Sergio Mars.
Reseña de: Santiago Gª Soláns.
Editorial Hidra. Bilbao, 2015. 212 páginas.
Con varias libros editados en géneros como la ciencia ficción, el terror o la fantasía heroica, Sergio Mars publica ahora en Hidra un proyecto si cabe más difícil todavía al adentrarse en la Literatura infantil-juvenil —aunque en realidad el libro ya llevaba tiempo escrito y es tan sólo ahora cuando llega al público—. Y lo hace sin abandonar ni renunciar a ninguna de las características que han marcado su obra anterior: un interesante ejercicio literario, con una prosa depurada y efectiva —adecuándola al público objetivo perseguido—, cierta intención didáctica siempre con la vista puesta en el entretenimiento y un enfoque de alguna manera «cientifista» cargado de lógica incluso entre el ropaje de la más imaginativa y desbordante fantasía. Es esta una aventura de corte clásico, con su intriga palaciega, su búsqueda, su sabio despistado y un muchacho que descubre su amor por aprender —¿aprender el qué…? ¡Todo!— y que vestirá los ropajes del héroe sin buscarlo en realidad. Apasionantes aventuras, emociones sin par, exóticas criaturas, peligrosas gestas, y pasión por el conocimiento. Toda una invitación a la lectura para cualquier edad —aunque especialmente recomendable para los niños—.
En el mercado de la ciudad de Sarode se va a producir un providencial encuentro, providencial al menos para alguno de los implicados. Tae, un joven bribonzuelo de manos largas comete el error de «aligerar» de su bolsa al propio barón Uyerta; algo que podría haber terminado muy, pero que muy mal si el muchacho no hubiera tropezado con Mandialix el Sabio, quien no sólo le salvará del entuerto si no que algo inopinadamente lo tomará como aprendiz bajo su tutela. «Patrocinados» por el barón Uyerta —es decir, obligados vilmente—, el sabio y su aprendiz deberán unirse a los tres mejores cazadores de todo Nolasna: el incansable Tormin Pies de Lobo, la certera arquera Cirene y el enorme Menkar el Titán, en una misión otorgada por el propio rey Cirso: capturar al último grifonicornio para añadirlo a su colección de criaturas extrañas. Pero Tae, que pronto pasará a ser conocido como Hormiga, descubrirá que las intenciones del pérfido barón ocultan tras su liderazgo de la expedición designios más oscuros que la captura del fascinante animal.
Los protagonistas se embarcarán en la proverbial y peligrosa «Búsqueda» —ya lo dice el título—, un viaje que propicia la aventura, las hazañas y el aprendizaje. Pero no se trata de la típica historia de crecimiento y maduración —aunque sin duda algo haya—, sino que, mediante las arriesgadas aventuras narradas, Mars habla a sus jóvenes lectores de ese difícil periodo que conlleva la aceptación de las primeras responsabilidades de un niño, de las enseñanzas que se pueden obtener con la simple observación, del gusto «adquirido» por el conocimiento sin buscar otra recompensa que el propio saber —aunque luego ese conocimiento te de acceso a todo un mundo nuevo— y de cómo las lecciones que se ofrecen con el ejemplo son más agradecidas y sencillas de asimilar para la mente de un niño que aquellas más «académicas» que se dictan directamente de viva voz.
Al autor otorga con gran acierto la voz narradora, en primera persona, a Hormiga, un personaje dotada de gran vitalidad, entusiasmo y recursos, que irá narrando con desparpajo y acierto los diversos lances en los que el grupo se verá envuelto con una escritura estupenda, muy adecuada a la historia y a la edad del público a la que va destinada, sin complicaciones ni excesos retóricos, pero con una interesante riqueza de vocabulario y sin tomar a sus lectores «objetivo» por bobos, ingenuos o iletrados. Y si Hormiga es la figura con la que identificarse, el amigo con el que correr aventuras, su mentor es la imagen en la que reflejarse y aprender a mirar al mundo.
Mandialix el Sabio, tan inteligente como mentalmente disperso, quien de un insulto hace un elogio dando consuelo al tiempo que fomenta la autoestima, no imparte lecciones como tales, sino que presenta un «problema» o cuestión y guía a su pupilo para que sea este quien encuentre por sí mismo la solución, mostrándole que el resultado puede ser tan gratificante como divertido. Al tiempo, le permite cometer sus propios errores, pero haciéndole comprender que todo fallo tiene su precio, que cada acto tiene sus consecuencias. La obra es así, también, un canto al razonamiento deductivo y al método científico, a la responsabilidad, al pensar y actuar en conciencia por uno mismo y asumir los resultados. Y todo ello lo consigue Mars mediante el sugerente uso de todas las posibilidades de una fantasía que, como decía Goya, «unida a la ciencia es madre de las artes y origen de las maravillas».
La búsqueda del grifonicornio es un relato que puede ser leído a cualquier edad, como esas películas «para niños» que los adultos disfrutan descubriendo ciertos guiños y mensajes más o menos ocultos. Aquí, por ejemplo, donde un niño en la historia del origen del animal mitológico tan sólo verá la maravilla de una criatura fantástica en cuya búsqueda el protagonista correrá intensas aventuras, un adulto sabrá ver, además, en la mano de los «antiguos» la manipulación genética capaz de conseguir tal maravilla.
Amistad, lealtad, responsabilidad, compromiso, respeto, entrega, sacrificio, amor a la naturaleza y al conocimiento… valores que merecen la pena ser cultivados. Mars ofrece un libro repleto de aventuras, con un estilo que enseguida trae a la mente los clásicos de toda la vida, entretenido a la par que emocionante, y que invita a los niños —y no tan niños— a pensar por sí mismos, a cuestionarse las cosas, a investigar, a conocer, a seguir aprendiendo... , algo de lo más importante en los tiempos que corren.
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