I.

Rodolfo Martínez.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Sportula. Gijón, 2020. Edición digital (ePub). Ilustración de portada: PREZ. Ilustraciones interiores: Luc Cerverón. 466 páginas.

Toda la carrera literaria de Martínez, todos los temas y los géneros tratados en obras anteriores, todas las obsesiones, filias y fobias, parecen confluir en esta obra en la que el autor da muestras de una madurez de lo más interesante y pletórica. Quien haya seguido un poco la carrera literaria del autor sabe de su gusto por el mestizaje literario, por la mezcla de géneros y temas. Y aquí no iba a ser menos. Navegando dentro de los cauces de la llamada Literatura Fantástica, que sirve de comodín para acomodar una enorme cantidad de tendencias, Martínez ofrece en La simiente de la Esquirla una novela de ciencia ficción poco canónica, con escenario de fantasía, sustrato casi cyberpunk con IA incorporada, disquisiciones religiosas e injerencias políticas, intriga cuasi detectivesca, aventura desenfrenada, acción, viajes, portales dimensionales, conflicto social, juegos de poder, y veleidades superheroicas en su faceta más de vigilantes disfrazados y no tanto de superpoderes. Toda una declaración de principios y un compendio de lo que ha supuesto su obra hasta el momento.

Ilustración: Luc Cerverón
Kláiner, conocido como el Hereje, dedica sus noches a patrullar la ciudad a la caza de verjóngers: monstruos con forma humana que aparecen a través de misteriosos portales y se dedican a sembrar el terror y la muerte entre los inocentes. El poder imperante, repartido entre el religioso y el civil, el Cabildo y el Consistorio, están en contra de esta práctica, ya que entienden que la presencia de los verjóngers responde a un designio superior, así que le han condenado como contrario a la doctrina e intentan capturarlo lanzando tras él a sus inquisidores. Oculto en un subterráneo bien provisto, con la inestimable ayuda de Cegé, un poderoso cerebro gelificado residuo de una antigua guerra, y de un buen surtido de vehículos y gadgets tecnológicos —sí, la sensación de vigilante enmascarado es ineludible—, su lucha es tan peligrosa como satisfactoria, pero un suceso imposible, la llegada inesperada por uno de los portales de una joven que se materializa en medio de los monstruos y parece proceder de una nación al otro lado del mundo, va a socavar los cimientos de lo que creía conocer, poniendo en marcha acontecimientos que harán tambalear a toda la sociedad de la ciudad y tendrán repercusiones que se extenderán muy lejos de allí.

Ilustración: Luc Cerverón
La novela es de esas que comienzan in media res, lanzando al lector a un elaborado escenario, tras el que late un enorme trabajo de construcción de Duniya, el continente en que se desarrolla la acción, y donde la historia lleva ya un tiempo iniciada —de hecho el prólogo habla de tiempos pasados ya difusos en el presente de la novela—. El trasfondo es enorme, con referencias a la Historia pasada, a diferentes geografías, territorios y países, cada cual con sus razas, culturas, idiomas, estructuras sociales, religiosas o familiares bien plasmadas y diferenciadas, con sus peculiaridades y matices, y tecnologías de muy diferente cariz…, que el autor va a ir desgranando poco a poco sin entorpecer el relato, teniendo muy claro que las descripciones nunca deben ahogar la lectura ni entorpecer el fluir de la aventura.

Se trata entonces de una ambientación muy trabajada, al servicio de la narración, que puede resultar desconcertante en un primer momento, abrumadora casi dada la extrañeza inicial de lo reflejado, pero en la que Martínez tiene la habilidad de no perder el hilo y llevar el relato con mano firme hacia caminos muy agradables de transitar, con la intriga política, la lucha de diferentes poderes y facciones dentro de los gobiernos de distintos países, el clamor social, los conflictos de orden religioso y los combates de perfecta coreografía fluyendo en conjunto de manera atractiva y entretenida. La habilidad narradora consigue que, aún con momentos puntuales de exceso de información, la inmersión se produzca de forma rápida y eficaz, descubriendo lo necesario de Duniya y sus diferentes sociedades conforme los protagonistas visitan unos lugares u otros. Da gusto ver un mundo donde cada nación tiene su propia idiosincrasia y sus peculiaridades particulares derivadas de su desarrollo histórico independiente.

Ilustración: Luc Cerverón
Conforme avanza la narración el relato se bifurca, siguiendo varias líneas y personajes, ampliando la visión del escenario y ofreciendo una obra coral de amplio calado en la que tanto la acción como la reflexión van de la mano. Muchos detalles esbozados o sugeridos en una primera parte, básicamente circunscrita a seguir las andanzas de Kláiner, Cegé y la misteriosa joven en la ciudad, van a verse respondidos o realzados conforme avanza el relato y crece el ámbito geográfico de la acción en las siguientes, de forma que todo cobra sentido e incluso adquiere su verdadero significado pasado un buen número de páginas. Toda la novela parece cuestionar las ideas preconcebidas que se construyen sobre el desconocimiento del otro. El aislamiento de una nación produce en sus ciudadanos ideas y malentendidos sobre el resto del mundo, algo que también se ve reflejado en los prejuicios infundados que ese resto del mundo tienen sobre los habitantes de esa nación. En la ignorancia las leyendas cobran carta de naturaleza, las historias tergiversadas o directamente inventadas que no soportan la realidad de un primer contacto. Es curioso constatar en un momento dado como, cuando se empieza a entender a otra sociedad, donde algunos veían violentos monstruos otros llegan a conocer a unos seres diferentes con una sociedad armónica y bien establecida. Las primeras impresiones no siempre son buenas consejeras para la toma de decisiones posterior.

Aventuras, secretos, referencias a guerras antiguas, personajes bien retratados y caracterizados con personalidad propia, intrigas políticas, conspiraciones religiosas, manipulación genética, revoluciones, luchas cortesanas por el poder, inteligencias artificiales cuya esencia reside en cerebros gelificados… La simiente de la Esquirla es tan sólo la primera entrega de las cuatro en las que se divide la —por lo visto aquí y por lo que promete para más adelante— monumental historia de El Hueco al Final del Mundo, y en la que no se llegan a responder todas las preguntas planteadas. Queda mucho por descubrir después de lo que se antoja como un largo e intrigante pero satisfactorio prólogo a una historia con muchos misterios todavía por resolver, y la naturaleza de la «esquirla» no es el menor de ellos. Como tal cabe advertir de un cierre con un cliffhanger de dimensiones titánicas, que deja con unas ganas inmensas de saber por dónde va a progresar el relato. El viaje no ha hecho sino empezar.

Para los más completistas, para aquellos que simplemente sientan curiosidad y para todos los que quieran saber algo más del mundo creado y de su gestación es muy recomendable visitar http://simientedelaesquirla.es/, donde se pueden encontrar vistazos a la tecnología de cada país, a sus idiomas, a los mapas y su evolución, y leer muy interesantes disquisiciones sobre el proceso creador literario, la evolución del proyecto desde sus inicios o las influencias del autor a la hora de afrontar su escritura.

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