Mario Cuenca Sandoval.
Reseña de: FJ Arcos Serrano.
Seix Barral. Col. Biblioteca breve. Barcelona, 2018. 336 páginas.
Olivier Messiaen ha nacido con un don: tiene un oído absoluto, puede identificar la calidad, el timbre e incluso el color de cada sonido. Con el tiempo llegará a convertirse en uno de los compositores más famosos de Francia y del mundo, a quien la Historia coloca en el frente durante la Segunda Guerra Mundial, en un campo de prisioneros nazi –donde compone y estrena su pieza más famosa–, como profesor en el Conservatorio del París ocupado y como marido inusual junto a sus dos grandes amores.
Como melómano empedernido y lector voraz desde mi más tierna infancia no podía pasar la oportunidad de leer esta documentada y recreada biografía sobre Olivier Messian (un personaje no excesivamente conocido pero que está considerado como “el Mozart francés”) y más si detrás de todo ello se encuentra mi paisano Mario Cuenca Sandoval: un escritor que, sin lugar a dudas, nunca deja indiferente.
Para quien no lo conozca decir que es autor de Boxeo sobre hielo (Berenice, 2007), El ladrón de morfina (451 Editores, 2010) y Los Hemisferios (2014), trilogía que le ha valido reconocimiento a nivel mundial por su excelencia.
Sandoval tiene el don de la escritura y en su última obra podemos comprobar un virtuosismo fuera de toda duda que casa a la perfección con los perfectos acordes de Messian. De hecho, podemos decir sin miedo a equivocarnos, que la sinergia de estos dos talentos da lugar a una perfecta fórmula que sorprenderá a más de uno por su luminosidad estética.
El escritor cordobés demuestra en todo momento un sorprendente dominio del lenguaje con un contenido fuertemente onírico e hipnótico, elemento necesario para adentrarte cada vez más en un mundo repleto de recovecos que otorgan al texto un aura de magia al alcance de muy pocos.
Conforme avanzaba en la lectura me asaltaba a la mente una idea nada peregrina, y no es otra que lo que estaba leyendo desprendía un aura de tipo filosófico (ese catálogo de relaciones humanas inmersas en una violenta atmósfera dice mucho de la intensidad de la novela), y manteniendo al mismo tiempo unas potentes imágenes (de gran carga poética, faceta que también cultiva el escritor) en violento contraste con el trasfondo bélico del libro.
Por otra parte también hay que decir que estamos ante un libro ambicioso y denso que se disfruta mucho más si eres un tipo de lector que se conmueve fácilmente y que busca refugio de los combates cotidianos en los pequeños placeres que da la vida.
En definitiva: El don de la fiebre es una contundente, prodigiosa y exigente novela que vuelve a posicionar a Mario Cuenca como uno de los escritores más importantes de nuestras letras actuales.
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