lunes, 21 de diciembre de 2020

Reseña: Huella 12

Huella 12.

Eva G. Guerrero.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Apache Libros. Col. Pluma Futura # 11. Madrid, 2020. Ilustración de cubierta: Juan Miguel Aguilera. 370 páginas.

A finales de los años ‘80 del siglo pasado Javier Redal y Juan Miguel Aguilera concibieron un universo literario destinado a convertirse en uno de los grandes hitos de la ciencia ficción española: El cúmulo globular de Akasa-Puspa —en sánscrito, Flor en el Cielo—. Un lugar repleto de planetas exóticos y atractivos, donde Sargazia, y sus doce lunas, es uno más de ellos. Un planeta nombrado, pero no visitado en la saga madre, y donde Guerrero ha tenido absoluta libertad para situar la acción, aunando thriller de suspense e intriga de corte casi policial al planet opera más aventurero. Y es que hace ya un tiempo que Aguilera decidiera abrir su universo a las aportaciones de otras mentes creadoras, rellenando huecos en la historia y ampliando los márgenes y posibilidades de su universo. Guerrero ya había participado con Las sombras de doce lunas (1 y 2) en la antología Antes de Akasa-Puspa, en un claro precedente de la obra que ahora nos ocupa, y ahora va un paso —o unos cuantos— todavía más allá. Para ello Huella 12 no solo cuenta con el beneplácito del co-creador de este universo literario, Juan Miguel Aguilera, sino con un Prólogo introductorio de su mano y el «regalo» de la magnífica ilustración de cubierta. La autora aprovecha con mimo la oportunidad, y utiliza a fondo la ductilidad, profundidad y posibilidades del escenario para ofrecer una narración a caballo entre la especulación de futuro, el relato detectivesco y la pura aventura plena de sentido de la maravilla.

El cúmulo globular de Akasa_Puspa a su paso por la Vía Láctea, «capturó» el Sistema Solar, ya de por sí bastante cambiado respecto al que actual, llevándose a la humanidad consigo. Un universo en el que a ritmo de space opera hard esa humanidad, alejada de sus orígenes, «convive» con varias razas y criaturas alienígenas —angriffs, colmeneros, juggernauts, cófrades…— gracias a que la cercanía —relativa— entre los sistemas estelares del cúmulo permite los viajes interestelares de cierta brevedad, fomentando una economía compartida, relaciones diplomáticas, guerras, y toda suerte de intercambios entre los planetas habitados. En uno de esos planetas, y en tiempos de la Mancomunidad, o sea antes del Imperio en decadencia que Redal y Aguilera presentaran en las dos novelas de la Akasa-Puspa original, se sitúa la acción.

Y tras esta breve introducción al escenario general, cabe decir que la novela contiene toda la información necesaria para disfrutarla y entender todo lo narrado sin necesidad de haberse leído nada de lo anterior —a pesar de que es algo muy recomendable—. La mención a razas alienígenas como los angriffs sirve tan solo para dar cuenta de la existencia de un decorado mayor, pero no influye en la acción de la presente; y la procedencia de alguno de los personajes, como el ksatrya renegado Cha-Mert, mucho más importante para la trama, es explicada a la perfección, mostrando las peculiaridades de su pueblo en todo lo imprescindible. Reitero, no es imprescindible haber leído nada de lo publicado anteriormente, pero sí es algo que a la postre, por mero disfrute literario, resulta muy aconsejable.

La atractiva sinopsis, quizá por el deseo de no contar demasiado, no da una idea cabal de la amplitud real de la obra: «El equipo de Huella 12 está compuesto por cinco agentes de la ley cuyo trabajo consiste en insertarse en el tálamo cerebral las huellas de temperamento de los sospechosos. Lo hacen a través del Velo, una especie de segunda piel orgánica tejida con nanobios que posee múltiples utilidades. Además de ser un traje de resistencia al vacío, potencia las emociones y sensaciones registradas en las huellas». Y no es que el libro no vaya de eso, dado que el traje tiene vital importancia en un buen número de situaciones, sino porque puede dar una impresión limitada que luego las aventuras se encargan de trascender en mucho. Sí, algunos de los episodios se basan en la intermisión llevada a cabo por alguno de los protagonistas usando el Velo, una capa de nanobios vivos que se extiende sobre la piel potenciando todas las sensaciones del usuario y sobre la que se pueden implantar, en el tálamo cerebral del portador, las huellas grabadas de cualquier sujeto a investigar. Quien viste el Velo puede vivir y recrear las vivencias tanto de criminales como de víctimas para resolver los complicados casos para los que son requeridos, teniendo a su disposición de primera mano las sensaciones y emociones de esas personas, sentimientos, miedos, reconocimiento de seres allegados de su pasado y toda otra serie de claves que puede ayudarles a resolver el crimen en que se viera envuelto. Pero en la mayoría de los episodios lo narrado va mucho más allá del mero trabajo detectivesco, implicando acciones arriesgadas y conspiraciones políticas o religiosas de gran alcance y al máximo nivel de la Mancomunidad. Unas aventuras que van a llevar al equipo a visitar Sargazia y las doce lunas que lo circundan, profundizando cada vez más en una sórdida historia de abusos de poder, engaños, crueldad y ambición desmedida.

Huella 12 es la historia de la preparación de una venganza, anticipada en el mantra que se repite la protagonista, la doctora Luna Bárladay, nada más empezar la novela: «Lo primero regresar a Sargazia, lo segundo reunir al equipo, lo tercero será hundirle». Así Guerrero construye una suerte de fix up con el relato de cada intermisión afrontada por el equipo de Huella 12, en su conjunto o por algunos de sus componentes, unidos por el hilo conductor de Bárdalay reuniendo al equipo e inmersa en la recopilación de pruebas y testimonios contra el destinatario de todo su odio. Muy hábilmente, la autora presenta desordenados cronológicamente los episodio con los eventos que han llevado al presente del relato, jugando a favor del misterio y la intriga para establecer tanto las personalidades como las relaciones entre los protagonistas, quienes van a mostrar una muy coherente evolución de pensamiento y acción ante los sucesos en los que se van a ver envueltos.

Cada intermisión es un relato de pleno derecho, una misión, con principio y cierre, en la que el equipo comandado por la jefa de inteligencia Bárladay va a visitar cada una de las doce lunas hasta terminar recorriéndolas todas. Doce escenarios, doce casos independientes con su trama policial - detectivesca y una estructura casi de serie procedimental, en la que prima la acción sobre la mera búsqueda de evidencias, que el equipo, o parte del mismo, debe solucionar. Cada caso o relato va a jugar con distintos puntos de vista, tiempos y sujetos verbales, temáticas, estilos y enfoques narrativos, dando muestra de la amplitud de recursos y de la fuerza de la prosa de la autora. Además, siguiendo el hilo conductor intercalado, que también viene a mostrar un avance de quienes van a intervenir y el tono del mismo, cada relato gana sumado al conjunto. Aventura tras aventura, el lector va acumulando conocimientos, descubriendo la mente de cada uno de los protagonistas e implicándose más en sus vivencias. La eficiente e implicada doctora Bárdalay, el cirujano Cha-Mert, la inestable Virda Scarsi, el veterano Logario Cupeiro y el especialista Sólomon Cloyaris... Un equipo enormemente heterogéneo cuyos cinco componentes, dañados de una u otra forma en el pasado, van a ir creando unos lazos mucho más allá de lo profesional a lo largo de las intermisiones. Resulta quizá manido decirlo, pero al final más que un equipo serán una auténtica familia.

La novela y cada uno de sus episodios se convierten así en viaje de exploración al interior de cada uno de los protagonistas. Un viaje potenciado por el uso del Velo, un traje que permite profundizar en la psique humana hasta límites insospechados, en una inmersión casi total en los pensamientos ajenos, pero también de las sensaciones propias, de la que en ocasiones es muy difícil volver. Todo es más vívido con el Velo, permitiendo una comunión perfecta, mucho más intensa que cualquier otra experiencia, con cualquier otra persona que también lo esté usando. Bajo esos parámetros, además del caso a resolver, cada cuento se dedica de alguna manera a examinar la vida de alguno de los protagonistas, su pasado, sus motivos para pertenecer al equipo, sus amores, sus temores, sus esperanzas y anhelos, sus fracasos, su desarraigo y deseo de pertenencia… Todos arrastran una historia fascinante.

El escenario, con un planeta gigante acuático, todo agua sin masas de tierra, y donde las ciudades se asientan sobre grandes lechos de algas o sargazos, y sus doce lunas habitables con muy diferentes ecosistemas, y filosofías —políticas y religiosas— permite a la autora una enorme libertad a la hora de situar y plasmar las diversas aventuras del equipo, o de explorar muchos ambientes contrapuestos, del frío helador de Luna 12 a la exuberancia de Halledos, pasando por la gris Grisja o la pantanosa Fanga, entre otras, y recalando por supuesto en el propio Sargazia, un planeta cuyos habitantes retratan a la perfección esa sensación de aislamiento producida por la insularidad, de sed en un mundo repleto de agua insalubre, de soledad a pesar de estar rodeado de otras muchas personas en su misma situación. Cada aventura se adecua así, además, a la atmósfera retratada, de los ampulosos ambientes palaciegos a ciudades que muestran sus entrañas con paredes de cristal pero cuyos habitantes lo ocultan todo. Guerrero aprovecha sus conocimientos arqueológicos para crear sociedades, pasadas y presentes, de gran verosimilitud, con unos cimientos de lo más sólidos, con paisajes definidos, culturas divergentes y ecosistemas variados, detalles todos ellos que influyen, para bien y para mal, en los protagonistas. La amplitud de registros se une a una interesante especulación sobre el devenir de la humanidad en ese remoto futuro, que quizá no sea tan diferente de la presente.

En Huella 12 cada episodio, cada misión, es un ladrillo más en el magnífico edificio que Guerrero ha construido. Unos ladrillos que solo en conjunto adquieren su dimensión, haciendo surgir temas de alcance universal de su envoltura de intriga aventurera: Las conspiraciones políticas, las recreaciones históricas, el uso perverso de la clonación, los encuentros con otras especies inteligentes, la problemática de la inmigración y el desarraigo, la religión, las sectas y el fanatismo, las corruptelas y los engaños del poder, el deseo de justicia, la diversidad sexual y de género… Todo un viaje, no cabe duda.

4 comentarios:

Rfog dijo...

¿No tiene edición electrónica? Pues ya lo he leído, pese a lo que me pueda intersar el libro por pertenecer al universo que pertence.

Santiago dijo...

No sé si será el caso, pero, en general las editoriales independientes como la que nos ocupa suelen sacar primero el libro en papel y luego, algo después, su versión electrónica. No creo que haya que ser tan categórico a la hora de rechazar su lectura ;-)

En todo caso este comentario supongo que estaría mejor dirigido a la propia editorial, que es la que puede poner solución al "problema".

Muchas gracias por pasarte a comentar.
Saludos.

Rfog dijo...

Santiago, por supuesto no es nada personal, pero me jode un montón que un libro que devoraría si estuviera en digital, me toque esperarme (y posiblemente olvidar hasta que leyera la reseña por otro lado en un futuro) porque la editorial esté temerosa de la piratería.

Si en cuanto salga, en papel o en electrónico, se lo van a copiar.

Santiago dijo...

No me lo he tomado como nada personal. Lo siento si mi respuesta ha podido sonar a eso.

Solo digo que muchas veces las editoriales pequeñas tienen esa política de primero en papel y luego en eBook por meros temas logísticos. Pero reitero que no tengo ni idea de su será el caso.

Espero que lo saquen en digital y que lo puedas disfrutar, porque así menos a mí me ha gustado bastante 😉

Saludos