Andrea Prieto Pérez.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Autoedición. 2017. Edición digital (ePub). 142 páginas.
El mundo editorial lleva un tiempo cambiando. Si hace no muchos años alguien hubiera vaticinado un nuevo auge de las novelas cortas casi seguro que una mayoría de lectores le hubieran tachado de iluso —tan sólo hay que recordar que no hace tanto los premios UPC de novela corta tenían que publicarse en un tomo que reunía a ganador y accésits para alcanzar un número de páginas «correcto», o que los Alberto Magno costaba verlos en «físico» de forma independiente—. No obstante, en la actualidad tanto en papel como en digital el resurgimiento es evidente, y es mayoritariamente en las facilidades que ofrece este último formato donde los autores pueden dar a conocer sus propuestas, a través de plataformas como Lektu, para llegar a su público de forma directa con mayor posibilidad que por los canales tradicionales de antaño. Es cierto que el ámbito de elección de los lectores se amplía de forma exponencial y que no deja de suponer cierto riesgo ante una oferta que no siempre reúne las aconsejables dosis de corrección y calidad. Pero con un poco de asesoramiento y un poco de suerte es «sencillo» encontrar auténticas joyas. Tal es el caso de la novelette que nos ocupa. Yo maté a Eugene Foster es la primera entrega de una planeada trilogía de fantasía urbana futurista escrita con gran desparpajo y despliegue de imaginación. Puro entretenimiento con perlas de reflexión, la aventura se sitúa en un mundo «distópico» repleto de tecnologías avanzadas y poblado por humanos, brujas, sirenas, cíclopes... y un fantasma recién «llegado» al lugar. Magia y ciencia conviven en un thriller de corte noir detectivesco, y lo hacen de una forma tan sugerente y natural que no aparecen fisuras entre dos mundos tan, en apariencia a priori, distantes y distintos.