Anne Rice
Reseña de: Amandil
Ediciones B - Círculo de Lectores. 2006. Título original: Christ the Lord: Out of Egypt. Traducción: Luis Murillo Fort. 293 páginas.
Para los que conozcan de Anne Rice su vasta producción literaria vinculada a las series de vampiros y brujas, este libro supondrá un verdadero apocalipsis literario. El giro que la autora ha dado a su producción literaria como consecuencia de la muerte de su marido y de su retorno al catolicismo la ha llevado a abandonar (y casi renegar) todo lo relacionado con su etapa anterior.
Por eso este libro viene a ser una especie de renacer al cristianismo de una escritora ya consagrada y muy conocida por algo radicalmente opuesto. Pero este nuevo rumbo no es a traición o sin avisar. Anne Rice, al menos en Estados Unidos, ha avisado del cambio en su registro literario y ha invitado a sus lectores y fans a dar unos pasos en este camino que ha decidido recorrer desde el año 2002.
Dicho esto, y avisado este cambio en la autora y su obra, paso al libro en sí.
Anne Rice nos cuenta en esta novela un año en la infancia de Jesús. En concreto sus últimos días en Alejandría y su retorno a Palestina para vivir entre sus parientes y la tribu de su madre en Nazaret. Jesús, el Hijo de Dios, no es consciente de su especial naturaleza ya que su madre, la Virgen María, y José han evitado siempre hablar del tema y se lo han prohibido a sus parientes. Pero eso no impide que el pequeño Yosua sospeche que tiene peculiaridades que los distinguen del resto de los niños de ocho años que viven en su entorno. Finalmente su familia decide volver a Nazaret y el jovencísimo Jesús descubre las realidades de la tierra de sus ancestros con un rey Heródes despótico, una ocupación romana sangrante y una convulsa guerra civil entre diversas facciones judías. Y encima comienza a tener sueños extraños y sensaciones inquietantes que parecen estar señalándole un camino que sólo él puede recorrer.
Aunque el relato abarca poco más de un año de la vida de el Mesías, describe su paso de una infancia relativamente normal al descubrimiento pleno y abrumador de sus orígenes divinos, dejando el camino preparado para una segunda novela que desarrolle una adolescencia previa a los años más conocidos de Jesucristo.
El relato se abarca desde el punto de vista del propio Jesús. Sus miedos, temores, alegrías y sospechas se convierten en el recursos que usa la autora para describirnos los cruciales descubrimientos que el Hijo de Dios debe afrontar desde la perspectiva de un niño de ocho años.
Hay que reconocer que el reto que Anne Rice se ha propuesto en esta novela es doblemente difícil. Por un lado asumir y describir el mundo desde el punto de vista de un niño judío cuyo nacimiento y muerte habrán de marcar un cambio radical en el mundo. Y por otra parte ser capaz de conectar al lector con ese niño que es, ni más ni menos, que Dios encarnado.
La autora consigue ambos objetivos. Se nota que es una escritora experimentada y que se ha documentado profusamente para evitar, en la medida de los posible, errores de carácter histórico que puedan debilitar el desarrollo del argumento y le resten credibilidad a la narración. Sus fuentes además de ser historiográficas son canónicas y muy avanzadas en los aspectos relativos tanto a la parte religiosa (datos sobre como vivían los judíos de la época, sus divisiones, sus celebraciones y rituales, etc.) como a la meramente histórica.
Todo este sólido armazón de base, pese a todo, no consigue enganchar durante todos los capítulos al lector. Diversas partes parecen más una simple acumulación de datos eruditos que una sección de la novela y aunque siempre queden enlazados con el personaje principal en algunos momentos se nota que han sido añadidos para aportar información adicional no relevante. Pese a ello no suelen desmerecer en conjunto y además aportan una especie de sección de "curiosidades históricas" que a un lector con inquietudes históricas le puede parecer hasta un regalo añadido.
El libro se queda corto aunque tampoco avanza mucho en el tiempo. Engancha por momentos pero no es capaz de mantener la tensión in crescendo que se podría esperar de un relato sobre el propio Jesús. Pese a ello su amenidad y facilidad para contar las cosas (no olvidemos que la narración se produce desde el punto de vista del mismo Cristo) acercan de un modo más "humano" la terrible complejidad de un asunto meramente teológico.
Al final uno quiere más. Aunque ya sepa como va a terminar (o empezar) la historia de Cristo.