J. M. Pallarés.Reseña de:
Santiago Gª Soláns.Minotauro. Barcelona, 2008. 701 páginas.
Leer una fantasía inteligente, bien escrita y con una trama coherente e interesante siempre es una gozada. Leer
El tejido de la espada es un placer de ese tipo, acrecentado por el hecho de que el autor es un paisano y se le nota su apego a la tierra de sus ancestros. Es esta una obra que rezuma amor por las palabras y por las historias bien contadas. Y es un amor que se contagia.
Dividida en tres partes, la novela se mueve en muy diferentes registros según la situación lo requiera, aunque el dilatado proceso de escritura (comenzada en 1980, acabada en 2007) hace que se note quizá en exceso el cambio producido en las ideas y el desarrollo de la trama desde sus inicios a los derroteros que sigue una vez retomada años después. Así, en la primera parte, con un comienzo frenético, que sumerge al lector directamente en la acción, en una cazaría de monstruos, aparecen algunos personajes que aparentemente van a gozar de un gran protagonismo, pero que posteriormente, como si no calzasen en la nueva dirección que ha tomada la acción, desaparecen sin más. Llama la atención de igual manera, como la enorme importancia que el destino parece guardar a las espadas
Acíbar y
Nictálope, queda después diluido en otros derroteros que se ajustan más al título del libro. Al igual que resalta como la narración quizá más típica del género del grupo de aventureros de esta primera parte se convierte a partir de la segunda en algo mucho más elaborado y ambicioso.
De todas maneras, la narración es tan fluida, todos los detalles y revelaciones de encuentran tan bien encajados, tan bien introducidos, que en ningún momento la historia se resiente, sino que se experimenta como un crecimiento, como una ampliación de horizontes para poder ofrecer algo más grande que lo que en principio parecía tener en mente
Pallarés, y eso que sale ganando el lector, con una obra profundamente enriquecida e interesante. Quizá se eche en falta la vuelta de algún personaje que se antojaba muy atractivo en principio, pero los que se van sumando al elenco no desmerecen a los iniciales y pronto el lector se deja llevar por la acción, plenamente inmerso en la lectura hasta el punto de que es difícil soltar el libro. Es, de alguna forma, adictiva.
Uno de los principales aciertos de la novela, al menos para mí, es el escenario en que se desarrolla.
Pallarés ha creado (o recreado) en la
Baylía de Brumalia un trasunto de la
Baylía de Cantavieja, tierra de los recuerdos de su infancia y juventud teñidos sin duda por el amor y la felicidad añorados. Pero el autor va mucho más allá y puebla de gentes y personajes fascinantes unos lugares que por momentos parecen míticos, entretejiendo hábilmente realidad y fantasía, introduciendo al lector en un mundo aparentemente paralelo o superpuesto a nuestro medievo, con reminiscencias a tiempos anteriores como la aparición de la legendaria
Legión Perdida, donde existen hombres y mujeres lobo, los árboles caminan (aunque los
roblones de Pallarés nada tienen que ver con los ents tolkienianos) y en el arte de la forja de las espadas se pueden introducir en estas armas poderosos hechizos protectores o terribles maldiciones.
El autor, buen conocedor del folklore y los cuentos tradicionales, así como experto en la Edad Media, escribe una historia que bebe, o se embebe, de las historias orales, de los juglares, de los relatos contados a la luz de una hoguera, de la épica poética… Y ofrece al lector una historia que mezcla tragedia y triunfo, enfrentamientos fraticidas, intrigas, conspiraciones y traiciones, seres fantásticos nada “tópicos” (roblones, licaones, lobisones, márgolas…), amores que se antojan imposibles, ambiciones desmesuradas, la búsqueda de la libertad, emocionantes luchas individuales y colectivas, y grandes personajes, haciendo especial énfasis en alguno de los femeninos, pues
La Baylía es un mundo dominado por las dos matrías de brujas, poseedoras de poderes mágicos que exigen de ellas grandes sacrificios, aunque siempre existan modos de burlar el precio…
El tejido de la espada es la historia de
Germán Heredia, del destino aciago que su madre, la bruja
Liduvina, ha puesto sobre él como forma de alcanzar sus egoístas objetivos, de cómo luchará por librarse de las invisibles ataduras que le abocan a convertirse en algo que no desea; y es la historia de sus hermanos, a cual más dispar y peligroso a su manera; del ascenso de las
Hermanas del Dolor, las brujas que han de sustituir en el orden natural de las cosas a la matría de Liduvina, las
Señoras de la Niebla, para mantener el equilibrio del poder en un mundo cambiante, y de cómo la madre de Germán se resisitirá a dicho cambio; de la supervivencia del
País del Olivo, donde viven los descendientes de aquel ejército romano perdido en una sociedad que trata de recrear de alguna forma los recordados usos de Roma; de cómo todos ellos se encuentran amenazados por los
devas, los seres mágicos que gobiernan disciplentemente desde
La Quinta…
Es esta una historia enorme, pero que se hace corta y de cuyas 700 páginas no sobra ni una, que se lee con auténtica fruición, casi con avidez. Destaca por su excelente escritura, por el dominio del lenguaje, de las palabras (se agradece el glosario final) del que hace gala
Pallarés; por el amor que se palpa en la creación de cada personaje y en el cuidado con el que está retratado el paisaje, que adquiere casi la importancia de un protagonista más. Y sin embargo, todo ello carecería de importancia si no hubiese una buena historia detrás, y aquí no es que sea buena, es que es excelente. Con unos diálogos estupendos donde se masca la tensión del relato, los enfrentamientos y encuentros, con el tono justo, preciso, que se deslizan con armonía en el conjunto de la narración; con los debidos momentos de relajación entre la acción; con las debidas dosis de romance (pero un romance diferente, tenso, pleno de enfrentamiento, de lucha); con aventura por doquier y con una estupenda batalla final para decidir el destino que, después de todo, tal vez no se encuentre escrito en piedra.
Leer
El tejido de la espada es, en definitiva, una gozada de esas que se dan muy pocas veces a lo largo del año (o de varios años). Muy recomendable. Lástima que el autor haya comentado en alguna entrevista que no tiene previsto escribir una continuación, al menos en un futuro cercano o medio, a pesar de que el final no solo lo permitiría sino que casi lo promete. Es este uno de esos libros que no quieres que termine, que estás deseando que no llegue el momento de pasar la última página a la vez que deseas alcanzar ya el desenlace, conocer el final… Después de todo, tal vez sea mejor que
Pallarés no escriba una continuación, dejar al lector con el buen sabor de boca y con el recuerdo de los buenos ratos de lectura que sin duda
El tejido de la espada produce. Me atreveré a decirlo una vez más: muy recomendable.