Ben Aaronovitch.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Minotauro. Col. Fantasía. Barcelona, 2012. Título original: Rivers of London. Traducción: Joan Josep Mussarra. 330 páginas.
Nos encontramos ante una propuesta sorprendente y refrescante, una fantasía urbana
diferente a lo acostumbrado, donde el predominio de lo sobrenatural se entreteje sin fisuras con lo cotidiano del retrato de
la gran urbe, de sus gentes y sus miserias, al tiempo que permite escarbar bajo
la suciedad de sus esquinas y recovecos para mostrar todo un fascinante mundo mágico oculto para la mayoría de los despreocupados ciudadanos de la capital británica. Se podría considerar que Ríos de Londres
es una historia de fantasmas, pero sería quedarse muy, muy corto. Es
esta una historia de magia y de alguien que se topa con ella sin
esperarlo siquiera, de dioses ancestrales y sus muy mundanos
enfrentamientos, una historia policíaca con la intensa investigación de
unos asesinatos terriblemente violentos que incluso rozan el gore en
cierta ocasión, una historia de humor que no convierte en comedia lo
narrado ni oculta la seriedad de los sucesos, de venganza dilatada en el
tiempo, de envidias y de celos, de duro aprendizaje y de amistad por
encima de las dificultades... Una lectura que atrapa desde el brutal y
divertido comienzo, y que al terminar deja con ganas de más —y por suerte, lo hay—.
Peter Grant se encuentra a pocos días de terminar su periodo de pruebas en la policía metropolitana de Londres.
Cuando es requerido en medio de la noche para custodiar el cadáver de
un salvaje asesinato, nunca podría esperar el vuelco que esa vigilancia
va a depararle a su vida. Al quedarse solo en el escenario del crimen,
ante la iglesia de St. Paul en Covent Garden,
mientras su compañera va en busca de unos cafés, un testigo de los
hechos acude a él para narrarle lo sucedido. Y todo sería perfecto sino
fuera porque el citado testigo es un fantasma y que difícilmente su
declaración podría ser aceptada en una sala de juicios. De pronto, toda
una nueva forma de ver el mundo se abre ante los asombrados ojos del
joven agente: no solo los fantasmas existen, sino también la magia, los
vampiros y otros seres sobrenaturales como ciertos espíritus
ancestrales, casi dioses personificadores de diversos aspectos de la
naturaleza como puedan ser los ríos que cruzan Londres —no solo el poderoso Tamésis,
con una curiosa dicotomía en su representación masculina / femenina,
sino hasta los más pequeños y desaparecidos bajo la inmensa urbe—.
Conforme
los muy sangrientos e inexplicables —por imposibles— asesinatos
empiezan a sucederse, haciendo sospechar de la presencia en las calles
londinenses de un violento asesino en serie, Grant va a ser tomado bajo
la tutela de Thomas Nitghtingale,
un enigmático inspector que dirige una muy especial «brigada» de la
policía y que se va a convertir de alguna forma en su mentor y maestro,
mientras le va introduciendo en el mundo mágico que siempre le había
rodeado sin haber llegado nunca a verlo.Y como una de sus primeras
tareas, aparte de descubrir y detener a la persona tras los asesinatos y
de aprender mucho latín, va a tener que mediar en el larvado
enfrentamiento entre las dos personificaciones del principal río de la
ciudad: Padre y Madre Támesis, quienes se encuentran inmersos en ciertas
tensiones territoriales sobre su particular área de influencia.
Aaranovitch ha
creado para la novela una trama inteligente, imaginativa, intrigante,
bien desarrollada, aunque resuelta quizá de una forma demasiado
celérica, aunque no precipitada —de esas forma que le hacen preguntarse a
uno: ¿si podían hacer eso por qué no lo han hecho antes?—, y que
perfectamente podría haber trasladado al medio televisivo en el que
anteriormente había trabajado —es inevitable imaginarse el libro como
una miniserie de la BBC
u otra cadena británica—. Lo cierto es que el autor ha conseguido un
equilibrio difícil de alcanzar. Con unos crímenes atroces y sin ser en
absoluto un libro cómico, el autor sabe introducir el humor justo en el
momento preciso, descargando tensiones a la vez que prepara para
momentos de máxima crudeza, con una ironía y un toque de comedia que
recuerda de alguna manera al de Jasper Fforde aunque
sin tanto surrealismo y, dentro del género que nos ocupa, mucha más
veracidad. La labor policial va avanzando con un ritmo que no decae,
aunque tampoco depare grandes sorpresas, intercalando momentos de
investigación, más reflexivos y tranquilos —aunque a veces en el afán
del autor de explicar todos los detalles curiosos sobre la ciudad
ciertas descripciones queden un tanto «apelotonadas»—, y de aventura con
puntuales estallidos de acción y violencia.
Para
ello el elenco de protagonistas, principales y secundarios, está
perfectamente elegido, con personajes bien construidos, bien
diferenciados y bien caracterizados, ocupando cada uno su parcela y
complementado a todos los demás.
Grant,
el principal protagonista, posee una mente científica que se ve
obligada de repente a creer en los sobrenatural, porque llega un punto
en que no puede negar de ninguna manera lo que le está sucediendo. Pero
en ningún momento pierde ese análisis racionalista de la magia, cuyos
principios fueran sentados, al fin y al cabo, por el mismísimo sir Isaac Newton.
Simpático, algo despistado y dado a distracciones, sin embargo, buen y
aplicado alumno, no pierde el foco cuando las circunstancias lo
demandan. Coloquial y divertido, se hace cercano de inmediato.
La agente compañera, de Grant, Leslie May,
inteligente y observadora, es mucho más que un mero apoyo bonito por
mucho que él suspire por meterse dentro de sus pantalones. Nightindale
es el perfecto mentor, algo enigmático y misterioso, que esconde más de
lo que aparenta. Los mandos e inspectores de la policía, por breve que
sea su aparición, trascienden con mucho los arquetipos más
acostumbrados. El asesino no es uno de los sospechosos habituales.
Cierta ninfa acuática, con predilección por que le dejen conducir, llena
de fascinación e ingenuidad todas las páginas en que aparece...
Además, es imposible no sentirse cautivado o enamorarse un poco de ese Londres subterráneo, oculto, hermanado con el Neverwhere de Gaiman,
con sus recovecos secretos, sus ríos soterrados, tapiados o
canalizados, sus monumentos desconocidos y olvidados con tanta historia
en cada piedra. Es ese Londres antiguo, y no tanto el actual y algo
sucio que se suporpone sobre aquel, el auténtico protagonista, devorado
por el tiempo pero todavía presente a poco que uno mire con atención,
algo que Aaronovitch
parece haber hecho con extremo mimo y cariño. Una ciudad donde los
trolls duermen junto a los sintecho, donde deidades prácticamente
olvidadas por el común de los mortales protegen celosamente su
territorio, donde los vampiros chupan toda la esencia de la vida de sus
víctimas, donde los fantasmas toman forma y un espíritu burlón y
maligno puede desatar una ola de ira y violencia inexplicable entre los
ciudadanos convertidos en marionetas.
Ríos de Londres
abre una nueva serie, de la que ya están publicados o anunciados dos
títulos más, pero para aquellos que no se decidan a iniciar nuevas sagas
sin saber cuál va a ser su final, cabe decir que esta es total y
absolutamente autoconclusiva, por lo que no es necesario leer nada más
para disfrutarla plenamente. Añadir sin embargo que, como se podrá
suponer por todo lo anterior, a mí la novela, como entretenimiento
inteligente, apasionante y divertido, me ha encantado, así que lo único que me resta
es preguntar: ¿para cuándo la próxima en español?
2 comentarios:
Es terriblemente divertida, entretenida y agradable. Es una de esas sorpresas que no esperaba y me dio un par de días estupendos. Como dices, también me recordó la primera temporada de una serie de la BBC.
Y me confieso encandilado por esa ninfa.
Hola Jorge.
Desde luego, coincidimos en casi todo en torno a esta novela (quien lo desee puede leer la reseña de Jorge en:
http://literaturajuvenilyfantastica.blogspot.com.es/2012/05/rios-de-londres-de-ben-aaronovitch.html )
Además, yo también estuve a punto de comentar que no tenía nada que ver con Harry Potter pero al final no lo incluí.
Gracias por pasarte y comentar.
Saludos
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