viernes, 11 de diciembre de 2020

Reseña: La conjura de Aramat

La conjura de Aramat.
La guerra de Gaiatra 1.

Victoria Álvarez.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Nocturna ediciones. Col. Literatura mágica # 97. Madrid, 2020. Diseño de cubierta: Javi Araguz. Mapa: Alejandra Hg. Ilustración Interior: Inma Moya.  688 páginas.

La nueva trilogía de Victoria Álvarez, esta vez abrazando de manera decidida la fantasía que tan bien había ido bordeado, o evitando, en libros anteriores de su carrera, no puede empezar mejor. Dando rienda suelta a sus referentes favoritos, desde la fantasía arábiga de Las mil y una noches al encanto evocador del Lejano Oriente pasando por la brumosa decadencia victoriana británica, todo ello es tamizado por el buen hacer de la autora para subcrear un mundo tan sugerente como complejo y repleto de detalles que hacen muy fácil la inmersión del lector en lo narrado. El comienzo parece que va a llevar por los caminos de los retelling tan en boga actualmente, pero los derroteros de la acción pronto dan indicaciones de que no van a ir por ahí los tiros, aunque se puedan rastrear muchas referencias curiosas a esas historias ya conocidas, modificadas de forma ingeniosa para hacerlas encajar en la historia. Magias exóticas, ingenios mecánicos, autómatas, naves voladoras, conspiraciones e intrigas políticas, pecados del pasado, romances que florecen en el peor momento posible, conjuras, traiciones y equívocos —mira que le gusta a la autora jugar con los autoengaños involuntarios de sus protagonistas—, piratas aéreos, culturas fascinantes, mucha aventura…, y una guerra en el horizonte. Todo un mundo por descubrir que empieza aquí.

En el
sultanato de Aramat la sultana Marjannah, que llegara al poder tras una sangrienta Conjura femenina para derrocar al cruel Sultán, se casa cada noche para decapitar al siguiente amanecer a su nuevo esposo. Algo que, a pesar de la evidente prosperidad en la que ahora viven, parece estar creando una corriente subterránea de resentimiento entre su pueblo. Y eso es algo que la princesa Raisha no puede permitir. Sin pensar en las consecuencias, está dispuesta a realizar cualquier sacrificio para salvar a su madre de lo que vislumbra como un destino aciago. Así que, ni corta ni perezosa, utilizará sus erráticos poderes mágicos para liberar —secuestrar más bien— al último de los consortes de la sultana, huyendo con él al desierto solo para descubrir, para su sorpresa, que las cosas no resultan ser como ella imaginaba. El joven no es quien ella pensaba y el desierto encierra peligros que no esperaba. Todo parece estar precipitándose y las cosas no están sino a punto de complicarse todavía más.

Mientras Marjannah pone patas arriba toda la ciudad de Sairayat, capital del sultanato, en busca de su hija, recibe una muy inesperada visita salida de un pasado que había creído enterrado para siempre. La comandante Cordelia Darlington, tercera hija del rey del país vecino, Cameroth, ha llegado hasta allí con viejas cuentas por resolver.

La narración, en tercera persona, se inicia con una suerte de analepsis en la que una joven va a interactuar en uno de los queridos cementerios de la autora con un
yinn que, como en los cuentos de inspiración arábiga que todos tenemos en mente, le va a ofrecer tres deseos. Pero la joven no tomará el camino fácil, consciente de lo traicionero de los genios y su forma de interpretar y otorgar los deseos concedidos. Ella va a seguir su propio camino. Estos flashbacks que se van acercando al presente del relato se van a repetir varias veces a lo largo del libro, desvelando el origen de la situación en que las protagonistas se encuentran envueltas, al tiempo que marcan las diferentes partes en que se encuentra dividida la novela. Una fórmula señalada en la estupenda edición de Nocturna mediante el uso de capítulos de páginas en negro con letras blancas intercaladas en el resto de la historia. A partir de ese primer vistazo al pasado, la acción se va a ir repartiendo en capítulos alternos siguiendo el punto de vista de las principales protagonistas mientras lidian con sus problemas y aventuras particulares, cerrando algunos de estos episodios con unos cliffhangers brutales, de esos que dejan el alma en vilo mientras se salta a la trama de alguno de los otros personajes. El mayor peso de la narración lo van a soportar Marjannah, Raisha, y la pequeña Zafirah, la vivaracha e inteligente prima de la princesa, destinada a seguir los pasos de su madre, la generala Aixa, como guardiana, pero soñando en realidad poder convertirse en artífice y crear sus propios ingenios mecánicos. Pero la autora también va a reservar parte de los capítulos para otros personajes de interés, como la mencionada Cordelia o el último «marido» de la sultana, Sheng, raptado por la princesa y con quien la joven compartirá un convulso viaje. Junto a ellos personajes rebosantes de vida, aunque queden algo más en segundo plano, como el Gran Visir Aldashir, o las hermanastras de Marjannah, cada uno a cargo de una sección del reconvertido Harén: Itimad en el Taller con sus artífices dedicadas al desarrollo de lo mecánico, Aixa en el Cuartel con entrenamiento y jefatura de las guardianas encargadas de la protección, y Wallada en el Jardín con sus demiurgas estudiando el uso de la magia.

Los pasos de unas y otras se van a ir distanciando y el lector irá conociendo los diferentes escenarios conforme las mujeres van llegando a cada uno de ellos. Una ambientación que de inicio bebe muy directamente de
Las mil y una noches y mediante la que Álvarez presenta un escenario encantado, de magia exótica, de oasis y arenas del desierto, y de costumbres, vestimentas, alimentos y leyendas de inspiraciones arábigas. Una ambientación, no obstante, que empieza a variar bien pronto, ya sea por el cambio de significados de elementos tan típicos como el mencionado Harén, que como se ve aquí se ha convertido en algo totalmente opuesto a su función original, a la aparición de objetos disruptores como escarabajos mecánicos y otros ejemplos de una tecnología incipiente que convive con una magia basada en el talento poético de las practicantes o a la presencia en los cielos de naves voladoras procedentes de una nación más industrializada: Cameroth. Una sociedad de corte steampunk con ciertas semejanzas a la Inglaterra victoriana, con una capital envuelta en el humo de las fábricas y grandes diferencias sociales que hacen que se encuentre divivida en dos zonas con nombres tan definitorios como Cielo, donde viven las élites dirigentes y los acaudalados, e Infierno, donde residen los trabajadores y la escoria social, y donde algunos de los protagonistas terminarán recalando. Otras, no obstante, emprenderán un camino diferente, encaminando sus pasos —es un decir— hacia el exótico Imperio de Helial, un lugar fantástico que comprende un archipiélago de islas flotantes, dominadas por seis clanes cuyos miembros dominan un material diferente, y con un carácter místico que evoca al País del Sol Naciente.

Álvarez
juega así a sorprender gratamente al lector, ofreciendo un cierto sabor conocido, para construir con habilidad de orfebre un escenario muy sugerente y, de alguna intrincada forma, tan reconocible como original. Cada país tiene su propia cultura e idiosincrasia, sus formas de vestir, su arte culinario, su forma particular de gobierno, su política, religión y filosofía, sus diferencias entre clases sociales, su ecología, su flora y fauna particulares… Y la autora va imbricando todos estos elementos unos sobre otros sin estridencias, de una forma tan agradable, fluida y medida, que el lector se hace un perfecto cuadro mental de toda la profunda complejidad del mundo y sus diferencias sin apenas percibirse del enorme caudal que está recibiendo.

Y contra lo que pudiera parecer, visto esa sultana que cada mañana ordena ejecutar a un hombre o a intensidad vindicativa de algunos de los personajes, en realidad no hay aquí una historia de buenos y malos, pues en el fondo, por horribles que sean algunas de sus acciones, todas las protagonistas tienen sus justificaciones para hacer lo que hacen. A veces razones de estado, a veces un bien mayor, a veces tan solo el cuidado de los suyos. La aventura no da respiro. Las protagonistas, sobre todo las más jóvenes, Raisha de diecisiete años y Zafirah de doce, que han crecido de alguna manera protegidas y tienen por ello una visión algo ingenua del resto del mundo, van a ir evolucionando de manera muy orgánica conforme se enfrentan al mundo, a sus intrigas, traiciones y desengaños.

Álvarez equilibra a la perfección las tramas más juveniles con otras más adultas, dando cuenta de la complejidad de todas las relaciones presentadas. Unas y otras van a ser puestas a prueba, y no siempre saldrán indemnes de la ordalía. La tensión se mantiene a lo largo de todo el relato. Desde un buen principio, algo más reposado para ir presentando a los personajes y mostrando el elaborado trasfondo, no hay capítulo en que no esté sucediendo algo. En muy pocos capítulos la narración va a ir tomando un ritmo sostenido, alternando picos de acción plena con momentos más reposados para ir conociendo las nuevas ambientaciones donde se traslada la aventura, lugares repletos de maravillas y de peligros. Conforme la narración se complica, las tramas se hacen más numerosas e intrincadas, y se va conociendo más del escenario y de los actores convocados a este drama —oh, sí, va a haber mucho drama—, la acción se enreda y da giros imposibles, manteniendo en todo momento la tensión y también la coherencia interna.
Repleta, en efecto, de aventuras, La conjura de Aramat va más allá y habla también de amistad y lealtad, de relaciones muy bien trabajadas, de superación, de crecimiento interior, de obras realizadas con la mejor intención y resultados nefastos, del sentimiento de traición y de la entrega desinteresada. Hay mucho que escarbar aquí. La novela, después de un crescendo final imparable, se cierra con un par de buenas sorpresas y dejando muchos temas en el aire para la siguiente entrega de la trilogía.

Reseña de obras anteriores de la autora:

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