El adepto de la Reina /4.
Rodolfo Martínez.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Sportula. Gijón, 2018. Edición digital (ePub). 468 páginas.
Ha llegado el momento de poner punto y final a las andanzas de Yáxtor Brandan, adepto empírico al servicio de la Reina de Alboné. Un buen número de caminos van a alcanzar su destino, mientras la mayoría de los misterios planteados en las novelas anteriores son por fin desvelados y alcanzan su resolución. Lo que venía sospechándose se revela como cierto y Martínez decanta el relato por la ciencia ficción mestiza, todavía con cierto regusto steampunk, que ya se anticipaba en ciertos elementos conocidos de la saga. Mucho e intenso es lo que contiene la novela. El origen de los humanos en Érvinder y de la procedencia y uso de los mensajeros y hermanitos, los planes de la Reina tras tantos años de reinado y de cuerpos ocupados sucesivamente, la identidad del misterioso y elusivo Número Uno, las intenciones del titiritero en las sombras que tanta influencia ha tenido en el destino de Yáxtor, y el enfrentamiento inevitable al que parecen abocados. La paternidad del protagonista. El principio de rebelión de los carneútiles. A lo largo de las tres novelas precedentes los lectores han acompañado el árduo camino del adepto mientras contemplaban su transformación desde el asesino implacable sin escrúpulos ni remordimientos hasta el nacimiento de una tímida empatía y contención, a la vez que se iba revelando su pasado y se conocían las claves de cómo había llegado a convertirse en la perfecta máquina al servicio del imperio. Conforme asimilaba sus recuperados recuerdos perdidos y se relacionaba con inesperados aliados ya empezaban a mostrarse las grietas en el muro interior, en el cambio de su personalidad y el retorno a cierta «humanidad». En este volumen, sin perder el control al que siempre ha estado atado, Yáxtor va a aceptar sus pasiones y a buscar las respuestas que tanto tiempo le han eludido sin siquiera saberlo. La aventura no cesa y las respuestas están a la vuelta de la esquina. Ha llegado el momento de que el adepto se enfrente a su némesis.