Christopher Moore.
Reseña
de: Santiago
Gª Soláns.
Factoría
DeBolsillo.
Madrid, 2011. Título original: Bloodsucking Fiends. Traducción de:
Victoria Hornillo Maqueda. 315 páginas.
La
vida de Jody
Stroud
atraviesa
un momento complicado; las cosas van regular en el trabajo, de vuelta
a casa un misterioso individuo le ataca, le muerde y le obliga a
tragar su sangre, se desmaya y despierta debajo de un contenedor con la mano
quemada y 100.000 dólares de desconocida procedencia metidos en la
blusa, cuando llega a su apartamento descubre que la grúa se ha
llevado su coche, discute y rompe con su novio Kurt y, de rebote, se
queda sin alojamiento... ¿Algo más podría ir mal? Obviamente, sí.
El desconocido asaltante la ha convertido en un vampiro, y ¿cómo va
a recuperar su coche o encontrar un nuevo apartamento si para ambas
cosas solo abren durante el día y ella no puede exponerse a los
rayos del sol? Además, Jody nunca ha creído en los chupasangre,
nunca ha hecho mucho caso de libros y películas, así que ¿cómo
debe comportarse, cuáles son sus poderes y debilidades, cómo va
conseguir sangre fresca y quién va a llevar su ropa a lavar?
C.
Thomas Flood
(Tommy
para
sus amigos) es un joven aspirante a escritor que se ha trasladado
desde un pueblecito perdido de su Indiana
natal
a San
Francisco
para
adquirir experiencias y comenzar así su carrera literaria. Nada más
llegar a la ciudad, su coche se incendia y termina alojado en Chinatown,
compartiendo
literas en un cuartucho con cinco chinos entrados ilegalmente en el
país con extrañas ideas en la cabeza de cómo obtener la tarjeta de
residencia. Tommy está deseoso de vivir aventuras y de descubrir el
amor ―y si es en su vertiente física mejor que mejor―, pero por
el momento se contenta con haber encontrado trabajo en el turno de
noche de un Safeway
compartiendo
«experiencias» con los
Animales
―los
encargados de descargar los camiones y reponer las estanterías―
como la de jugar a bolos con los pavos congelados.
Cuando
los dos se conozcan de forma casual, van a ver el uno en el otro la
solución a sus dilemas, así que decidirán alquilar un apartamento
juntos. Ambos deben superar un periodo de aprendizaje acelerado sobre
sus respectivas situaciones, el vampirismo de ella y el absoluto
desconocimiento de las mujeres él. Y como lo mejor siempre ha sido
acudir directamente a las fuentes, Tommy indagará sobre la
naturaleza femenina en los test de la revista Cosmo
y
sobre los vampiros leyendo desde las fuentes clásicas a los libros más
modernos, y haciéndole pasar diferentes pruebas a Jody para intentar
separar el grano de la paja, los poderes auténticos de los que son
pura ficción literaria.
Hay
que tener muy presente que la novela fue publicada originalmente en
el año 1995
y
es, pues, bastante anterior a Crepúsculos
y
demás lánguidos vampiros adolescentes, siendo precisamente las
Crónicas
Vampíricas
de
Anne
Rice
las
que estaban abriendo el dique que luego habría de inundar las
estanterías de todo el género, y las que van a dar mucho juego en
este proceso de aprendizaje.
Moore
hace
gala de un estilo suelto y fluido, poco recargado, directo, que
permite una lectura ágil y ligera, ofreciendo a través de
ingeniosos diálogos un brillante retrato de la vida moderna en una
gran ciudad y del tipo de inestables relaciones sentimentales
propiciadas por la misma. Con un humor ácido y sarcástico en muchas
ocasiones, descarnado, que no duda en hurgar donde escuece, en sacar
a la luz los defectos de las personas con una mirada lúcida y
divertida a un tiempo, La
sanguijuela de mi niña
es,
sin embargo, una lectura ideal para los momentos en que se necesita
“recargar las pilas”, uniendo a un inteligente humor una trama
interesante y atractiva que consigue en muchas ocasiones bordear el
absurdo de las situaciones planteadas gracias a una frescura que
invita a no plantearse demasiado la verosimilitud de lo narrado.
A pesar de lo extremo del planteamiento, los
personajes son muy humanos, desde el sintecho Emperador
de
San Francisco y protector de México, pasando por todos los Animales,
y sin olvidarse de los protagonistas principales. Es de constatar el
trabajo de caracterización de cada uno, el cariño con que son
tratados, la personalidad que destilan... personajes que consiguen
que el lector se interese por ellos y por sus destinos, que se
divierta con ellos y que sufra por su suerte.
Tommy es ingenuo e inexperto hasta la desesperación y Jody es una mujer «bastante» experimentada, así que forman una pareja aparentemente inviable y sin embargo conseguirán irse adaptando el uno al otro, compenetrándose y «mejorandose» entre sí. Es esta una historia de amor, que no un romance, entre dos personas aparentemente incompatibles y con una relación de dependencia que no augura los mejores auspicios. Tommy parece estar destinado a convertirse en el chico de los recados de Jody, está enamorado de ella y no puede negarle nada. Sin embargo, su inocencia e ingenuidad van a abrirse camino a través de todas las dificultades.
Tommy es ingenuo e inexperto hasta la desesperación y Jody es una mujer «bastante» experimentada, así que forman una pareja aparentemente inviable y sin embargo conseguirán irse adaptando el uno al otro, compenetrándose y «mejorandose» entre sí. Es esta una historia de amor, que no un romance, entre dos personas aparentemente incompatibles y con una relación de dependencia que no augura los mejores auspicios. Tommy parece estar destinado a convertirse en el chico de los recados de Jody, está enamorado de ella y no puede negarle nada. Sin embargo, su inocencia e ingenuidad van a abrirse camino a través de todas las dificultades.
Hay
en la novela una trama policiaco-detectivesca, donde dos inspectores
se encargarán de seguir las diversas pistas de la investigación de
la aparición de varios cadáveres desangrados, negándose a creer lo
que las mismas parecen apuntar a pesar de todas las evidencias, y que
de alguna manera se siente un poco más «coja» dentro de la trama
principal, llamada tan solo a crear algo de tensión, aunque hay que
reconocer que tiene momentos realmente excelsos como la descripción
que hacen tres pandilleros del asalto que sufren en cierta
lavandería. Mientras Jody intenta descubrir quién la ha convertido
en vampira y por qué motivo la sigue acechando e intentando
convertir su vida en un infierno, los dos protagonistas tendrán que
evitar ser acusados de asesinato, lidiar con la amenaza que pende
sobre sus vidas y descubrir dónde va a ir su relación si es que
siquiera tiene algo de futuro.
La
sanguijuela de mi niña
es
una novela muy divertida, en absoluto la típica historia de vampiros
«modernos» tan de moda últimamente ―aunque comparta el hecho de
que la vampira protagonista tenga «sentimientos» y no quiera hacer
el “Mal”―, ideal para «desengrasar» las neuronas con una
lectura ligera, entretenida y bien hilvanada. Doce años después, en
2007, Moore
publicaría
una secuela titulada aquí ¡Chúpate
esa!,
pero esa es otra historia para ser leída en otra ocasión.