Antes de que los cuelguen.
La Primera Ley: Libro II.
Joe Abercrombie.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Alianza editorial. Col. 13/20. Madrid, 2011. Título original: Before They Are Hanged. Traducción: Borja García Bercero. 776 páginas.
Segunda
entrega de la trilogía, al no tratarse de lecturas independientes sino
de una gran novela dividida en tres tomos, es imprescindible haberse
leído la primera para hacer frente a esta sin perderse por el camino. De
igual manera, y aunque he intentado que sean mínimos, esta reseña puede
contener detalles que sería conveniente no conocer de antemano. La
narración, tal y como quedó planteado al final de la La voz de las espadas, se abre en tres frentes o líneas principales: la guerra contra Bethod en el Norte, el sitio de Dagoska en el Sur y la búsqueda de la semilla en un largo viaje hacia los confines del mundo.
La Primera Ley
es una obra de fantasía oscura, profunda y cruelmente realista. Sangre y
barro, penurias, horror «dulcificado» un tanto por un humor socarrón y
negro como el carbón. Diseccionando los entresijos de la naturaleza
humana, Abercrombie
sabe ofrecer lo mejor y lo peor de sus personajes. Es un mundo duro,
cruel, y para sobrevivir en él y mantenerse a flote cada cual debe estar
dispuesto a hacer cualquier cosa. Dentro de esa dureza, el autor juega
también de forma impresionante la baza del contraste climático, del
caluroso y seco Sur al gélido Norte. Realmente se siente cómo los
personajes sufren por las circunstancias ambientales, por el tórrido
calor, por la sed y el sudor que no da respiro ni descanso, por las
ventiscas, por el frío o la lluvia que cala los huesos, moja toda
vestimenta e impide que el fuego caliente los cuerpos.